Capítulo 30

19 4 1
                                    

—¿Qué te pasa ahora, Heather? —pregunta Caiden con hastío al ver mi expresión.

—Lo de siempre, Caiden, ¡lo de siempre! —camino por el corredor y por costumbre llego al vestíbulo quemado, me giro sobre mis pies para volver por tonta y me estrello contra su pecho—. Déjame ir.

—¿Qué se supone que tenemos, Heather? —me agarra por las muñecas para retenerme contra él.

Esa pregunta también me la tengo que hacer a mí misma, porque ¿qué tenemos? Hemos tenido relaciones, hemos compartido besos y pensamientos y ahora de repente... ¿nada? No yo misma sé qué está pasando por mi mente, me prometí intentar sentir algo más por él, pero en cuanto estuve con Deven, todo fluyó de una forma diferente. El deseo carnal por Caiden es... sustituido por la figura que constituye Deven siendo más un deseo de compartir, amar de verdad. Entonces, ¿qué le voy a decir? ¿Le digo que su hermano me ha atrapado con sus secretos de muñeco de porcelana o que simplemente la confianza en él no es tan fuerte como para quererlo? Eso sonaría como lo más ridículo que haya dicho en mi vida porque aunque sé que Caiden me oculta varias cosas, Deven lo hace más.

—Algo que soy incapaz de descifrar —es lo único que contesto evitando mirar a su rostro.

—No creo que te sea tan complicado —suelta una risa agria—. Te has enamorado de él, eso pasa —me quedo callada afirmándole sus palabras—. Tu silencio me lo dice todo, pero no voy a dejar que te destruyas a ti misma ni a nosotros.

—¿Por qué? ¿De qué forma eso me va a destruir? —me zafo de un tirón—. ¿Sabes? Ya estoy harta de las estúpidas frases con acertijos, solo me advierten, me mienten como si eso fuera a solucionar algo y si quieren que forme parte de toda esta mierda, deben de decirme la verdad de una puta vez así les daré la tranquilidad que tanto desean dejando de buscar donde no me llaman, pero mientas eso no suceda, voy a seguir viendo por mí misma hasta descubrirlo —vuelve a tomar mi mano de forma imperiosa.

—¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres saber la maldita verdad? —de la nada comienza a gritar y me aprisiona contra el marco de la puerta—. ¿Quieres saber lo que oculto? ¿Lo que él oculta? ¿Así te irás de una puta vez? —un mechón de dispara a su frente dándole el aspecto que pone de nervios, pero aún así no deja de verse guapo.

—¡Ya deja de gritarme! ¡Y sí! ¡Quiero saberlo!

—Entonces vamos —se aleja de mí sin dejar de sostenerme y prácticamente me arrastra fuera.

—¡Eh! ¿A dónde vamos? —intento zafarme.

—¿No querías saber lo que te ocultamos? Pues te llevaré a la verdad.

Me arrastra hacia todo lo largo de un sendero desconocido entre el bosque. Por mucho que pregunto acerca de nuestro destino, el silencio golpea de una forma penetrante así que solo me queda esperar hasta llegar. Nuestra caminata de alrededor de media hora, se acentúa en mis pies que parecen haber sido aplastados por un camión. Al detenernos en el sitio marcado por la luz del sol, soy yo la que me suelto de forma inmediata sin poder entender qué rayos hacemos aquí, en el cementerio de Reshville.

—¿Qué diablos hacemos en el cementerio? —pregunto abriendo los brazos para darle más dramatismo.

—Ven —comienza a caminar entre una fila de lápidas como si supiera el camino de memoria a una en específico. Se detiene y me mira—. Aquí. ¡Mira aquí! —me acerco para ver el nombre de la lápida que está señalando—. ¡Este es mi secreto! ¡Mi oscuro secreto! ¿Conforme, Heather?

Ese nombre... El nombre de la lápida: Hope Manson; es el nombre que estaba puesto en el espacio de la madre del registro del bebé que desapareció hace dos años, uno que jamás se dio a conocer en el pueblo cuando pensaron que ese año no hubo desaparición. Solo que no estaban enterados de que el día treinta y uno de agosto esa mujer que ahora está enterrada aquí, dio a luz a un pequeño. Si no me equivoco, ese nombre me suena de más de ese registro, creo haberlo escuchado en la Preparatoria Ragsdale. ¡Por Dios, sí! Su desaparición fue la noticia por la cual decían que habían tomado a la chica en el lugar de un bebé sin saber que sí se llevaron a un niño.

The HotelWhere stories live. Discover now