Capítulo 8

42 15 20
                                    

—Maldición —murmuro para mí misma con respecto a los vidrios rotos en el suelo.

Me agacho para recoger la evidencia de que he estado husmeando en el dormitorio pero en el proceso me corto la piel con el cristal. Suelto un leve quejido y me levanto.

—Deja eso. Le diré a madre que yo lo rompí —se acerca a mí como si le divirtiera verme sangrar, otra vez.

—Bueno... Gracias, supongo. Además, la foto está intacta solo fue el... —detengo mis palabras viendo como él se agacha para tomar la fotografía.

—Ahora ya no —rasga la imagen por la mitad justo frente a mis ojos.

—¿Qué rayos, Deven?

—No me agradan los retratos familiares —la deja caer al suelo como si hubiera soltado una pluma.

—Ese... es tu padre, ¿no? —ante mi pregunta suelta una de sus carcajadas tenues y sombrías.

—¿No hicimos un trato, Heather? Recuerda: por cada pista me das algo a cambio. Aquí tienes —me extiende el teléfono.

—¿Qué te llevó tanto tiempo, Deven? —lo agarro sin dudar.

—Ver esto y aquello —se encoge de hombros, luego chasquea la lengua—. Quizás solo quise revisar tus cosas —sonríe para mi molestia.

—Por favor, ¿ahora qué quieres? —resoplo.

—Paciencia, Heather, es el mayor tesoro de un ser humano.

—Hablas como si tú no lo fueras —como si esas palabras fueran un detonador, se acerca hacia mí.

—Porque no lo soy —susurra a mi oído, me estremece su contacto con mi piel—. En fin, cosas que nadie entendería —toma distancia normal, hago un suspiro mental de relajación, pero creo que en mi rostro se puede ver el rubor—. Dime, Heather, todavía no me has contado sobre tu último descubrimiento. Yo contribuí a tu beneficio así que merezco enterarme, ¿no crees? —comienza a caminar de largo en la habitación.

—Si ya lo sabes, ¿para qué rayos me preguntas? ¿Te gusta oír que tu madre encubre un asesinato, o solo lo vas a interpretar como que está tapando a alguien?

—¿Desatando tus sospechas, Heather?

—¿Cómo crees? Pero si te sientes ofendido de alguna manera, lo siento —pongo las manos en alto como rendición.

Su rostro de diversión extraña cambia para uno que da miedo de tan drástico que luce, aunque sus hermosos rasgos no dejan que se vea deliberadamente horrible. Está tan trastornado como guapo, sin embargo eso no elimina el hecho de que es peligroso. Debería de modular mejor cómo me dirijo a él.

Junto con su expresión violenta, agarra mis manos para empujarme hasta chocar con la cómoda de los retratos. Coloca mis muñecas juntas detrás de mí como si tuviera esposas, por lo que no me queda remedio que encararle y dejarle manejar mi cuerpo a su antojo. De cualquier forma me supera en fuerza.

Se pega a mí de una forma que ni siquiera puedo mover las piernas bajo él. Siento su aliento caliente en mi oreja, así como su respiración agitada (nunca más que la mía). El olor extraño de este chico se hace presente, pero aunque no sea algo del todo agradable no hago por apagar mis sentidos. Lucho por no perder la compostura ante el miedo que él ejerce en mí, eso empeora cuando habla pegado a mi oído.

—No juegues conmigo, Heather —se escucha como un susurro, pero no suave como los demás, sino uno cargado de odio—. Quienes juegan conmigo, solo terminan de una forma: muertos —aprieta más mis muñecas mientras no puedo abrir más los ojos por el espanto—. ¡Te mataría! —casi me deja sorda con su grito.

The HotelWhere stories live. Discover now