Capítulo 18

26 9 10
                                    

—Estás muy callada desde que fuiste a buscar mi bufanda.

—Tengo sueño.

—¿Tan temprano? Pero si apenas y son las ocho y tanto, ¡no me digas que eres de las aburridas que se duermen temprano!

—No tengo muchas cosas que hacer.

—¡Ay Heath! Eso es aburrirse en exceso y no me digas que no tienes nada que hacer porque estoy segura de que el buenazo rubio te dará algo en qué ocuparte —me guiña un ojo con picardía.

—No digas tonterías, Kiersten —resoplo aferrándome más a mi abrigo.

—¿Qué tonterías? Solo digo la verdad, por favor. En cada cena se nota su tensión sexual, juraría que con la mirada te desgarra la ropa para hacerte las Cincuenta Sombras de Grey...

—Basta, por favor. No estoy de humor para eso.

—¡Qué amargura, linda! No es una noche para esa cara, no sé qué tienes, pero estás realmente rara —acomoda su bufanda—. ¡Hey mira! Allí está Nash con el señor Clifton y su esposa —señala por entre algunas personas.

Hago un suspiro profundo mientras introduzco mis manos en los bolsillos del abrigo, siento que la fuerte brisa nocturna me quema hasta el alma. A penas estoy calmando mis latidos acelerados del pánico producido por ver otro cadáver, esta vez acabado de apuñalar, más el hecho de enfrentar mi miedo a las alturas y no saber qué rayos le sucede a Deven para estar encadenado de esa forma. De la forma que lo ví allí, el concepto de celda se hace más apropiado.

La preparación de la cacería está llevándose a cabo desde hace horas para dar tiempo de marcar cada centímetro de las fronteras de Reshville ya que, está fijado como regla no pasarse de lo señalado. Por otro lado, el número de personas que se han reunido esta noche, es considerablemente bajo comparado con los años anteriores. Jamás me gustó asistir a estos eventos de salvajismo, pero papá nos arrastraba para contemplar la osadía del hombre atrapando a su presa y trayéndola todo victorioso, exhibiendo así su logro como especie dominante. Me pregunto si al ver aquello le volvían recuerdos de cuando lanzó esos cuerpos al río como unos puros animales.

Una vez más con el ambiente de cementerio a nuestra esquina, la cúpula descuidada de noches y días bajo lluvia o el mínimo resplandor que se asoma por entre las nubes de nuestra mañana, está rodeada de gente llenando el entorno con su bullicio. Las luces colocadas en el perímetro, hacen la penumbra de la noche más placentera; mientras viejos ricos decoran los alrededores con sus risas escandalosas y choques de vasos recién servidos de las mesas de largos manteles blancos, repletas de comida casera y bebidas fuertes para soportar el frío potente que azota.

—Cariño —Kiersten se lanza a besar a Nash, el cual confirma la seguridad de su escopeta una y otra vez—. Señores —saluda a los ancianos a nuestro lado.

—Buenas noches —me limito a decir con los labios apretados.

—Buenas, querida —la señora Alice masajea mi brazo como saludo, mientras su esposo me da una sonrisa amable—. Me alegro de que hayas venido a un evento tan importante como este —¿cómo no?—. Aunque ya no es lo mismo que antes, es la primera vez que se efectúa sin un alcalde llevando el pueblo. A leguas que se nota que las personas están asustadas —abre bien los ojos y aprieta mi brazo, por lo que hago una mueca de molestia.

—Venga Alice, deja de asustar a la chica —habla su marido salvándome de la horca—. Disculpa a mi esposa, pienso que ese té le está haciendo mal últimamente.

—Sí... claro.

—¿Qué dices, Clifton? ¿Insinúas que estoy mal de la cabeza? Por favor, la niña va a pensar que estoy loca —diabólica sí que es.

The HotelWhere stories live. Discover now