Capítulo 22

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—Llévame al hotel ahora, Caiden —ordeno con cara de pocos amigos luego de que regresara tras horas.

—¡Eh! ¿Qué te pasa?

—¡Por favor! ¿Después de todo vas a seguir mintiendo? Alrededor de cinco horas te fuiste al pueblo, ¡cinco horas! ¿Cómo me vas a explicar eso?

—Heather tranquilízate, escucha —pone sus manos en mis hombros, me aparto—. Hace mucho tiempo que no voy a ese pueblo, no sabía que en su entrada habían unos putos polis que regulan la velocidad. Por pasar el límite, me detuvieron por horas hasta confirmar que la moto es de mi propiedad. Luego me dejaron ir con una multa —se encoge de hombros para darle cuerda a su buena mentira.

—Llévame al hotel, es tarde —camino a su moto.

—¿Qué? Venga, pelirroja...

—¡No! Caiden, te dije que me llevaras al hotel ahora —apunto hacia la moto como mi única vía de transporte, pero él simplemente se queda inmóvil—. De acuerdo, sino me quieres llevar de vuelta, me voy caminando.

—¡Heather! —me hace girar tomando mi muñeca y alzándola por encima de mi cabeza, amenazante, como si pretendiera dar a entender que mi vida dependía de su agarre—. No te irás de aquí.

—¡Suéltame! —intento zafarme sin éxito.

—No te irás de aquí, porque tenerte lejos es la única forma de mantenerte a salvo. ¿No quieres escapar? Pues ahí hay un pueblo de posibilidades —señala al otro lado de la carretera—. Podemos huir de esta nube negra que nos persigue, comenzar como personas normales —la sinceridad en sus palabras me hace detallármelo detenidamente.

—¿Escapar de qué? ¿De tu madre? —se queda en silencio, lo que me lo confirma—. Aunque quisiera escapar, ¿cómo voy a dejar a mi tía en ese nido de monstruos? Es la única persona que me ha apoyado desde la muerte de mis padres, no puedo hacerlo. ¿Quieres hacerme perder la confianza que has ganado? —suaviza su agarre, lo que me permite zafarme.

—Pensé que no ibas a confiar en mí —ladea su sonrisa con malicia.

—¿Entonces por qué vine? No lo arruines, te lo pido. Vamos al hotel... Encontraré la manera de alejar a mi tía de esto y... Tal vez podemos escapar como dices —hago una leve sonrisa.

—¿Sabes que ese día no lo veré? Ninguno de nosotros lo hará, Heather —su sonrisa vuelve a ser borrada por una ráfaga de frialdad.

—Son los hilos rojos del destino, ¿no es así?

El sol se pone en nuestro horizonte y sé que es el momento de dejar el sueño de que todo está bien y tuvimos un escape de la realidad. Siempre pensé que yendo al ático a estar con Deven en la oscuridad, era mi burbuja de escape, pero estando con Caiden en este lugar, puedo sentir que hay otro camino, algo verdadero; lástima que sea la última vez, porque desde el comienzo de esta historia, supe que jamás iba a haber un final feliz.

Llegamos al pueblo en alrededor de una hora, le pedí a Caiden que me dejara en la tintorería para recoger las cortinas, así al menos le iba a dar un golpe en la cara a Rose por hacer bien mi trabajo y demostrarle que no me va a retener, si no es matándome. El rubio prácticamente me dejó plantada esperando las telas, recibió una llamada que parecía urgente y se tuvo que dirigir al hotel primero. Estoy lo suficientemente segura de que tiene que ajustar cuentas con su madre, pero ¿cómo ella sabía que habíamos vuelto? Se suponía que llegaríamos por la noche o la madrugada queriendo alejarme lo suficiente, o... Tal vez Caiden fue llamado para informar sobre el asunto, seguir bajo el mando de su madre... ¿Qué lo retiene tanto?

Está oscureciendo en cuanto salgo del bosque que ya me da tanto repelús cruzar. Me encamino por el sendero hacia el hotel iluminado con sus luces interiores, cuando veo la puerta abrirse y salir a la profesora McGhee sonriente. Baja del porche con unas risas y manteniendo una conversación muy amena con Caiden, quien se apoya en el barandal del mismo. ¿Qué hace ella aquí? No...

The HotelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora