Capítulo 13

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La noche. Esa noche por las que tengo pesadillas de forma más constante de lo normal, la que marcó mi vida por siempre y de las que pocos saben la verdad. Frente a todos solo soy una chica que perdió a sus padres por uno de los crímenes acostumbrados en Reshville, por quienes recibo condolencias o miradas de compasión sin importar que haya pasado tiempo. La historia que se cuenta en realidad es una versión para continuar destruyendo lo dañado y salvar lo sano. Me han hecho creer a mí misma que soy la parte buena que hay que proteger, pero nadie sabe que desde entonces he estado más rota que él.

No he hablado con nadie sobre esto, la psicóloga me presiona con su forma pausada de ver la vida, pero no digo nada, solo me limito a un “Estoy bien”. Sé que no es cierto, él lo puede ver.

Recuerdo haberme despertado con un trueno que trajo consigo el mal presentimiento, solo para no dejarme dormir más. Me quedé con las piernas abrazadas sobre mi cama, con la vista fija en la ventana donde rayos iluminaron el cielo, y las gotas de lluvia por la tormenta chocaron en la ventana. No le tenía miedo a las tormentas, pero no podía conciliar el sueño ya fuera por ruidos extraños a lo largo de mi oscura habitación o por el dolor inminente en el pecho.

Un ruido más fuerte me alertó, pensé que algún ladrón había entrado a la casa aprovechando la tormenta, me quedé expectante a cualquier movimiento y traté de encender la lámpara de mi mesita de noche. No había electricidad, la tormenta habría hecho algún corte en el cableado del pueblo. Si había un intruso, papá se encargaría de ello, por algo era el sheriff, el encargado de mantener el orden.

La puerta de mi habitación solo iluminada por la luz proveniente de la noche en la ventana, se abrió lentamente como el monstruo del clóset de los niños. El cabello oscuro de mi hermano lo identificó inmediatamente tras las sombras. Solté un suspiro de alivio porque fuera él, pero de forma rápida este alivio fue convertido en horror por ver su pijama azul y sus manos pálidas manchados de sangre. En su mano derecha portaba un cuchillo del que goteaba el líquido rojo.

—¿Qué...? ¿Qué has hecho, Robyn? —traté de mantener la compostura mientras me encogía más en mi cama.

—Me deshice de los impostores, Heath —sonrió de forma genuina ignorando lo que acababa de hacer.

—No... —me eché atrás a medida que caminaba hacia mí.

—Tú vas a ayudarme a hacer el resto —su sonrisa se volvió torcida y de atrás del pantalón de su pijama ensangrentada, sacó el arma de papá.

Me apuntó con el arma y si no hacía lo que él quería, perforaría mi cerebro con una bala. El arma de papá estaba en la caja fuerte de su habitación puesto que con la condición de Robyn era peligroso dejarla en el uniforme o en algún lugar accesible. Lo mismo debieron hacer con los cuchillos...

Al ver la escena de la cocina tras bajar las escaleras como Robyn me obligó, corrí a mamá desangrándose en el suelo detrás de la isla. Papá se encontraba a su lado inconsciente, pero comprobé su respiración con una cuchara a mi alcance, de todas formas no estaría vivo por mucho más tiempo si seguía con esa gran herida en su estómago brotando sangre a montones. Por otro lado, mamá luchaba por no caer en la inconsciencia mientras hacía presión en su herida y yo trataba de no ser torpe entre lágrimas. ¿Por qué estaban vivos si podría haberles disparado o clavarles el cuchillo en un punto mortal como el corazón?

—Resiste mamá, todavía puedo salvarlos —hice más presión sobre su herida con sus ojos moribundos en mi dirección—. ¡Robyn, por favor! Aún podemos salvarlos —pasé a presionar en la herida de papá que parecía ser más profunda.

—Pequeña Heath —pasó su mano ensangrentada por mi cabello, para luego carcajearse—. Son unos impostores, no son mamá y papá, tienes que entenderlo.

The HotelWhere stories live. Discover now