Capítulo 34 (Tom)

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Estábamos jugando videojuegos en mi alcoba, Diablo estaba perdiendo de forma desastrosa, algo lo estaba inquietando.

—Bien porque hiciste lo de Summer.

—A qué viene esa pregunta, Tom sabes porque y por quién lo hice.

—Ajá... pero nunca te vi actuar tan irracional.

—Créeme Leila ya se encargó de hacerme sentir mal, por mis actos, no necesito que tú también empieces. — Diablo bufó y se acostó en mi cama dejando los controles. — Demonios Tom, no sé, sólo pensé en Leila y quería que nadie más la lastimara, sí sé Summer no se merecía eso, no era una mala chica, pero tampoco era un encanto, es que... ahs Leila me vuelve loco quiero, estar con ella pero al mismo rato solo quiero salir corriendo hacia el otro lado, quiero que deje de tontear con ese tal Frank pero luego pienso, no, el muy rubio parece quererla y luego está el hecho de la banda, que me ve como su amigo y que cualquier forma de coquetear con ella, va y lo toma como boberías mías.

—Que sí lo son. — dije acostándome a su lado.

—Ese no es el punto. — gruñó.

—Vale entonces en vez de irte con rodeos y con formas extrañas de demostrar tu interés, no vas y te planteas delante de ella y le dices, Leila quedé cautivado cuando te vi sudorosa desde esa ventana, pero me enamoré de ti desde que empezamos a conocernos, te quiero y quiero que seas mi novia.

—Si claro. — tomó la almohada que tenía a su lado y me lanzó a la cabeza. — tu dándome consejos de declaraciones, cuando ni siquiera te atreves a acercarte a la fabulosa capitana de porristas, Jessica.

—Eso fue un golpe bajo Diablo. — le dije lanzando la almohada a su cabeza.

Iba a decirme algo cuando el teléfono de la casa sonó, le hice una señal para que el respondiera, se levantó de la cama y se fue a la planta baja.

No era que no me declarará a Jessica por miedo o timidez no lo hacía, porque cuando iba a los partidos de fútbol del equipo del colegio no solo la veía, también me sentía atraído en ocasiones por mi segundo del equipo.... Y creo que eso no era normal, creo que solo me quedo embobado por lo bien que juega, no por lo atractivo que es, ay... yo estaba igual de confundido que el tonto de Diablo.

Bufé y me levanté de la cama. Bajé las gradas, Diablo estaba al teléfono, su sonrisa era amplia y sus pies jugueteaban, era Leila al teléfono, lo sabía solo por la actitud que tomaba, él no estaba confundido, él sabía lo que sentía por ella solo no se atrevía a arruinarlo. Colgó el teléfono.

—¿Por qué te llamo a ti?

—Celoso. — le dije cruzándome de brazos y regalándole una sonrisa lobuna.

—Bien, lo sé sigue molesta conmigo, pero yo era el que le acompañaba a cualquier lado y resolvía sus problemas.

—Ahora lo hacemos cualquiera que esté libre. — me reí.

—Esa mujer es mi ruina. — lo dijo sentándose en el sillón.

—Y al parecer la dueña de tu corazón.

—Si.

Respondió sin pensarlo. Lo miré de golpe, él simplemente se encogió de hombros.

—Bien, esto va a quedar entre nosotros, vale.

—Cómo siempre. — le dije sonriente.

—Leila es el amor de mi vida, y no quiero arruinarlo, quiero estar con ella cuando sea maduro, responsable y un hombre que ella se merece, mientras tanto que ella siga sin que se entere nunca de lo que siento por ella, y yo seguiré mi vida loca, pero si algún momento mi vida loca se me va de las manos y la llegó a lastimar tu me pones un alto, de acuerdo.

Entre Sombras Y Acordes Where stories live. Discover now