Cap. 28

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El sonido de su respiración se habia calmado, eso era buena señal.

El aroma dulce de  su cabello llenaba mis fosas nasales pues había bajado mi nariz para dar pequeñas caricias y tranquilizarlo. Él era tan fino que mis manos lo rodeaban por completo. Me preguntaba si había estado comiendo correctamente en los últimos meses, la respuesta estaba clara y no me gustaba.

Pero en general, yo tenía tantas dudas acerca de el que podría pasar un par de horas preguntando cosas estúpidas que tal vez no fueran importantes.

Y es que cuando se trataba de él siempre había algo que se me escapaba, era tal vez una mirada o una maldita expresión, siempre terminaba por lastimarlo y eso era algo que parecía no haber cambiado.

En esa ocasión había sido un beso, yo no tenía como demostrarle que en verdad lo amaba que se me había echo fácil besarlo. Justo lo que dije que no haría hasta que hubiésemos dejado las cosas bien claras entre nosotros.

Luego de esa caricia, sus lágrimas comenzaron a brotar. No quería que el llorará pero lo hacía, me preguntaba si el besarlo había sido ir demasiado lejos.

Yo estaba completamente perdido.

En verdad Jimin siempre había echo todo lo contrario a lo que me esperaba ¿Por qué pensé que un beso podría ayudar en algo?  En verdad era un idiota.

En primera instancia había optado por alejarme pero ya estaba harto de negar mis propios sentimientos. Yo ya había ido tan lejos que no había manera de retroceder.

—Lo siento — Jimin trató de alejarse pero yo no lo permitiría, al menos no de forma voluntaria.

Recordé cuánto me gustaba sentirlo cercano, mis brazos se aferraron más a él y baje el rostro para llenarme de su fresca esencia.

¿Quién era yo para merecerlo?

Nadie pero eso no importaba.

Cuánto me había costado entender ese concepto.

—Estoy bien —Lo oi murmurar, solo entonces recordé que era yo el que lo estaba consolando y no al revés.

Lo iba a soltar pero el hizo su rostro de lado y yo pude bajar mi rostro a ese espacio. Era su esencia más allá de él aroma de un fino perfume de vainilla, el siempre tenía ese tinte dulce, su piel blanquesina era de una cremosidad casi difícil de creer que fuese real, sin embargo, yo era un maldito embustero que sabía perfectamente que era tan suave y fácil de marcar.

Yo era un maldito delincuente que había quedado al descubierto y aun así perdonado e invitado de nuevo al paraíso.

Al dejar un beso suave en su piel lo escuché sostener la respiración.

—No era mi intensión llorar, lo lamento.

Sus manos fueron a mi pecho y me empujaron hacia atrás.

La pequeña distancia me trajo de nuevo a la realidad, que poder tenía el para llevarme al cielo y hacerme sentir tan ajeno a todo.

Por qué yo no era digno de esa sonrisa y menos de sus lágrimas.

Su rostro apenado con un tono rojizo.

—Pero...

—Estoy bien

Mi mano aún tenía apresada la de él, asi que la apreté. El bajo su mirada y luego sonrió.

—Solo que me tomaste por sorpresa.

—Lo siento —Le dije pasando mis nudillos por su mejilla para limpiar el camino marcado de una lágrima. —Creo que no sé cómo comenzar.

En el pasado cortejarlo había sido tan fácil pero ahora parecia ser todo tan distinto. Mi instinto de protegerlo era más fuerte y lo único que se me ocurría era cuidarlo de mi mismo.

—Una vez dijiste que mis sentimientos no debían de cegarme he pensando mucho en eso y creo que tienes razón.

El alejo su mano claramente rechazando mi tacto pero su mirada estaba siendo amable y llena de ese brillo especial.

—Tú me tienes que ayudar.

Mirando su expresión dulce como si no hubiera mil heridas en él me encontraba deslumbrado.

¿Cómo podía ser tan malditamente bueno?

Había intentado por tanto que me odiase y jamás lo había logrado.
Un segundo titubie por qué una emoción creciente en mi estómago me hizo sentir ansiedad, ya no podía seguir tomandolo a la ligera, yo debía estar para su servicio.

Eso era lo que el necesitaba, alguien que dedicará su vida a hacerlo feliz.

Yo tomé su mano de nuevo y la acaricié, el destendio su palma permitiendo que yo lo tocará con libertad.

—¿En qué quieres que te ayude?

El pareció pensar un momento mientras miraba nuestras manos.

Solamente el silencio del mar y la luna habían sido testigos de mi agonía. Creí que lo había perdido todo y eso había roto cada maldito perjuicio que yo tenía.

Había entendido que la esencia del amor no se encontraba limitada a clases sociales ni al dinero. Sorprendentemente la persona que me había enseñado eso estaba frente a mí con su alma totalmente desnuda, su mirada vulnerable había sido razón de mil análisis en mi mente.

¿Qué había visto en mi? ¿En verdad era yo especial?

—Quiero ser distinto, no quiero perderme de nuevo.

Una vez más su manos se separaron de la mía.

Pero está vez no insisti.

No era capaz de entender que me estaba pidiendo pero su sonrisa me indico que no debía temer.

—¿Quieres que no te toque?

Entonces el se le borro la sonrisa y miró hacia aún lado.

—No exactamente, me refiero a que...

En un intento por detener mis impulsos cruce los brazos en mi pecho y espere su respuesta.

El contuvo el aire frustrado.

—¿Por qué es tan difícil hablarlo?
A veces me gustaría que pudieras leer mi mente y así ahorrarme todo esté pesar.

—Solo dilo.

—Quiero... que... no tengamos una relación como tal.

No esperaba eso. Como una daga filosa atravezo aquella sensación gloria que estaba sintiendo a su paso todo se congelo y tuve que respirar de nuevo para comprobar que no estaba soñando.

—¿Cómo dices?

—Creo que no estoy listo aún para tener algo.

Miré su expresión mortificada. El ahora estaba un poco más alejado de mi.

Entendí la gravedad de lo que estába pasando entre nosotros.

—Pero no quiero que te vayas de nuevo. —Dijo precipitadamente. —Por favor.

—No lo haré.

Metí mis manos dentro de mis pantalones y estiré mi cuello sacando un poco la tensión.

Después observé su rostro y sonreí logrando que él hiciera lo mismo.

—Me quedaré contigo sin importar nada, Jimin, ya he aprendido la lección.

Sus ojitos empezaron a lagrimear de nuevo y lo vi suspirar tratando de que controlarse.

—¿Te gustaría quedarte a cenar?

Si había unas lágrimas pero no tuve permiso para acercarme.

—Me quedaré a cenar contigo siempre que lo quieras.

Él sonrió y luego me tomó un par de suspiros recomponerme.

—Perfecto.

Un dolor estaba instalado en el centro de mi pecho.

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⏰ Last updated: May 13, 2022 ⏰

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