Cap 5.

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—¿Me puedes decir qué es lo que sucede?

—Nada.

—Jimin, hijo...

—Estoy bien, madre. Creo que ya es momento de que regrese a trabajar, solo cuida por hoy a Hyden, encontraré una niñera pronto.

—De ninguna manera, lo cuidaré yo, pero... No crees que es muy pronto, los chismes volverán de nuevo, ese hombre aún trabaja allí y tú... No quiero que te metan en controversias.

—Él ya no me interesa. — lo odias, recuérdalo Jimin, me dije a mi mismo.

—¿Lo dices en serio?

—Todo estará bien mamá.

—Yo le dije a tu padre que lo despidiera, pero jamás me escucha.

Me agaché a besar las mejillas de mi hijo que ya estaba a media sala con un plato de cereal en sus manitas.

—Él ya rehízo su vida, soy un capítulo concluido para él, no debes de preocuparte.

Incluso si mis palabras decían la verdad, me hallaba sintiendo de una manera anestesiada. Ya había llorado lo suficiente y las lágrimas se me habían terminado. Nada podía hacer para remediar un matrimonio que ya no existía.

De nada servía que siguiera sufriendo, así que hice a un lado mis sentimientos y entonces me di cuenta que había dejado muchas cosas de lado.

—¿Y tú novio el muerto de hambre? — Jackson me saludó cuando entrábamos en la sala de juntas de esa mañana.

—Buenos días también a ti, hermano.

Había muchas cosas con las que ponerme al corriente, así que solo ignoré la cara de suficiencia de mi hermano y de varios que parecían satisfechos por todo lo que me había pasado.

Y aún pese a todas sus expresiones burlonas, me senté en la silla principal como representante de mi padre.

Por supuesto que muchos esperaban que me fuera mal, pues siempre había contado con el beneplácito de mi padre, algo que mis hermanos odiaban.

Al verlos al rostro noté cuánto habían disfrutado mi caída.

Les sonreí con orgullo.

—Listo. ¿Qué es lo que veremos el día hoy?

Las luces se apagaron dejando solo la luz de la pantalla, donde estaba el jefe del departamento de diseño, preparado para exponer sobre el nuevo modelo de camioneta.

Yo había regresado y esa noticia llegó pronto a todos los rincones de la empresa, sabía que en algún momento nos encontraríamos como había pasado en el pasado, solo esperaba que cuando eso pasara mi mente no me traicionara y que lograra fingir que ya no me importaba.

Jungkook era el encargado del mantenimiento del edificio, así que siempre se encontraba rondando por cualquier lugar.

Ser consciente de su cercanía me tenía en tensión.

—Que bueno verte, hijo.

Mi padre entró a mi oficina antes de que diera el medio día, yo tenía los documentos de la junta y los analizaba con cuidado.

—He regresado padre.

—¿Estás seguro que no quieres que lo corra? Una sola palabra tuya hará la diferencia.

Mi padre era un señor muy mayor y entró lentamente a la estancia cruzando la moqueta de forma silenciosa.

—No es para tanto.

—Eres demasiado bueno. —mi padre se empezó a reír —Por eso es que tendrás esta empresa en tus manos cuando yo muera.

Había sido criado para ser su sucesor, así que eso lo sabía más que nadie.

—Sin embargo, tienes un defecto muy grande, te dejas llevar por tus sentimientos, cometiste un error y pusiste en riesgo nuestro patrimonio.

Bajé la mirada a los papeles, ese error tal vez lo tendría tatuado con sangre para siempre.

—Así que debes de tener cuidado de no volver a cometer algo así. Antes de volver a firmar un contrato de matrimonio se debe de hacer un convenio para que nuestra riqueza siempre esté a salvo.

—Eso jamás volverá a pasar. — le dije rápidamente y él sonrió agradecido con mis palabras.

—Júralo, Jimin. Jura que no volverás a cometer ese error.

Esa sentencia me dejó un poco descolocado.

— No entiendo. ¿Por qué jurarlo?

—Mi tiempo se agota, hijo y tengo miedo que tus acciones nos hagan perder lo que tanto hemos trabajado.

Él ahora no sonreía.

Respiré profundamente dejando de lado aquella sensación de ansiedad que estaba empezando a martirizar mi cuerpo.

Que más daba si lo juraba, era verdad que jamás olvidaría a mi ex esposo.

Lo seguía amando como el primer día a pesar de sus errores.

—Lo juro, padre, jamás me volveré a casar.

Él sonrió y yo seguí en mi trabajo.

—Después de todo ese hombre sirvió para que conocieras lo que hace la gente oportunista.

Él parecía demasiado libre a juzgarme.

—No quiero hablar más del tema, padre, para mí todo quedó en el pasado.

—Me gusta que lo hayas entendido de esa manera, hijo.

Con esto él se fue de mi oficina dejándome con una sensación extraña.

Sentía que algo estaba mal, ya no seguía mis instintos con la misma certeza de antes, encontrarme en esa realidad de nuevo me hizo sentirme extraño como si no encajara más allí.

Ese primer día no lo vi, así que cuando llegué a mi casa y abracé a mi hijo me deshice de todo el temor que había acumulado.

—¿Te quedarás a comer?

—No madre, lo lamento.

—¿Cómo estuvo todo? ¿Lo viste?

Agarré la mochila de mi hijo y lo cargué para salir de allí.

—No, no lo vi, madre. Y si lo hubiese visto no pasaría nada. Gracias por cuidar a mi hijo.

—De nada.

Cuando manejaba hacia mi departamento me preguntaba por qué todos parecían tan preocupados por mi vida sentimental.

Era como si esperaran a que regresara con él de nuevo.

Cómo si consideraran que nuestro matrimonio había sido solo un capricho.

Una vez más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora