Capítulo 19. "¿Londres, tal vez?"

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Capítulo 19
Jason Beaumont

Me fui de Londres convencido de que odiaría mi estadía en Columbus... y ahora solo puedo pensar que muero por estar con mi hija en su mecedora en la hora de la siesta.

Dejo mis maletas en mi habitación. Todo sigue igual a como lo dejé. Incluso el cojín que tire al piso por mi fastido sigue ahí. Si que se toman en serio el no me gusta que toquen mis cosas.

—Lucy ha puesto sábanas limpias, también toallas en el cuarto de baño.

—Bien.

—¿Ocupas algo más? Puedo pedirles que...

—Estoy bien, papá, gracias.

—Jason —patea el cojin mientras se acerca a mi—. Se que es duro para ti, pero... gracias por comprender el por qué te necesito acá.

—Lo se, no te preocupes.

—Dentro de tres días tenemos cita en el medico, ahora si es el diagnostico definitivo —susurra.

—Yo iré con vosotros.

—Gracias —palmea mi hombro y sale de la habitación.

Mi padre fue el encargado de ir por mi al aeropuerto. Mamá sigue en su hora de siesta, así que al despertar mirará a su guapo hijo, que ahora se carga unas ojeras que da de que preocuparse. Me tumbo en la cama y suspiro hondo, ¿cómo viviré aquí deseando estar en otro lugar?

Saco el movil y busco su contacto. En Columbus en estos momentos es medio día, así qué esta en el hospital.

Jason: Hola, cariño. Ya estoy en casa, ¿qué tal todo por allá?

No espero una respuesta inmediata, así que dejo el movil sobre mi pecho y cierro los ojos, solo por unos momentos. Bien, el momento se alargo y creo que he tomado una siesta. Los rayos del atardecer me dan justo en la cara, por lo cual me despierto y me voy a la silla del escritorio, cojo el movil y reviso si es que tengo algun mensaje. Y lo tengo.

Bry: Holaaa, amor. Que bueno que ya estes allá, ¿cómo están tus padres? ¿cómo estás tú?

Jason: Mi padre bien, y mi madre aún no le veo, estaba en su siesta y yo acabo de despertar de una.

Bry: Mira que tu hija también acaba de despertar de la suya.

Jason: ¿Cómo está Maia?

Bry: Adormilada, le ha picado un mosquito en su mejilla y esta algo irritada.

Y me envía una fotografía. Es Maia, con los ojos llorosos, su mejilla roja y con una roncha aún más roja, su boquita esta en un puchero y se ve como su manita esta apretando la oreja de su conejito.

—Jason.

Levanto la mirada y la llevo a la persona que acaba de hablarme. Es mi padre, ha hablado desde el marco de la puerta.

—Dime.

—Regina esta preguntando por ti —me sonríe—. Ya quiere ver a su bebé.

Pongo los ojos en blanco y me levanto. Bajamos juntos las escaleras y nos vamos hasta el salón, me hace una seña de que mi madre esta en el patio, justo debajo de los árboles viendo el atardecer. Me acerco a las puertas de cristal que dan al patio, me recargo y sonrio antes de hablar.

—Bonito atarceder, ¿cierto?

Mi madre, desde su silla de ruedas, gira lentamente la cabeza hacia mi direccion. Sus grandes ojos azules se posan en los mios y en sus labios se dibuja una hermosa sonrisa. Mi sonrisa también aparece, camino hasta ella y veo sus manos temblar cuando se las lleva a cubrir su boca.

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