La Doctora se pone de pie.

—¿Peleas, golpes, gritos?, ¿en dónde crees que estas? —pregunta con su típico tono de voz irritado.

—En el infierno.

—¿Cómo es que llegué a esto contigo? —frunce el ceño —quizás debí tomar medidas más drásticas.

No pienso responder, de tan solo escucharla me dan ganas de vomitar.

—Cassey quedo con una costilla rota y daños superficiales.

¿Una costilla rota?, ¡Wow!, no tenía idea que tenía tanta fuerza en los puños. Sonrío.

—¿Porque sonríes? —se cruza de brazos. —¿Crees que esto es una broma?, ¿Es que acaso todo te parece un juego?

—No todo, solo usted.

Me mira irritada —te has convertido en un problema Emily, en uno que no tiene solución.

—Claro que tiene solución. Usted no quiere hacerse cargo de mis problemas y yo no quiero estar aquí...

—No te dejaré en libertad —dice tajante.

—¿Y porque no?

—Porque necesitas rehabilitación.

—¡Yo no necesito nada! —exclamo enojada, las manos de los guardias se tensan en mis brazos.

—No sé hasta cuando seguirás con esa negación.

— ¡Yo no necesito de su ayuda!

—Claro que la necesitas, ¿o acaso crees que atacar a una de tus compañeras es correcto?

—Si hubiese sido por mi le hubiese quebrado todas las costillas —escupo con toda la rabia posible.

La Doctora abre los ojos.

—No puedo creer que tengas un hermano —me mira seria —eres un peligro para el.

—¡No se atreva a hablar de Michael!

—¿O si no que? —levanta una ceja.

Me muevo hacia ambos lados, intentando deshacer las manos de los guardias que me sujetan, pero es imposible.

—Lo ves —alza una ceja —tus amenazas no funcionan conmigo, no mientras yo sea la directora de esta institución.

—Eso lo veremos.

Se acerca a su escritorio y teclea en el teléfono. Mueve su mano con un gesto y los guardias me sacan de la oficina y me escoltan directamente a mi habitación.

Me empujan y cierran la puerta tras de mí. Me quedo durante no sé cuánto tiempo parada mirando la puerta cerrada, pienso en Winnie, en mi hermano y en la costilla rota de Cassey.

Las palabras de la Doctora Mónica me dejan un eco en mi mente que no cesa de repetirse una y otra vez "No puedo creer que tengas un hermano, eres un peligro para él". ¿Cómo yo puedo ser un peligro para Michael, si soy lo único que tiene?, ni mi madre esta para consolarlo y mucho menos lo hará Bill quien lo tiene a su lado contra su voluntad.

Caigo sentada y apoyo mi espalda en la pared mientras rodeo con mis manos las piernas. Las lágrimas caen más rápido de lo que esperaba rodeando la comisura de mis labios.

Me dejan salir a eso de la tarde, cuando el sol se está yendo y solo queda una fina estela de colores en el cielo. Camino junto a las demás y me formo para recibir mis medicamentos. Me los hacen tragar, los escondo bajo la lengua y cuando me marcho los saco. Voy directo al baño y los boto en el inodoro hasta que desaparecen. Tomo una ducha rápida y salgo hacia recepción.

Mi Telequinesis © [En Edición]Where stories live. Discover now