CAPÍTULO XXXIII

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Arienne.

Dash me arrebató un jadeo de sorpresa cuando sus fríos y húmedos labios entraron en contacto con los míos, causando que mi cuerpo reaccionara de inmediato al acto tan avasallador que el chico misterioso estaba llevando a cabo.

Me aferré desesperada al igual que el de su cuello, queriéndolo mas cerca, anhelando y necesitando con demencia su cuerpo, cada parte de el.  Palparlo y deleitarme en el proceso.

No había tenido tanta experiencia en cuanto a los besos. En algunas fiestas que asistí besé a alguien por efectos del alcohol o solo por disfrutar de un momento con una persona que sabía que no iba a trascender mas allá, y por supuesto, Colin.

Colin había sido básicamente el casi  mi primera vez en todo, y, si en su momento había pensado que nadie en la vida iba a poder superar aquellas sensaciones y nadie me haría vibrar nuevamente que equivocada estaba, porque Dash con tan solo una mirada o un insignificante roce podía sentir que todo a mi alrededor dejaba de tener relevancia.

Lo que me trasmitía y me hacía sentir aquel sujeto tan esotérico era fácilmente adictivo, atrayente, envolvente.

Cuando me besaba quería quedarme allí por horas, rodeada de lo exquisito y bien que el lograba hacerme sentir; segura nuevamente en ese aspecto.

Era aterrador como el lograba arrebatarme el aliento, la cordura, la sensatez. Era mi perdición y aunque deshabilitaba cada parte de mi  yo no podía estar mas agradecida cuando se acercaba a mi y desordenaba mi ser.

Dash me estrujó contra la repisa empolvada la cual se tambaleó, pero a el no le pudo importar menos.  Sus labios se despegaron y cuando iba a refutar por la ausencia de su cercanía, entró en contacto con mi cuello,  la piel de esa zona se erizó de inmediato. Empezó desde el lóbulo de mi oreja, descendiendo lentamente y tortuosamente por mi cuello hasta llegar a mi hombro desnudo. Me estremecí cuando su cálido aliento se sintió en mi hombro. Cerré mis ojos para permitirme disfrutar cada segundo de ello y guardarlo en mi memoria.

―Arienne, tu...― susurro el cerca de mi oído.

Abrí lentamente mis ojos y pude observar su perfil, su gesto contraído, como pensando meticulosamente lo que iba a decir, o si por el contrario le dificultara por completo expresarse.

En un gesto involuntario, me hallaba acariciando su cabello con mi dedos.

El me observó y me temblaron mis piernas cuando sus intensos ojos grises se encontraban oscuros por su pupila dilatada, y pocas veces podía ver al Dash que estaba a escasos centímetros míos; sin sus impenetrables muros, esta vez si me dejaba ver claramente lo que quería trasmitir.

Y aunque su mirada en ningún momento abandonaba esa cautela, esa desconfianza y ese miedo que le generaba todo esto, también me estaba dejando ver algo diferente en aquellos ojos tan extraordinarios.

―Toda m vida me enseñaron a manejar mis emociones― con sus blancas manos acunó delicadamente mi rostro―, a no sentir básicamente y siempre traté de tener el control de ello, pero cuando se trata de ti― hizo una pequeña pausa para observar detenidamente mis ojos―, cuando se trata de ti todo se va a la jodida mierda.

―Dash...― su nombre salió en un hilo de voz poco audible.

Acerqué mi mejilla derecha a la palmada de su mano para sentir como a pesar de todo lo que estaba pasando en estos momentos, su tacto lograba darme cierta tranquilidad.

―Nunca he sentido esto. Nunca he tenido tiempo para descubrir que es esto― tragó grueso y volviendo a fijar su agarre en mi cara, pegó su frente a la mía― . No miento cuando digo que eres la primera chica por la que siento esto tan extraño, y no tengo experiencia y soy un desastre, y no se que hacer al respecto, porque por un lado me caes mal por ser una maldita terca y por el otro me fascina que seas así, que pese a todo seas fiel a ti. 

ENIGMAWhere stories live. Discover now