CAPÍTULO XV

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Dash.


Hace dos horas había aterrizado en Las Vegas. Me alojé en un hotel un poco retirado del centro para poder tener un poco de tranquilidad y seguridad.

Desde que entré en el territorio ya había empezado a ver las ostentosidades. Los residentes portaban trajes estrafalarios que iban hasta lo más cortos e insinuadores, hasta personas recorriendo las calles disfrazadas de personajes y famosos icónicos. Las calles estaban rodeadas de todo tipo de gente. Era ruidosa, aglomerada y con una versatilidad caótica. Contemplé a mí alrededor con más detalle y aunque veía mucho turista, era un contraste bastante singular.

Era una ciudad bastante concurrida, y he de recalcar que por cualquier lado que miraras habían construcciones suntuosas que dejaban sin habla. Estaba muy acostumbrado a la vida desmedida que tenían aquí, pero a su vez me seguía sorprendiendo el libertinaje que había todo a mi alrededor.

Hice mi checking y uno de los empleados me ayudó con el equipaje. Esta vez cambié mi vestimenta por una camisa blanca manga larga, unos pantalones negros, mocasines y unos lentes de sol. No era mi tipo de vestuario, pero debía de alguna manera u otra encajar tan siquiera un poco. No podía andar por estas calles con un buzo negro y siempre con mi capota puesta y mis vans desgastados. La gente miraría intrigada y lo que necesitaba era pasar por desapercibido.

Abrí mi dormitorio e inmediatamente cogí el celular que había tenido todo este tiempo apagado. Puse la tarjeta y llamé a Azahar. Era el único aliado que tenía y que me ayudaría a ubicarlo en esta gran metrópoli.

―Azahar― dije cuando escuché su voz al otro lado de la línea.



***



―Hice lo que me dijiste― apareció el árabe, con su característico traje gris. En su mano izquierda traía los planos que le dije―. Averigüe con mis socios. Aunque al principio no querían cooperar, a al final logré ubicarlos.

Asentí con la cabeza. Me terminé de tomar la soda que había pedido en el bar del hotel.

― ¿No es mejor un trago?­―preguntó este, divertido.

―No tomo alcohol.

Miré a mi alrededor y me levanté de la silla y lo guié hasta el ascensor para subir a mi cuarto. Debíamos ser delicados con este tema.

Azahar era un enemigo en potencia de mi padre. Lo conocí un día que él y su élite llegaron a atacar a Akram y Hasam y a sus hombres. El me vio, que estaba debajo de un escritorio de madera escondiéndome de los continuos disparos. Furioso, se acercó a mí y tiró de mi brazo. Por su expresión, no era difícil deducir que había sido reconocido. Sin embargo yo era muy joven aun para estar metido en tanta mierda como lo era ese mundo.

Suplicándole le dije que todo ese tiempo había sido manipulado por ese hijo de puta, y que ahora me encontraba secuestrado junto con mi familia. Afirmé que no tenía idea de cuál era el paradero de mi padre y que lo único que quería era escapar de la crueldad a la que era sometido día tras día.

Así fue como empezó una amistad. Fue un inicio poco convencional, pero pasé de ser un simple mocoso que hacían con él lo que les placía, a un chico infiltrado que les pasaba toda la información a su grupo. Así fue como logré escaparme de sus asquerosas garras.

ENIGMAWhere stories live. Discover now