CAPÍTULO XVI

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Dash.

El equipo de azahar ya estaba en posiciones. Me escondí en las plantas que estaban al frente del imponente e iluminado edifico donde se llevaría a cabo la reunión. El amigo Pakistán de Azahar estaba a mi lado acomodando la maleta con la exuberante suma de dinero, y por supuesto, la droga que ofrecería.

Me miró y dándome un asentimiento de cabeza empezó a caminar hacia la entrada del edifico, que a simple vista se veía tranquilo, como si no estuviera a minutos de organizarse una reunión con importantes criminales.

La respiración empezó a irregularse, como toda vez que me sentía en una situación que amenazaba mi integridad física. Entonces los ataques de ansiedad amenazaban con salir a la superficie.

Miré a mí alrededor en busca de alguien cerca que pudiera ayudarme, pero nadie de los integrantes del clan de Azahar estaba remotamente cerca.

El corazón empezó a palpitar con ferocidad, las manos empezaron a sudarme excesivamente. Intente levantarme para tratar de recuperar la estabilidad, pero el mareo invadió mi sistema y no tuve más remedio que pegar mis pies contra mi pecho, convenciéndome una y otra vez que solo era cuestión de minutos para que desapareciera

Va a pasar.

Va a pasar.

Va a pasar.

Mis ojos empezaron arder por las ganas de llorar que empecé a sentir por verme otra vez envuelto en estos episodios que me tiraban más a la oscuridad cada vez que me golpeaban con brutalidad, tan repentinamente que no teníamos ni tiempo de procesar la situación.

―Dash es hora­―escuché hablar a Azahar por el auricular―, Akram está entrando.

Era incapaz de responder, de moverme. Solo estaba ahí, tratando de respirar con normalidad y limpiando el sudor de mis manos contra mis pantalones.

― ¿Dash? ¿Estás ahí? Debes entrar―volvió hablar.

Cerré mis ojos, volviendo a repetir las mismas tres palabras hasta lograr que mi cuerpo volviera a regularse.

Poco a poco mi corazón volvió a latir normalmente, y sentía que podía respirar tranquilamente. Con cuidado me levanté mirando a todos lados. Acomodé mi negro cabello y limpiando mis lágrimas con el dorso de la camisa, respiré profundo y emprendí la caminata hacia la entrada

­ ―Estoy aquí― le respondí al árabe―. ¿A dónde tengo que ir?

Era ahora o nunca.


***


La primera planta estaba solo las mujeres de azahar con sus trajes de burkas, esperando su entrada triunfal. Las miré y Zaida me miró de reojo. La ignoré y seguí mi camino hasta la tercera planta donde Azahar me había dicho que estaría Akram en el bar tomando unos tragos antes de que iniciara la grandísima reunión. Hasam por otra parte ya estaba en su lugar ultimando detalles.

Mientras más me adentraba hacia el ascensor empecé a ver como hombres vestidos de negro armados estaban esparcidos por el pasillo. Me mostré calmado y les regalé una sonrisa inocente, ellos me respondieron con un asentimiento de cabeza. Subí al ascensor y pulsé el tercer piso. Mientras las puertas se cerraban repasaba mentalmente las palabras que debía decir para lograr a engañar al hijo de puta mayor.

Las puertas se abrieron y automáticamente docenas de hombres me apuntaron. Alcé mis manos y abriéndose paso entre los hombres uniformados apareció Akaram con una sonrisa burlona portando en el brazo izquierdo un vaso de trago. Les ordenó a los hombres que bajaran las armas. Y con su risa socarrona me escaneó de la cabeza a los pies.

ENIGMAWhere stories live. Discover now