CAPÍTULO XVIII

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Arienne.

El noticiero local estaba revolucionado con el acontecimiento que sucedió horas atrás en la iglesia del pueblo. Según narraban testigos que presentaron el hecho, se trataba de un hombre que había hurtado los elementos litúrgicos a plena luz del día. La policía había intentado detenerlo, pero el sujeto había sido mucho más habilidoso que esos ineptos. El hombre desapareció dentro del bosque. Lo último que se supo era que había dejado una nota que según rumoreaban decía "volví para quedarme".

El alcalde estaba furioso, maldiciendo a todo el que se atrevía a darle explicaciones sobre cómo pudieron permitir acto tan deshonrador para él y su mandato. El alcalde siempre se había destacado por poner un gran orden al lugar, convirtiéndolo en un pueblo con alta tasa de seguridad para sus habitantes y turistas, pero últimamente todo se estaba saliendo de control, preocupando a la comunidad.

―Esto ya no me gusta­―comentó mi mamá a mi lado, quien observaba la escena horrorizada. En muchos años no se había presentado algo así.

Asentí con mi cabeza. Opté permanecer callada. 

Mi mente viajó al chico de la biblioteca, presintiendo que él podía tener algo que ver como lo que últimamente atormentaba la paz y tranquilidad de nosotros.

Miré hacia los árboles que nos adentraba al extenso bosque que nos rodeaba, pero él no estaba por ninguna parte visible. 

Hace días que no volví a saber de él, como había prometido se mantendría lejos de mí. Me sentía decepcionada ridículamente, y otra parte tenía rabia conmigo misma por ese día haberme acercado a él con la intención de conocerlo cuando Lía ya me había dejado en claro que por más que no se mostrara peligroso era mejor no seguir entrometiéndome en esos asuntos que lo envolvían, pero había sido tan tosco y grosero que no podía evitar querer ir a buscarlo e insultarlo en su cara, pero eso sería humillarme más, y era algo que no estaba dispuesta hacer.

―Ari― me llamó mi madre. Volteé de inmediato―, creo que es mejor que empieces a llegar más temprano a casa. No es seguro que andes sola cuando un delincuente anda merodeando.

Si supieras mamá...

Asentí para que no se preocupara mucho sobre el tema. Sabía que mi mamá podía llegar a estar muy ausente por sus asuntos en la alcaldía, pero siempre había sido muy sobreprotectora conmigo, pero desde que el alcalde cumplió con su promesa de mejorar la calidad y seguridad, se había relajado un poco, pero aun siempre procuraba mantenerme cerca de ella o ponerme horarios que tenía que cumplir.

Ella se dio la vuelta y fue a encontrarse con el alcalde quien la llamaba insistentemente. Busqué a mis alrededores a ver si lograba ver a Lía, pero en la búsqueda de ello, encontré a Luke, el chico del supermercado estaba viendo la zona, mostrando en su rostro preocupación. Nuestras miradas se encontraron. Cuando iba a comenzar a caminar hacia él, fui interrumpida por un grande cuerpo que cubrió mi campo de visión.

― ¿A dónde ibas tan apresurada? ― Esa voz profunda ya la había escuchado antes.

Levanté la vista lentamente para encontrarme con esos ojos grises tan extraordinarios, que dejaban sin habla a cualquiera. Esta vez no se veían enojados o inexpresivos como la mayoría de tiempo. En esta ocasión se veían preocupados y cansados. Como si tuvieran un gran peso sobre sus hombros.

No lo conocía en lo absoluto, pero me hacía acordar a esa reconocida frase tan verídica "los ojos son la ventana del alma" aunque intentáramos siempre ocultar nuestras emociones. Reprimiéramos lo que el corazón gritaba por decir , bastaba con observar la mirada de una persona, profundizar en ellos, tener la capacidad de ver a través de ellos para darnos cuenta de que nos trasmiten todo lo que la boca no se atreve a decir. Como sufren en silencio, como no tienen la valentía de compartir su dolor.

ENIGMAWhere stories live. Discover now