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Luisita caminaba de un lado al otro de su habitación mirando al suelo y apretándose las manos. Amelia ya estaría por llegar a casa de los Gómez para compartir la primera cena como novia de Luisita oficialmente. Entre el calor de julio y los nervios, la rubia sentía que su cara hervía. En eso escuchó dos golpes en su puerta, era Manolita.

- Cariño, ¿estás bien? – preguntó entrando en la habitación

- Sí mamá, es solo que estoy un poco nerviosa, ya sabes, me siento un poco sobrepasada por la cena de hoy – respondió la rubia con total sinceridad

- Tranquila Luisita, todo saldrá bien, tu padre ha tenido un par de meses para hacerse a la idea, no te preocupes –

- Pero... ¿y si la mira mal? ¿y si lanza uno de esos comentarios homofóbicos? –

- No ocurrirá nada, confía en lo que te digo cariño, tu padre puede ser un tronco pero jamás le haría pasar un mal momento a Amelia, mucho menos a ti –

La rubia miró hacia el techo y tomó aire profundamente y, entonces, el timbre sonó.

- Vamos, debe de ser Amelia – dijo Manolita, y Luisita la siguió temerosa por el pasillo hasta la sala

Apenas vio a la morena con una sonrisa plantada en la cara, todos sus miedos e inseguridades se disiparon. Se quedó observándola, confirmando una vez más que ella era su lugar en el mundo. Amelia saludó uno por uno a los Gómez, luego a Benigna y por último llegó a la rubia que estaba apoyada en el marco de la puerta del pasillo, ya menos tensa y más tranquila.

- Hola cariño, que gusto volverte a ver, ¿cómo ha estado el viaje? – le dijo al tiempo que la abrazó con fuerza – Estás guapísima – le susurró en el oído, y la rubia se sonrojó

- Tú también estás guapísima – le dijo a la morena en el oído antes de salir de aquel abrazo – Ha estado bien, he dormido un poco cuando llegué así que me he repuesto –

- Vamos niñas, venid a la mesa que ya está servida – dijo Pelayo invitándolas a sentarse

Luisita y Amelia se miraron por un instante y se sentaron una al lado de la otra. Marcelino había cocinado como para un batallón, y estaba de muy buen humor, pero quería saber más de la relación de su hija con la morena así decidió indagar un poco.

- Y tú Amelia, cuéntame, ¿cómo es que te has fijado en mi niña? –

Amelia sabía que Marcelino haría muchas preguntas, pero eso no impidió que su corazón se parara por un instante, hasta que sintió como la mano de la rubia apretaba muy fuerte la suya por debajo de la mesa, transmitiéndole la seguridad que necesitaba, haciendo que su corazón volviera a latir.

- Bueno... creo que aún éramos niñas cuando empecé a sentir amor por Luisita... pero recién de mayor pude darme cuenta – explicó la morena ante la mirada atenta de todos

- ¿La quieres mucho verdad? – preguntó Manolita con una sonrisa

- Si – respondió Amelia con una sonrisa, mirando a Luisita con ternura

Marcelino las observaba y se lo podía ver conmovido. La morena era muy transparente, sabía que sus ojos no mentían y, a decir verdad, nunca había visto a alguien mirar a su hija como lo hacía Amelia. Eso lo dejó tranquilo, confirmar que el amor que Luisita sentía por la morena era correspondido de igual manera.

- ¿Ya sabes en que te especializarás cuando te gradúes? – preguntó Pelayo

- Sí, desde que comencé a estudiar, he tenido en mente especializarme en fertilidad como mi madre, y también quiero ayudar al colectivo lgbt en ese aspecto –

Te amaré por siempreWhere stories live. Discover now