16

1.6K 148 7
                                    


Cuando despertó por segundo día consecutivo con Amelia a su lado, Luisita sintió que por fin las piezas en su corazón encajaban. Tantos años intentando ser alguien que no era, intentando con todas sus fuerzas sentir cosas que no sentía... todo lo entendió el día en que besó a la morena por primera vez. Se levantó despacio para no despertarla, se vistió, le dejó una nota en la mesa de noche y salió con prisa. Se sintió aliviada al ver que en su móvil no tenía ninguna llamada perdida de su madre, aunque le extrañó un poco. No había avisado que pasaría la noche fuera, y no veía a su familia desde la mañana anterior, pero un mensaje de texto de María aclaró sus dudas.

María

Me he pasado por el restaurante ayer

en la noche para saber cómo está Pelayo,

y tu madre me preguntó por ti, supuse

que estarías con Amelia haciendo cositas

así que le dije que estabas con los del club

y que luego vendrías a casa a dormir

como en los viejos tiempos, denada mi amor

La rubia se echó a reír, María la conocía muy bien. Cuando llegó a casa, intentó disimular la sonrisa que últimamente tenía puesta a toda hora, y entró silenciosamente pensando que sus padres estarían descansando, pero se encontró con ellos apenas pisó la sala.

- Buenos días hija, ¿cómo lo has pasado con María?, ¿quieres desayunar con nosotros? – preguntó Manolita

- Un poco de café no me vendría mal la verdad – dijo la rubia recordando que la noche anterior Amelia y ella apenas había dormido

- No sabes el notición Luisi, el abuelo será dado de alta mañana – dijo Marcelino

- ¿¿De verdad?? Ay papá, que alivio oírte decir eso... no quería volver a Barcelona hasta que el abuelo estuviera de vuelta en casa – dijo Luisita con una amplia sonrisa de alivio

- ¿Has visto a Amelia? – preguntó Manolita y la rubia se atragantó con el café

- No, bueno si, la vi ayer temprano – dijo nerviosa y sus padres la miraron algo extrañados

- Bueno, cuando la veas por favor invítala a que visite al abuelo, ayer Devoción ha llamado a tu madre para preguntar cómo está todo – dijo Marcelino

- Si... que mujer considerada, ¡y cuanto nos ha ayudado! – asintió Manolita – Y bueno, he de decir que Amelia es muy parecida a ella la verdad –

- Gracias a Dios – dijo Marcelino

Luisita los miró algo sorprendida. - ¿Por qué dices eso papá? –

- Porque el padre de Amelia no ha sido un buen hombre ni con Devoción ni con su hija, las ha abandonado cuando Amelia tenía apenas dos o tres meses de edad – contestó Manolita antes de que hablara su marido

La rubia nunca se había preguntado por qué Amelia jamás mencionaba a su padre, pero luego de que Manolita dijera esas palabras, supo que la morena escondía mucha más historia de la que ella pensaba. Estuvo a punto de indagar más pero fueron interrumpidos por Benigna que venía a traerles unas almohadas nuevas para Pelayo ya que, una vez de vuelta en casa, tendría muchos días de reposo. Luisita dejó a un lado el tema del padre de la morena, sabía que ya surgiría el momento oportuno para hablarlo directamente con ella.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Cuando Pelayo entró en casa después de haber pasado varias noches en el hospital, sus nietos estaban de pie en la sala esperándolo. Aún estaba débil pero podía caminar con ayuda y tenía un semblante feliz por estar de nuevo con su familia. Luisita y Manolín ya le habían preparado la habitación y habían cocinado algo rápido para cenar. Pelayo no tenía mucho apetito así que prefirió recostarse en su cama para leer un rato y mirar la televisión, pero menos de una hora más tarde el timbre sonó. Era Amelia. En realidad, iría de visita al otro día pero como volvía de la universidad y estaba de paso por la casa de los Gómez, quiso pasar a ver como se encontraba el abuelo.

Te amaré por siempreWhere stories live. Discover now