Capítulo 9

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Al llegar la noche, Choi Minho regresó a su hogar en la finca Choi -Kim. Todas las luces de la elegante casona estaban apagadas, incluidas las de la servidumbre. Habría sido una oscuridad perfecta de no ser por las luces del antejardín y la entrada principal. Ni siquiera se despidio de el joven cadete que lo trajo. 

El joven General, quien llevaba el futuro de la capital y puede que de todo un país en sus hombros, estaba terriblemente agotado. Entró por la puerta principal y dejó su gorra militar colgada en el perchero aledaño a la entrada. 

Suspiró.

Hoy había sido un día condenadamente largo e infernalmente provechoso. Sus planes respecto al acuerdo con el clan Ong iban viento en popa. Su flamante prometida, la hermosa actriz Ong Yulan, había mordido el anzuelo y comenzó a enviar cartas en las que le contaba a Choi que estaba logrando convencer a su padre de ceder las tropas del clan antes de la boda.

Si todo salía como lo planeaba, Choi Minho contaría con más de mil doscientos soldados y dos toneladas de armamento en menos de dos semanas. Debía celebrar, estaba a solo pasos de cumplir con sus más grandes ambiciones.

Preparar una rebelión contra las colonias japonesas.

No obstante, contrario a toda esa felicidad, Choi Minho se sintió abatido, como si hubiera llegado de una batalla que perdió desde el inicio. Sus músculos estaban tensos debido al estrés que le estaba provocando pensar en el doncel y en su deber como General. Caminó con desgano por la casa en penumbras. 

Nadie le estaba pidiendo elegir entre los dos, exceptuando su subconsciente, por eso cada vez que pensaba en posibilidades, su humor empeoraba. Para peor, Ong Yula confesó en sus cartas que su sueño era tener tres hijos.  

La mención de los hijos le trajo de vuelta a su situación ambigua con Lee Taemin y lo mantuvo inmerso durante el breve viaje de vuelta a su hogar en la finca. 

Lee Taemin embarazado. 

¿Cómo sería ese bebé?

¿Sería un doncel?

¿Se parecería a él?

Minho sacudió su cabeza. El alcohol aún estaba presente en su organismo y le estaba haciendo olvidar que ya no tenia derechos sobre el doncel. El Joven amo Choi Minho caminó directo a su habitación listo para dejarse caer en la cama y hundirse discretamente en su miseria. Quizas volvería a servirse otra copa de vino para forzar la somnolencia. 

Todo se derrumbó en su interior cuando divisó a Lee Taemin durmiendo plácidamente entre las sabanas de la que se suponía era su cama. 

¿Cuántos meses pasaron desde que vio algo más hermoso?

Cuando recién estaban casados, Taemin solía esperar su regreso en la alcoba. Muchas veces se quedaba dormido y Minho lo encontraba sobre la cama. Lo que estaba contemplando en ese momento le trajo aquellos recuerdos felices. 

Fue peor aún cuando su mirada se posó en el aún plano vientre del doncel cubierto por un discreto camisón de seda blanca casi transparente. 

Mierda. 

Minho quería tocarlo. Quería tomar su mano y besarla, quería acomodar aquellos mechones de cabello en su frente, posar sus labios sobre la mejilla del chico, despertarlo con un beso, como esos que se regalaban cuando aún eran una feliz pareja casada. El solo recordar aquellas veces que el doncel lo aceptaba gustoso y no lo dejaba ir de la cama le trajo una pesada sensación de nostalgia. 

¿Por qué tuvo que terminar con aquellos días felices? 

Minho acercó una silla cuidadosamente cerca de la cama del doncel y se sentó. Contempló a Taemin en completo silencio, un acto muy riesgoso si consideraba que el doncel podía despertar en cualquier momento. La ligera ebriedad hizo que no le importara nada. 

FRUTO DEL AMORWhere stories live. Discover now