Capítulo 1

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Nantong (Nankin), Marzo de 1937

—Gracias a Dios el conjunto de porcelana pudo venderse bien, estos japoneses tiene gustos bastante peculiares.

 El doncel pelinegro asintió a su compañera sin prestar realmente atención. Yuri solía ponerse muy habladora si se le respondía de inmediato. Eso era lo que el contrario menos deseaba, conversar. 

—Es increíble que los extranjeros hayan llegado hasta este remoto lugar— continuó comentando la chica de cabello negro y largo. 

El invierno estaba llegando a su fin y la llegada de los inmigrantes seguía causando gran revuelo. Ya habían pasado varios años desde que el país se había abierto por primera vez a las novedades y placeres del mundo. El aroma del café había reemplazado al té en las mesas de la aristocracia china; las faldas, vestidos, pantalones y trajes junto con zapatos de cuero y tacón, cafés y negros, estaban ya reemplazado las tradicionales vestimentas hanfu; las calles ya comenzaban a estar atestadas de los novedosos automóviles y bicicletas importados desde más allá del horizonte; las lujosas y esplendorosas mansiones occidentales opacaban las ya misteriosas pagodas de los gloriosos tiempos de antaño. Las calles estaban atestadas de gente con diferentes rasgos, era difícil afirmar que se trataba de un pequeño pueblo asiático. 

Los japoneses, sin embargo, poco a poco comenzaban a convertirse en una presencia hostil. 

Taemin miró hacia la pequeña ventana desinteresadamente, pero devolvió su vista al dichoso inventario de bienes de la tienda de antigüedades. Su compañera lo dejó solo en la bodega, mientras este divagaba. 

Habían pasado exactamente casi dos meses desde la fatídica despedida con su ex-marido. Una despedida que por supuesto resultó más dolorosa de lo que esperaba. Por otro lado, sirvió para recordar que Minho lo había traicionado despiadadamente. Minho había elegido a alguien más por sobre él y eso no lo podría perdonar. 

Por eso, luego de aquel encuentro, Taemin había llegado a un punto muerto en el que le importaba un reverendo pepino la nueva vida de su ex marido o el seguir siendo el tema de conversación de los estirados miembros de la alta sociedad por haber "huido" de sus problemas. 

"Él no me merece", esa era la convicción del doncel. 

Por consiguiente, decidió concentrarse en su trabajo. Como prueba de ello, al llegar a Nankin hace dos meses, corrió a la pequeña habitación que rentaba en el pueblo y sacó todos los trajes elegantes de diseñador que había guardado y los quemó en la hoguera de un taller de alfarería que colindaba con la casa. Luego vendió las joyas que se había llevado puestas cuando salió de la casa familiar Choi. Bueno, guardó una sola. 

Con el dinero, pudo comprar una casa más decente y amueblada, donde construiría su nueva vida. 

Esa tarde, iba a ser un día como otros, atendiendo clientes, negociando precios, tomando sus descansos para comer un par de bollos al vapor, soportando la charla de Yuri y paseandose entre antigüedades invaluables. 

Esa era la idea. 

—T- taemin— su compañera Yuri, se asomó por la puerta para llamar al joven que se encontraba revisando el registro de nuevas compras — Te necesitan en- en recepción. 

—Voy enseguida— el nombrado contestó. Ni siquiera se detuvo a pensar sobre el tono nervioso o la palidez que su compañera repentinamente mostró. 

Era normal que fuera llamado personalmente a atender en el mesón de la tienda. Muchos clientes eran conocidos íntimos del doncel, por lo que ser llamado personalmente no le pareció nada extraño o sospechoso. Con aquellos pensamientos ingenuos, Taemin llegó a la recepción en unos minutos, donde lo esperaba un hombre de espaldas. 

FRUTO DEL AMORWhere stories live. Discover now