Capítulo 3

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La preciosa finca de la familia Choi Kim estaba ubicada en las faldas de una colina que colindaba con un hermoso brazo de mar rodeado de roqueríos y flora marina. La vista al mar con el cielo estrellado nocturno era simplemente maravillosa, especialmente desde la habitación de huéspedes de la familia, donde Taemin se estaba hospedando en aquel momento. 

Todo había pasado muy rápido. Una tarde estaba tranquilamente desempeñando sus labores en la tienda de antigüedades chinas y al minuto siguiente se encontraba bajo el techo del matrimonio Choi-Kim. El doncel tenía la sensación de haber  viajado en el tiempo. La habitación que usó en su juventud huérfana estaba intacta. El escritorio, su tocador, el closet, sus cuadros con fotografías en blanco y negro, todo estaba como cuando la dejó. Cuando se casó con el primogénito de la familia Choi-Kim, se olvidó por completo de aquella habitación. Creyó que quizás la usarían de bodega o algo así, fue extraño descubrir que no fue así. 

El doncel entonces se preguntó si la habitación nupcial que compartía con Minho seguiría igual... Cuando los sirvientes lo guiaron al cuarto donde pasaría la noche, el doncel divisó la puerta del cuarto nupcial cerrada con candado. Naturalmente, no podría entrar a revisarla. 

En cuanto sus ojos se encontraron con la elegante puerta color caoba y tallada por artesanos occidentales a pedido de los Choi-Kim, la imagen de un joven doncel vestido de novio cruzó por su mente. 

Le asaltó el recuerdo de haberse visto al espejo mientras esperaba a su esposo, como dictaba la tradición nupcial china. La imagen del doncel joven, bonito, de semblante saludable, ojos brillantes y mejillas sonrojadas de emoción y nerviosismo contrastaban cruelmente con el Lee Taemin de ahora: un doncel delgado, cuyas sonrisas no serían más que una mascara para ocultar su amargura frente a sus anfitriones. 

El día de mañana podría ser un silencioso infierno. 

Taemin suspiró y se sentó en la cama completamente agotado. Ya había llegado la noche y sus energías habían abandonado su cuerpo como el vapor del ferrocarril que lo trajo a la capital. Estaba feliz de haber vuelto a ver al matrimonio Choi-Kim y de que le trataran tan bien, pero la incertidumbre de saber que Choi Minho podía cruzar por la entrada a la finca junto a su nueva conquista le tenia estresado. 

¿Cómo lo haría el resto de los días? Solo dios lo sabe. 

Se quitó la ropa y se preparó para dormir, mañana sería un día largo, solo faltarían dos días para la fiesta. Dos días para despedirse definitivamente del Don Siwon y el señor Yesung y abandonar Shanghai para siempre. 

Dios le diera paciencia. 

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El doncel no sabe en que momento se quedó completamente dormido, pero lo agradeció. No soñó nada, menos mal. Fue la primera vez en esos meses que pudo tener un descanso. Sin duda el choque de las olas eran una terapia maravillosa para el insomnio. Sin embargo, un extraño malestar estomacal lo obligó a levantarse y estirar las piernas. El doncel caminó hacia el gran ventanal y lo abrió. El viento hizo que su cabello y su camisón flameara como una bandera, revelando así la blanca piel de sus piernas y tobillos. 

Los amaneceres en el mar son realmente mágicos. Cuando Taemin llegó al elegante balcón de su habitación sintió que todos los pensamientos negativos eran arrastrados por la bruma marina. Ese extraño malestar con el que despertó también estaba desapareciendo. 

Por primera vez en aquellos días, el doncel sintió que todo saldría bien. 

Entonces, sus agudos sentidos le hicieron saber que no estaba solo. 

FRUTO DEL AMORWhere stories live. Discover now