- Me pregunto... si será eso verdad...

Kagome la miró enojada ¿pero quien se creía para cuestionarla? ella, ¡¡ella!!!

- En todo caso... no es asunto tuyo.- Respondió al tiempo que subía las escaleras corriendo. Cerró su habitación con llave y se tiró cansada sobre la cama. Oh, había pasado un día tan tranquilo al lado de Inuyasha y ahora volvía a la frialdad de su hogar, al cinismo y la gran mentira de Kikyo.

- Quién se cree para cuestionarme- Murmuró enojada. Sus pensamientos la llevaron nuevamente hacia su amado y sintió el corazón otra vez latir con desespero. Sonrió feliz entre la almohada. Volteó mirando el techo y luego sacó de entre el bolsillo de su blusa la pequeña perla de shikkon.

- Haz traído la luz a mi vida... tú... e Inuyasha...

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Inuyasha la esperaba ansioso mientras apretaba una y otra vez las manos contra el manubrio de la moderna motocicleta. Sus ojos se abrieron con sorpresa al divisarla a algunas cuadras aún, caminando rápidamente. Hizo andar el vehículo y llegó en unos segundos hasta su lado. Kagome levantó ambas cejas mirando la motocicleta.

- ¿Otra vez en eso?

Inuyasha sonrió divertido.

- Es que me gusta sentirte cerca de mí. Pero para que no tengamos problemas sugiero que te aprietes fuerte... y toma- Le entregó el pequeño casco que ella recibió y anudó al cuello. Kagome sonrió divertida. Apoyándose de su brazo subió tras él y se sujetó fuertemente por su cintura.

- Lista.- Dijo mientras pegaba un costado de su cara a su espalda. Inuyasha hizo andar la moto a toda velocidad.

Rápido por la carretera casi vacía en aquella hora de la madrugada, recorrieron adentrándose hacia el sur interior del país. La naturaleza fue la mayor parte su compañía y Kagome se preguntaba que clase de cabaña y como sería el lugar a donde Inuyasha la llevaba.

Unas horas más tarde el chico se detuvo frente a un enorme lago con un pequeño muelle, rodeado de bosques y en donde Kagome sólo podía escuchar el trino de las aves. El chico se sacó el casco mientras bajaba de la motocicleta y Kagome lo imitaba.

- Aquí es- Dijo mirándola intensamente, con una sonrisa.

Ella sonrió mirando el lugar. Todo parecía tan tranquilo, quieto. Caminó con la mochila en su espalda hasta el final del muelle y observó las quietas aguas color esmeralda que apenas se agitaban con la suave brisa que soplaba. Volteó feliz hasta donde el chico que la observaba ansioso afirmado en la moto, esperando una respuesta de ella. Caminó hasta él y enrolló sus brazos a su cuello fuertemente, dándole un inesperado beso.

- Te amo.- Dijo ella al termino del beso, junto a su oído. Él la estrechó por la espalda fuertemente.

- Me alegra... supongo entonces que te gustó.

La escuchó reír junto a su oído y también el calor de su aliento chocando en el, haciéndole casi cosquillas. Ella se separó de él y su vista se dirigió hacia la casa que él llamaba "cabaña". Una gran vivienda que estaba a un extremo del lago y que también contaba con una terraza que terminaba sobre las aguas del gran espejo de agua.

- Eso no es una cabaña.- Murmuró Kagome, admirada por la lujosa arquitectura de la misma. Inuyasha rió a carcajadas, le quitó la mochila de la espalda y tomó su mano.

- Ya lo averiguarás.

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Ella caminó lentamente hasta la cocina mirando a su alrededor. Luego miró al joven que se encontraba firmado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados y un brillo inaudito en sus ojos hizo que ella sonriera ampliamente. Lo sabía, estaban solos y no tendrían interrupciones. Pasó un dedo lentamente por el contorno de la mesa, recorriéndola enteramente sin evitar la mirada que le brindaba el muchacho y que hizo que sintiera el corazón desbocado. Lo vio erguirse y caminar rápidamente hasta ella tomándola por la cintura y posar sus labios sobre los suyos arrinconándola contra el costado de la mesa. Kagome sonrió divertida, se aferró a su cuello correspondiéndole con igual ímpetu a sus locos besos. De pronto la alzó y ella quedó sentada, con las piernas abiertas donde él aprovechó para acercarse más a su cuerpo sin dejar de besarla tan fuerte que Kagome fue cediendo territorio y se vio pronto recostada, con él sobre ella.

Corazón de PiedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora