Capítulo 34: Adiós Mamoru

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—¡Tu te la mereces amiga!— me expresó Mina con una mirada llena de empatía. —Has pasado por tantas cosas en estos últimos meses que lo menos que la vida puede darte es esa beca para poder así cumplir todos tus sueños— finalizó al mismo tiempo que me tomaba de las manos con una sonrisa llena de ilusión, pero tan pronto como la propuesta llegó a mí, la rechacé.

—Si hay alguien que la merece, esa eres tú— correspondí a esa fuerte amistad que nos unía desde niñas. —Sé de sobra que tu más grande anhelo es ingresar a esta universidad, aunque eso represente un máximo esfuerzo para tu madre, quien, estoy segura, dará hasta lo imposible para cumplirlo. Además de mi buen historial, tengo un padre que puede costear todo lo necesario para mi educación. Sería muy egoísta de mi parte aceptar un recurso que realmente necesitas y que se que aprovecharás al máximo— le expresé con una agradable sonrisa.

—¡Serenity!— ella mencionó mi nombre y me regaló un fuerte abrazo.

—De cualquier forma, sabes que mis padres y yo siempre estaremos apoyándote en todo— fue lo último que le dije antes de que firmáramos toda la documentación necesaria y se nos entregaran los horarios, el tiraje de materias y todas las indicaciones pertinentes para poder tomar nuestro primer día de clases.

Tan pronto como todo estuvo listo, ambas comenzamos nuestra preparación. Cada una había elegido una carrera diferente, por lo que no compartíamos mucho tiempo juntas en el campus a excepción del almuerzo, en el que nos contábamos todo lo bueno y malo que nos había ocurrido durante las primeras horas de la mañana.

Esa popularidad que desde la secundaria habíamos tenido, volvió a hacerse presente. Conocimos nuevos maestros y lugares, e hicimos muchos amigos que no descansaban hasta regalarnos algún inocente piropo, y otros, hasta pequeños obsequios, incluso, experimentamos lo que era el amor.

Cierto día, cuando Mina y yo salíamos de la universidad para dirigirnos a nuestras casas, chocamos, sin querer, con dos hermanos bastante

distraídos y que daban la impresión de estar perdidos.

—¿Podemos ayudarlos en algo?— cuestionó mi mejor amiga de forma pícara. Francamente no pensé que eso fuera buena idea, por el momento mis relaciones con los hombres no eran una prioridad, aunque me costará admitirlo, Mamoru no salía de mi cabeza. Entre más pasaban los días, más comenzaba a notar su ausencia.

—Estamos buscando la oficina directiva— nos respondió el joven de cabello plateado.

—¿Por qué no nos ayudan a encontrarla? ¿Harías eso por mi? ¡Bombón!— me expresó el chico de cabellera negra mientras de manera muy atrevida me daba un par de ligeras palmadas en la cabeza.

Mi primera reacción fue negarme, pero, como siempre, la atolondrada de Mina estaba más que emocionada por conocer a quienes estaban por ingresar al plantel, así que, después de que ella dibujara en su rostro un tierno puchero, no pude más que aceptar esa petición con la que inició una nueva aventura.

Una vez que comenzamos una amistad con ellos, supimos que el nombre del peliplata era Yaten, hermano del joven de cabello negro, llamado Seiya. Ambos provenían de las afueras de la ciudad, de uno de los barrios más humildes, pero eso no quería decir que valiera menos, sino todo lo contrario. Ambos jóvenes, habían luchado desde pequeños para salir adelante. Era admirable como ambos tenían un trabajo de medio tiempo para costear sus gastos, y estudiaban. No cualquiera puede hacer eso.

Con el paso del tiempo, formamos un pequeño grupo y siempre estábamos los cuatro juntos en el almuerzo. Esos hermanos eran bastante divertidos, nos hacían reír la mayor parte del tiempo, pero de pronto un día algo cambió y Yaten le realizó una declaración de amor a Mina, quien no dudó en dar un "si" como respuesta.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEWhere stories live. Discover now