Capítulo 28: ¿En Donde Están?

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—¿Haz dicho papá?— cuestionó Mamoru —¿De que se trata todo esto?— interrogó llenándose cada vez de más furia. —¿Quién rayos es usted y qué hace aquí? ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones? ¡Hable!— Mamoru se dirigió a mi padre de forma autoritaria mientras daba algunos pasos para acercarse a nosotros.

—¡No dé ni un paso más!— de inmediato el equipo de seguridad que acompañaba a mi padre trató de intimidar a Mamoru, pero este ni siquiera se inmutó. Sin siquiera saber de dónde, un grupo de hombres envueltos en el mismo uniforme militar que portaba Kunzite, aparecieron frente a nosotros.

—¡Muchachos! ¡Traigan a Serenity aquí a mi lado!— fue la órden de Mamoru hacia sus hombres.

—¡Estás loco si crees que te permitiré que te lleves a mi hija!— alegó mi padre enviándome detrás de su cuerpo para protegerme. —¡Sobre mi cadáver!— fue la metáfora que el gran Diamante Black lanzó, cosa que sería aprovechada por Mamoru para generar distracción.

—¡Pues si eso es lo que quieres entonces lo haré!— respondió Mamoru mientras tomaba de la parte trasera de sus vestimentas una pequeña arma de fuego y la dirigía hacia el pecho de mi padre.

Ante la acción del hombre más poderoso de medio oriente, de forma inmediata, todo el equipo de seguridad de mi padre se reunió alrededor de él para protegerlo de cualquier ataque, descuidando con eso mi seguridad.

—¡Papá!— di un grito desesperado que de inmediato llamó la atención de los presentes.

—¡Listo señor! ¡La tengo!— sin percatarme del momento en que se había dirigido hacia mí, Kunzite me tomó por sorpresa y me hizo acompañarle al lado de Mamoru.

—¡Suéltenla! ¡Déjenla en paz! ¿Qué es lo que quieren? Cualquier cosa que pidan les será concedida, sólo díganlo— sin duda mi padre estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de recuperarme.

—¡Por favor! ¡Déjame ir con mi padre!— le supliqué a Mamoru con lágrimas en los ojos al acercarse a mí, pero tan solo con ver su rostro me llené de un inmenso temor. Aquella mueca agradable y tierna que me había mostrado últimamente acababa de desaparecer. El brillo en sus ojos se había esfumado y en cambio, sólo podía ver unas orbes oscuras y llenas de ira.

—¿Tu padre? ¿En verdad quieres estar con tu padre? Pues tu deseo será concedido. Por si se te olvidó, te recuerdo que tu padre es Kunzite—  ante esa declaración, el gran Diamante Black quedó en completo silencio, su secreto había sido descubierto. Si había la más mínima posibilidad de que todo fuera mentira, esta se había esfumado ante la nula reacción de mi padre. —¡Vámonos Kunzite! ¡Trae a Serenity!— fue la órden antes de que pronunciara aquellas palabras que tanta incertidumbre me causarían. —¡Destruyan el lugar!— Mamoru giró su cuerpo hacia mí mientras dejaba ese último encargo a sus hombres.

—¡No! ¿Qué intentas hacer? ¡No le hagas daño a mi padre! ¡Por favor! ¡Te lo suplico! Si es necesario que me quedé a tu lado lo haré— por más que me esforzaba no lograba captar la atención de Mamoru. Era como si no me escuchara o como si en realidad no quisiera hacerlo.

—¡Serenityyyyyy!— mientras Kunzite me llevaba casi a rastras hacia el auto de Mamoru, solo podía escuchar los gritos de mi desesperado padre. Lo había perdido de vista. Lo único que podía percibir eran su voz destrozada, el bullicio de los soldados de Mamoru rompiendo todo a su paso, y unas cuantas detonaciones de arma de fuego.

—¡Papaaaaaaaaaá!— no quería irme del lugar sin saber qué había sido de mí padre y los escoltas, pero era yo sola contra Mamoru y Kunzite. Físicamente eran más altos y más fuertes que yo, no podía hacer nada, así que tan pronto como mis fuerzas se esfumaron, cedí y fui introducida al automóvil Chiba.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEWhere stories live. Discover now