Capítulo 34: Adiós Mamoru

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Tan pronto como entré a mi habitación, me recosté sobre mi cama con el cuerpo orientado hacia abajo, coloqué mis brazos bajo la almohada, y hundí mi rostro en esta para llorar de forma inconsolable, hasta que me cansé y sin darme cuenta, el sueño me venció.

A la mañana siguiente, la actitud que presenté la noche anterior, había cambiado de forma drástica. Me levanté, tomé una ducha tibia, me arreglé de forma sencilla pero coqueta y moderna, y me prometí a mi misma que esa sería la última vez que yo sufriría por ese hombre que tantos altibajos me había casado durante los últimos tres meses.

En cuanto concluí mi arreglo personal, tomé las cosas necesarias para hacer mi tramite universitario y me dirigí a la planta baja, en donde mi preocupada madre ya me esperaba con un suculento desayuno. Siendo sincera, no tenía ni la más mínima sensación de hambre, pero debía aparentar que todo en mi vida estaba más que bien, así que, agradeciendo y con una sonrisa más que fingida, tomé asiento y comí una a una las piezas de fruta y el cereal que me habían sido preparados.

—Hija ¿Te sientes bien?— me cuestionó mi madre al notarme tan tranquila después de mi reacción de la noche anterior.

—¡Claro que estoy bien!— resolví con una alegría que casi me creo yo misma.

—Bueno, es que...— ni siquiera dejé que mi madre terminara su última frase, pero sabía perfectamente el punto al que quería llegar, así que tuve que interrumpirla y dar una excusa más que convincente para que dejáramos el tema de Mamoru para siempre.

—No te preocupes. Lo que viste ayer fue solo mi manera de desahogarme. Con la boda de Mamoru por fin cerraré ese oscuro capítulo en mi vida. Mi llanto fue de felicidad, ahora si podré tener una vida tranquila, normal y con mi familia. A partir de hoy, todo volverá a ser como antes de mi viaje, y todas las cosas malas quedarán como un recuerdo y una amarga experiencia. Es hora de pasar la página.

—¡Mi niña! Te conozco bastante bien y no te creo nada, pero si estás segura de lo que estás haciendo, no me queda más remedio que apoyarte— me habló mamá mientras me regalaba un abrazo de esos reconfortantes que solo esos hermosos seres saben dar y que te dan la calma que necesitas.

Justo cuando dejamos a un lado nuestro tema de conversación, y terminé mi desayuno, Mina apareció por la puerta con toda su documentación. Debido a la sorpresiva aparición de Kunzite, pospusimos nuestra visita a la universidad, pero este día, nada ni nadie provocaría que cambiara de planes. Estaba más que claro para mí que cada quien debía buscar su felicidad muy a su manera, y si la de Mamoru era casarse para terminar con los conflictos entre las naciones cercanas a la suya, la mía era estudiar, prepararme y ser alguien importante y exitosa en la vida. Si existía la más mínima posibilidad de que Mamoru y yo volviéramos a estar juntos, con la noticia de Kunzite, esta había desaparecido por completo. Ahora estaba más que segura de que nunca más volvería a verlo, y que aunque supiera en donde encontrarlo, jamás lo buscaría. Él sería feliz con su matrimonio, y yo con la vida de una simple mortal.

Como ya era costumbre, papá puso a mi entera disposición uno de sus autos, un chófer entrenado en peleas cuerpo a cuerpo y armas, y un guardaespaldas profesional. Ya había sido secuestrada una vez por alguien que ni siquiera me conocía, así que ahora que el mundo sabía que yo era una heredera multimillonaria, necesitaba de toda la protección del mundo.

Mina y yo abordamos el auto y fuimos trasladadas al campus en donde lo primero que hicimos fue dirigirnos a la oficina directiva, presentamos nuestra solicitud y mostramos las buenas notas que ambas teníamos, esperando, con ello, conseguir un lugar en tan demandada institución.

—Me complace informarles que sus notas académicas y sus referentes de los grados anteriores, son excelentes— nos expresó la mujer que lideraba la escuela, pero con sus siguiente declaración nos sorprendió aún más. —Es una tradición de nuestra escuela otorgar becas a alumnas tan excelentes como ustedes, pero...— la mujer titubeó un poco antes de continuar, aunque después de algunos segundos, finalmente lo hizo —... solo, nos queda espacio para un becado, así que decidan ustedes quién de las dos será la afortunada.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEWhere stories live. Discover now