Capítulo 29: Reflexiones tardías

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Mamoru.

Había pasado tres días refugiándome en este lugar. Tal vez sonará muy cobarde, pero era mejor esconderme a sacar toda la ira que llevaba dentro y terminar por hacer una estupidez más y lastimarla a ella. Tenía tantos sentimientos haciendo una madeja de emociones dentro de mí que no sabía qué hacer. Necesitaba meditar y aclarar mi mente antes de regresar al palacio y ordenar todo el desastre que había ocasionado hacía dos meses, justo el día en que Serenity había tenido la mala fortuna de cruzarse en mi vida.

Al fin con todos mis pensamientos puestos en su lugar, decidí volver, era hora de enmendar mis errores, y de ser necesario, pagar por ellos, estaba más que dispuesto a recibir el castigo por todo lo malo que había hecho.

Me levanté de mi cómodo asiento, me despedí de la única persona en este mundo que no me juzgaba y que con sus palabras me había dado la luz que durante tantos años necesité, tomé las llaves de mi auto y salí para conducir con rumbo a mi hogar. Sabía que se habían preocupado por mi puesto que mi teléfono celular tenía un sin fin de llamadas perdidas que no quise responder al recibirlas. Lo que menos necesitaba era una reprimenda paternal de parte de Kunzite que me hiciera sentir más miserable de lo que ya lo hacía.

—¡Mi señor! ¿En dónde ha estado? ¿Cómo se encuentra? ¿Qué le ocurrió? Hemos estado tratando de localizarlo pero no habíamos tenido éxito— las palabras de alegría de mi más grande amigo no se hicieron esperar en cuanto me vio entrar por el portón principal del palacio.

—¡Tranquilo amigo! ¡Estoy bien! Solo necesitaba estar lejos de aquí para pensar con claridad. ¿Y Serenity? ¿Cómo está?— el motivo principal de mi desaparición había sido ella, era la razón por la que había regresado, y la causa de todo lo que estaba a punto de hacer, así que lo primero que hice fue preguntar por ella.

—No la he visto mi señor. Sé que debe odiarme por lo sucedido en el restaurante y por ser tan cobarde. Cuando descubrí que era mi hija juré protegerla de todos, incluso de usted, pero no pude, le fallé, así que no he tenido cara para verla, pero sé por Lita que durante estos tres días no ha querido probar bocado alguno y solo se la pasa intentando obtener alguna información acerca de su padre...— Kunzite hizo una pequeña pausa para después continuar con información que me tomaría por sorpresa —... Pero también ha preguntado por usted.

Sin duda era agradable saber que ella hubiera estado pensando en mí, aunque quizá lo había hecho con odio, sentimiento bastante justificado por todo lo malo que le había hecho desde que la conocí. Aún así, no me daría por vencido. Serenity no se encontraba bien, y una vez más, eso era culpa mía, así que tras la declaración de Kunzite, lo único que hice fue correr hacia su habitación para verla y expresarle todo mi arrepentimiento, y para decirle que a partir de hoy todo sería distinto para ella.

Para mi mala fortuna, lo que vi hizo estrujar mi corazón. Ella estaba muy débil debido a la ausencia de alimentos, por lo que no pudo reaccionar a mis llamados. —¡Mamoru! ¡Que... bueno... que... estas... bien!— fue todo lo que se limitó a decir apenas abriendo los ojos y volviéndolos a cerrar de forma inmediata sin siquiera ser muy consciente de mi presencia.

Al ver su estado me preocupé bastante, así que sin decir nada, y ante la mirada atónita de toda la servidumbre, la tomé en mis brazos y la llevé a la enfermería. Siendo sinceros, jamás pensé hacer algo así por nadie, menos por una mujer, por una que hubiera despertado mis más profundos y ocultos sentimientos.

Al llegar a la enfermería, el médico a mi servicio me dijo que no era nada de gravedad, que con algunos sueros, los cuales fueron inyectados de inmediato, podría reponerse un poco para recuperar su estado consciente, y después, con una buena alimentación, en tres días estaría totalmente recompuesta, cosa que agradecía. No me perdonaría si algo malo le ocurriera a la mujer que amaba, porque era más que cierto y ya no me daba pena admitirlo; la amaba, y no lo ocultarla nunca más, yo era un ser humano y tenía la capacidad para amar, y quizá, con un poco de suerte, para ser amado, amado por ella.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora