Capitulo 5: ¿Estoy muerta?

491 70 6
                                    

Residencia Black
Narra: Diamante Black

No lo puedo creer ¿Que he hecho? Quise darle a mi hija una sorpresa perfecta y no hice más que orillarla a una situación peligrosa.

Puedo escuchar su voz resonando en mi cabeza —¡Ayúdame papá!— fue todo lo que me pidió y no pude protegerla, le fallé, no pude hacerlo.

Sé que tuvo un accidente, la llamada seguía activa mientras yo escuchaba la volcadura del auto en el que viajaba y sus gritos desesperados suplicando por un auxilio que nunca llegó. Lo último de lo que pude percatarme fue de alguien que la encontraba. Se escuchaban voces de hombres, supongo que algún equipo de rescate estaba atendiendo la emergencia. Pero la pregunta era ¿Quién le había hecho esto a mi princesa? Y ¿Por qué? ¿Qué motivos tendrían para atacar a una jovencita inocente que lo único que deseaba era divertirse y tener un poco de libertad?

Toda mi vida traté de mantenerlas a ella y a mi esposa totalmente alejadas de los reflectores y de la fama. Muchos me criticaron enormemente por no dejarlas disfrutar abiertamente de mi riqueza y mi fortuna, pero lo único que quería era evitar situaciones de este tipo y protegerlas. Sabía de sobra que si alguien las vinculaba conmigo y la fortuna que poseemos ambas serían blanco de ataques, y yo, de múltiples extorsiones y preocupaciones. No comprendo qué pasó ni cómo me permití a mí mismo un descuido de esta naturaleza.

Mi eficiente grupo de hombres entrenados llegó rápidamente a la casa en cuanto recibieron la llamada en la que les comunicaba la situación.

Era la primera vez que solicitaba la presencia de mi equipo de seguridad completo, y es que la ocasión realmente lo ameritaba.

—Señores, perdón por la urgencia, pero... se trata de mi hija. Por las condiciones de lo sucedido puedo deducir que ella sufrió un atentado en los Emiratos. Es su obligación descubrir el motivo, el responsable, y lo más importante, su paradero y sus condiciones de salud.

—Señor Black, es muy extraño. Nadie sabía que la señorita Serenity saldría del país, además, los Emiratos son uno de los pocos lugares en los que usted no tiene relación comercial. No es lógico que usted tenga enemigos ahí, mucho menos su hija. Si aquí nadie la vincula con usted, mucho menos allá, además...

—¡Para eso les pago! ¡Para que investiguen! ¡Para que escuchen la información que les estoy dando y para que me traigan las respuestas que necesito!— no dejé que el jefe de mis escoltas terminara de hablar. En medio de un fuerte grito lo interrumpí sin pensar que él solo estaba haciendo su trabajo.

Me sentí tan mal... ¿Qué me estaba pasando? Jamás en mi vida le había gritado a mi personal, no era algo que fuera conmigo, era la primera vez que lo hacía, pero tras sus miradas atónitas, llenas de coraje y tristeza al mismo tiempo, dejaban ver que ellos comprenden cómo me sentía y por qué había actuado así.

—No se preocupe señor, haremos hasta lo imposible por traer a la señorita Serenity de vuelta a casa. Puede estar seguro de que no descansaremos hasta que usted la tenga de nuevo a su lado— mi jefe de seguridad se expresó con gran convicción y muy seguro de sí mismo.

Por el momento dejaría en sus manos ese asunto, pues era hora de comunicarle a mí esposa, y a la madre de Mina lo que había sucedido durante el viaje de ambas jovencitas, aunque francamente no sabía cómo comenzar.

—Esmeralda— la llamé tranquilamente hasta que logré que despertara de la relajante siesta que se encontraba tomando.

—¿Qué sucede amor?— la miré extrañada y con un poco de confusión en su aún somnoliento rostro.

—Esmeralda, necesito decirte algo.

—Sí, dime ¿Qué sucede? Por tu tono de voz estoy segura de que se trata de algo serio— ahora venía lo más difícil, darle la cruel noticia.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora