Capítulo 12: Encuentro fallido

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Ante la acción y las palabras del Emir no pude reaccionar. Mi cuerpo se sintió tan extraño con el toque de sus manos que lo único que hice fue quedarme en un estado rígido, tan dura y firme con una roca, en espera de lo que podían significar sus últimas palabras, y las consecuencias que el haberlo golpeado traería a mi vida.

—¿Qué pasa? ¿Acaso te han comido la lengua los ratones?— todos los intentos de Mamoru para que yo respondiera eran inútiles, ni mi postura ni mi actitud cambiaban en nada. —¡No juegues conmigo jovencita! ¡Te advierto que no tengo...!

—¿Que no tienes que? ¿Paciencia? ¡Eso ya lo sé!— después de recuperar un poco la conciencia, me armé de valor, giré mi cuerpo separándome de Mamoru e interrumpí su hablar.

—¡Vaya! ¡Por fin hablaste!— fueron las palabras del hombre en medio de un rostro lleno de sorpresa.

—¡Eso es lo que querías! ¿No es así? ¡Pues ya cumplí tu deseo!— le expresé sin ser consciente de la furia que le había dado a mis palabras.

—¿Así que ya sabes que debes obedecer mis órdenes? ¡Me alegro por ti! Eso hará que tú estadía en el palacio sea más tranquila.

—¡Ni lo sueñes! Si crees que voy a acatar cada nuevo capricho tuyo estás muy equivocado! ¡No dejaré que tú o alguno de tus súbditos pongan un solo dedo sobre mí! ¡Te advierto que pienso defenderme!— con esa última oración que acababa de salir de mi boca, Mamoru llevó su mano derecha hacia la parte trasera de su cabeza e hizo una pequeña mueca de dolor al tocar esa área, pero ese gesto desapareció de forma rápida y fue sustituido por una ligera sonrisa y unas palabras que me dejaron en total desconcierto.

—¡Owww!— gruñó Mamoru —Estoy seguro de que intentarás defenderte de cualquier cosa que yo quisiera hacerte ¡Eres una chica muy fuerte!— de nueva cuenta, él había dibujado una sonrisa en ese rostro tan atemorizante, cosa que me dejó más que sorprendida.

—¿Puedo saber que te ocurrió?— finalmente bajé la guardia y me interesé en esa lesión cubierta por una gasa médica que Mamoru me había mostrado girando su cuerpo.

—¿Acaso no lo sabes? En primer lugar, tengo el labio inferior de mi boca completamente reventado ¡Tienes una fuerte patada! En segundo lugar, me causaste una herida bastante profunda en la cabeza que requirió de siete puntadas y de la que tardaré un poco en recuperarme— de alguna manera, algo en la forma de hablar del Emir me daba a entender que bromeaba con lo sucedido, pero no estaba dispuesta a dejarme convencer tan fácilmente de su cambio de humor, no después de todo el daño que me había hecho desde que lo conocí.

—¡Solo te di lo que te merecías!— le expresé con un fuerte grito que de inmediato cambió su semblante bondadoso por uno que ya había visto anteriormente y que me aterraba.

—¿Me lo merecía? ¡No seas ridícula! ¿Crees que un príncipe como yo merezca lo que tú me hiciste? Deberías sentirte afortunada, pues muy a pesar de tu osadía te perdoné la vida. Cualquier otra persona que hubiera tenido el valor de levantar un solo dedo en mi contra, estaría en el otro mundo ¿Me has entendido?— Mamoru había comenzado a elevar su voz, pero alguien debía darle una lección a su ego, y obviamente, esa quería ser yo.

—¡No me hagas reír! ¿En realidad crees que debería sentirme afortunada? ¿De qué? Dímelo ¿De que provocaras un accidente en el que estuve a punto de morir? O mejor aún ¿de intentar propasarte conmigo? ¿o quizá de que me mantienes secuestrada e incomunicada? Si crees que eso es tener buena suerte déjame decirte que estás muy equivocado. Tal vez seas un príncipe, pero solo por el título; no tienes sentimientos, ni corazón, eres un completo tirano que abusa de las personas con su poder y que además...— estaba tan llena de furia que sin pensar, comencé a expresar todo lo que sentía, llevando mi voz de un tono alto a un montón de gritos y reclamos hasta llegar a un punto en el que mi acompañante perdió la paciencia y arremetió contra mí sin dejarme concluir mis palabras.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEWhere stories live. Discover now