Capítulo 30: De vuelta a casa

297 52 11
                                    

Después de lo ocurrido con Serenity, no quise volver a verla. No tenía el valor de verla de frente, a los ojos. En un principio pensé en encerrarme en mi habitación, pero además de ser un ser humano, también era el líder de una nación y preferí quedarme en el despacho para perderme en los asuntos políticos, económicos, bélicos y hasta religiosos que atañaban a mi región y poder así mantener mi mente ocupada en otra cosa.

Por un momento, el cansancio se quiso apoderar de mí, pero tan pronto como cerré los ojos, la imagen de Serenity con lágrimas en los ojos y gritando que me odiaba, se hizo presente y de forma inmediata desperté.

—¡Soy un desgraciado!— grité para mi mismo mientras intentaba desquitar mi furia con un fuerte puñetazo a la pared que acabó por agrietar mis nudillos y envolverlos en un poco de sangre.

—¡Mi señor! ¿Se encuentra bien? Abra la puerta por favor— desde el otro lado de la puerta, el preocupado Kunzite trataba, de forma desesperada, de hacerme entrar en razón y evitar que pudiera hacer cualquier tontería como siempre hacía.

—¡Vete! ¡Déjame solo! ¡No quiero verte ni a ti ni a nadie!— respondí con un tono autoritario y tan amenazante que terminó por obedecer mi orden y alejarse.

Todos mis recuerdos comenzaron a invadir mi mente. Mi triste infancia, lo duro de mi adolescencia, el momento en que tuve que volverme frío para llevar las riendas de mi nación, y todo lo que sucedió desde que conocí a Serenity aparecían como historieta dentro de mi cabeza. Lo único que quería era olvidarme de todo y de todos, al menos por un momento, así que tomé una botella de licor que estaba en la mesa junto a la biblioteca y trago tras trago acabé con todo su contenido.

Finalmente, gracias a lo embrutecido que estaba, tomé asiento en el sillón principal y me perdí en un sueño profundo que duró algunas horas.

—¡Mi señor! Abra por favor— de nueva cuenta, Kunzite llamaba a la puerta de mi despacho intentando obtener una respuesta, cosa que por fortuna ahora sí sucedió. Aún un poco aturdido por todo lo que había tomado la noche anterior, me levanté en medio de tambaleos y abrí la puerta.

—¡Señor! ¿Se encuentra bien?— Kunzite cuestionó sorprendido al verme en ese estado tan deplorable.

—¿Te parece que estoy bien?— pregunté auto señalándome.

—¿Necesita hablar mi señor?— me preguntó mi amigo mientras se acercaba mi y me palmeaba la espalda como en señal de apoyo.

—Gracias Kunzite, pero ya no sé ni lo que necesito— respondí al mismo tiempo que colocaba mis brazos sobre el escritorio y colocaba la cabeza entre mis manos demostrando mi frustración.

—¿En verdad va a liberarla?— Kunzite lanzó una nueva pregunta.

—Sabes algo, en estos últimos días viví de todo— respondí y continué con mi hablar —pero todo eso me sirvió para que mi corazón se ablandara. Después de regresar del restaurante aquella noche y dejar a Serenity de vuelta en el palacio, tomé el auto y me dirigí hacia el único lugar en el que sabía que no iba a ser juzgado y en el que podría pensar con claridad.

—Aún no se en donde estuvo señor— cuestionaba mi amigo con duda.

—Fui al campo, a la cabaña en donde vive mi madre. Pasé esos días completos a su lado, organizando mis ideas hasta que el milagro que por años pedí, ocurrió. Durante la segunda tarde, ella observaba la maravillosa vista que su terraza le ofrece y me senté en el suelo, apoyado en su regazo. Sé que no tiene conciencia de lo que pasa a su alrededor pero de pronto comenzó a acariciar mi cabello de forma tierna y eso me hizo derramar unas cuantas lágrimas. —¿Qué te sucede mi niño? ¿Acaso estás triste?— ella por fin después de años me había reconocido, y muy en el fondo sabía que yo era su hijo. —No llores más, todo saldrá bien, crecerás y algún día serás un gran Rey, no como tu padre, así que cálmate por favor— esas últimas palabras que me dedicó llegaron al fondo de mi alma y me hicieron reflexionar, que en efecto, me había convertido en el monstruo que más odiaba: mi padre.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEWhere stories live. Discover now