CAPÍTULO 32

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Una noche, luego del arguo trabajo, se dirigió hacia su casa con intención de descansar y olvidar lo que hizo.

No le agradaba la idea de separar a un bebé de su madre, pero por el bien de ellos, lo tuvo que hacer. El hecho de que haya llevado a ese lugar al niño, se daba a que no quería que Jey se deshiciera del bebé por ser hijo de unos de los targets, la verdad es que no sabía quienes eran los targets, ni tenía idea del por qué son importantes; solo tenía la orden de vigilarlos a toda hora. ¿Y cómo saber a quién vigilar? Fácil, el día en el que atraparon a los chicos, los había enumerado principal  a los que Jey quería tener.

Llegar y encontrarse con la noticia de que su hija Mora no estaba, no le afectó en lo absoluto, pues prefería que se haya perdido en el bosque aque esté viviendo en la mansión con la constante presión de ser hija de la mujer más rica e importante. Sabía que su niña no era tonta, algo en ella la hacía creer que estará bien y que no morirá; no sabía si era sexto sentido, intuición o premonición, pero de qué ya sabía que esto algún día pasaría, lo sabía.

Con una copa de vino blanco, descansando en el sofá de su sala y viendo las constelaciones a través de un proyector, pensaba en como la mujer había llorado en el momento en que se le arrebataron a su bebé de sus brazos, la hizo recordar algo parecido... Ese momento en que ingresó a la casa de los padres de Alai; su mente la reprendía, la acusaba de ello y eso la enojaba.

Cansada de juzgarse se levantó del sofá y estrelló la copa en el suelo haciendo lo añicos. Se dirigió al balcón de su habitación, soltó su pelo y dejó que la brisa lo acariciara, cuando una cancioncita de Big Girls Don't Cry muy peculiar de aquel hombrecito de blanco sonó por toda la mansión.

—¡Ahg! ¿Cuando apagará esa maldita cancioncita?— renegó.

— Cuando en Eudamón exista el tiempo— respondió el hombrecito apareciendo en frente de ella.

—Tac tic— lo saludó.

—Tic tac— la corrigió, Mariana rodó los ojos— no es difícil, Mar.

— No me digas Mar— ordenó, cambiando su semblante a uno serio.

—¿Por qué? Si así es tu nombre. Marianella Tallarico Rinaldi— dijo.

— No tengo él por qué de estar explicándote nada. Ahora ¿A qué se debe está... visita?— preguntó con un ademan de manos.

— Hola tictac, cuánto tiempo ¿Cómo estás?— bufó.

—Hola tic tac, gusto en verte ¿Cómo has estado?...¿Mejor?— dijo Mariana.

—Mejor. Y yo estoy bien, gracias — respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

— Antes de que empieces a dar mil vueltas para decir una cosa, te invito a pasar a la cocina. Tengo preparado un rico asado especialmente para vos— dijo Mariana y se dirigió a la cocina con tic tac siguiéndola mientras daba saltitos y con su típica canción sonando.

                                    (...)

— Debería de venir más a menudo para comer está delicia— comentó Tic tac, mientras probaba otro bocado.

— Es lo que digo— habló Mariana.

— Las cosas pasan por qué tenían que pasar— habló, dejando de lado el asado, más bien, el hueso.

— ¿Qué quieres tomar?— preguntó tratando de desviar la conversación.

— Yo nada.

— Bueno, yo sí— sentenció y fue a servirse una copa de vino (sí, otra vez)

˜"*°•.  ❝ [𝕮𝖆𝖘𝖎 Á𝖓𝖌𝖊𝖑𝖊𝖘 4𝖙_ 𝖒𝖎 𝖛𝖊𝖗𝖘𝖎ó𝖓] ❞•°*"˜Where stories live. Discover now