Capítulo 39

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El aire se escapaba de sus pulmones por la agitación, sus rodillas estaban raspadas y aún así no paraban de correr.

— Más lento por favor, voy a desfallecer. — Gritó Tom —

— No llegas ni a los 20 ¿Por qué estas tan cansado?

— Cargar tanta sabiduría cuesta Lili.

Ella sonrió — Seguro que sí.

Caminó hacia él, se sentó sobre las hojas estirando las piernas y luego le tendió la mano para ayudarle a sentarse a su lado, él puso las suyas sobre las de ella como formando una x y le dió una sonrisa divertida.

— ¡Esquivo!

— ¡Esquiva esto!

— ¡Esquivo esquivo!

Gritaban Alba y Oliver replicando los movimientos de defensa — personal que aprendieron de un libro que trajo Lili.

— ¿Cómo estás?

Lili volteó a verlo, desde que sus padres fueron detenidos había preguntado eso constantemente, siempre intentando ocultar la preocupación.

— Tom, estoy bien. La tía Adelaida es muy buena conmigo.

— ¿Y tú primo?

— Esta algo triste lo cual apagó su maldad por completo.

Tom asintió comprensivo, el padre de Haize también estaba siendo enjuiciado en tanto eso estaba detenido.

— Tú... no te noto muy apagada. Lo estas llevando bien.

— Gracias.

¿Eso era todo lo que diría? ¿Sin contar más? Porque habían muchas cosas rondando por su mente y otras que había descubierto. Quería ser valiente y decírselas. Miró a los niños y la inspiró su coraje al enfrentar una situación que ellos no habían pedido y sin embargo aceptaron por amor a su hermano, a pesar de sus pocos años y que aún no entendían del todo.

Había llegado a la conclusión de que eso era lo que había arruinado sus amistades antes, el no confiar, no abrirse, impedía que ese tipo de conexión se formara. Porque claro que podía invitar a Tom al cine y pasar ratos como estos en los que compartían el tiempo. Sin embargo deseaba que fuera más que eso, deseaba compartir sus sueños, esperanzas, sus miedos y tristezas.

Esta vez, luego de todo lo que había pasado decidió que sería diferente, no sería igual que sus padres, sería sincera pero sin cruzar la línea de la crueldad, sus relaciones serían por un genuino afecto y aprecio. Comenzaría por Tom, respondiéndole, de la forma que ella creía adecuada, a la simple pregunta de ¿Cómo estás?

— Tom.

El la volteó a ver mostrándole que la escuchaba, era el momento.

— Caminemos mientras te digo.

— Bien.






























— Sabes, mi mamá no fue una buena persona, hizo muchas cosas cuestionables y aún así por mucho tiempo hice de todo para ganar su afecto.

— ¿Que cosas hiciste?

— Pues. — miró los árboles naranjas mientras avanzaba — Fingir que todos en el mundo me agrada, en especial los hijos de sus socios, esforzarme en la escuela porque la única forma de recibir su atención era con un A+, tomar clases que odiaba y no me atrevía a decirle porque no quería decepcionarla, no seguir ninguna forma que ella no aprobara y aceptar cuantos golpes quisiera darme.

« Cuando llega el otoño » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora