Capítulo 31

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— ¿Me amas? — preguntó Tom recostado sobre el pasto observando el cielo azul sobre ellos —

— A que viene la pregunta.

— Solo responde.

Lili le tomó la mano sobre el pasto y el la miró con esos hermosos ojos café brillantes, intentaba descubrir viendo estos si había alguna pisca de sarcasmo, pues creía imposible que él no se hubiera percatado de sus sentimientos.

— Tom, un te amo es simple, muy simple a comparación de todo lo que siento por tí, pero si eso es lo que quieres oír entonces, sí, te amo tanto como una persona puede amar a otra.

Tom sonrió con timidez ante la respuesta, Lilian compartió su gesto, era feliz ignorando la profundidad de un "te amo", tan solo disfrutaba de tener a alguien con quien compartir esa simple frase.

Tom se movió para verla mejor, Lili lo imitó y ahora otra vez sus miradas se conectaban, entonces ese pequeño impulso apareció, aquel que le pedía algo más, sus ojos viajaron a sus labios y pidieron permiso para acercarse a estos.

El asintió, con un gesto inocente y también se acercó a ella. El mundo los rodeaba y Lili escuchaba cada ruido que este hacía, pensó que era la banda sonora perfecta para un beso, hasta que...

— Mientes.

Abrió los ojos y ya no estaba en aquel verde prado, estaba en el sótano de su hogar acompañada solo con la oscuridad y los muebles antiguos.

— ¿Tom?

Se levantó intentando no demostrar el miedo que empezó a sentir.

— ¿Tom dónde estas?

— ¿Por qué me mientes de esa forma Lili?

— No te miento, jamás lo haría.

Crujidos se escucharon alado de una antigua mesa de villar, volteó a verla y casi al instante a sus espaldas escuchó un jarrón romperse.

— No puedes solo desaparecer así. — dijo Tom —

Lilian no respondió, no podía, ya no quería estar ahí así que corrió hacia la puerta lo mas rápido que pudo mientras los muebles comenzaban a chocar a sus espaldas entre sí y contra la pared.

Subió las gradas peldaño por peldaño a pesar de que parecían hacerse más y más y cuando estubo en la cima.

— ¿Por qué me abandonaste? — sollozaba su voz —

Pensó que estaba justo detrás de ella pues casi podia sentir sus palabras acariciando su cuello, volteó pero no era Tom, sino su hermano quien la empujó hacia la puerta, atrás de ella la nada misma la recibió al caer, vió desde abajo la puerta y los ojos oscuros de su hermano iguales a los suyos, llenos de tristeza y rabia. Le quemaron el corazón.

Se removió en su cama nerviosa, todo estaba oscuro pero sentía como cambiaba a una nueva sensación pues había algo que la sostenía. Cerró los ojos con fuerza para luego con cuidado comenzar a abrirlos y ver que no estaba en esa habitación sino en su cuarto.

Le tomó un tiempo observar todo bien para saber que estaba segura y todo lo anterior no había sido nada más que un sueño.






















Pedaleaba con una boina en su cabeza y su mochila de cuero negro en la espalda. Su vista estaba perdida entre los árboles naranja, pensando en los paseos por el bosque con Lili.

« Cuando llega el otoño » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora