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Policía de París, tan elogiada por su perspicacia, es astuta, pero


nada más. No hay más método en sus diligencias que el que las


circunstancias sugieren. Exhiben siempre las medidas tomadas,


pero con frecuencia ocurre que son tan poco apropiadas a los


fines propuestos que nos hacen pensar en Monsieur Jourdain


pidiendo sa robe de chambre... pour mieux entendre la musique. A


veces no dejan de ser sorprendentes los resultados obtenidos.


Pero, en su mayor parte, se consiguen por mera insistencia y


actividad. Cuando resultan ineficaces tales procedimientos,


fallan todos sus planes. Vidocq, por ejemplo, era un excelente


adivinador y un hombre perseverante; pero como su


inteligencia carecía de educación, se equivocaba con frecuencia


por la misma intensidad de sus investigaciones. Disminuía el


poder de su visión por mirar el objeto tan de cerca. Era capaz de


ver, probablemente, una o dos circunstancias con una poca


corriente claridad; pero al hacerlo perdía necesariamente la


visión total del asunto. Esto puede decirse que es el defecto de


ser demasiado profundo. La verdad no está siempre en el fondo


de un pozo. En realidad, yo pienso que, en cuanto a lo que más


importa conocer, es invariablemente superficial. La


profundidad se encuentra en los valles donde la buscamos,


pero no en las cumbres de las montañas, que es donde la


vemos. Las variedades y orígenes de esta especie de error


tienen un magnífico ejemplo en la contemplación de los cuerpos


celestes. Dirigir a una estrella una rápida ojeada, examinarla


oblicuamente, volviendo hacia ella las partes exteriores de la


retina (que son más sensibles a las débiles impresiones de la luz


que las anteriores), es contemplar la estrella distintamente,


obtener la más exacta apreciación de su brillo, brillo que se


oscurece a medida que volvemos nuestra visión de lleno hacía


ella. En el último caso, caen en los ojos mayor número de rayos,


pero en el primero se obtiene una receptibilidad más afinada.


Con una extrema profundidad, embrollamos y debilitamos el

Los Crímenes de la calle morgue (COMPLETA)- Edgar Allan PoeWhere stories live. Discover now