página 2

440 15 0
                                    

por tanto, esta ocasión para asegurar que las facultades más
importantes de la inteligencia reflexiva trabajan con mayor
decisión y provecho en el sencillo juego de damas que en toda
esa frivolidad primorosa del ajedrez.
En este último, donde las piezas tienen distintos y bizarros
movimientos, con diversos y variables valores, lo que tan sólo es complicado, se toma equivocadamente -error muy
común- por profundo. La atención, aquí, es poderosamente
puesta en juego. Si flaquea un solo instante, se comete un
descuido, cuyos resultados implican pérdida o derrota. Como quiera que los movimientos posibles no son solamente variados, sino complicados, las posibilidades de estos descuidos se multiplican; de cada diez casos, nueve triunfa el
jugador más capaz de concentración y no el más perspicaz.

En el juego de damas, por el contrario, donde los movimientos son únicos y de muy poca variación, las posibilidades de descuido
son menores, y como la atención queda relativamente distraída,
las ventajas que consigue cada una de las partes se logran por una perspicacia superior. Para ser menos abstractos supongamos, por ejemplo, un juego de damas cuyas piezas se han reducido a cuatro reinas y donde no es posible el descuido. Evidentemente, en este caso la victoria -hallándose los
jugadores en igualdad de condiciones- puede decidirse en
virtud de un movimiento recherche resultante de un determinado esfuerzo de la inteligencia. Privado de los recursos ordinarios, el analista consigue penetrar en el espíritu de su contrario; por tanto, se identifica con él, y a menudo descubre de una ojeada el único medio -a veces, en realidad,
absurdamente sencillo- que puede inducirle a error o llevarlo a un cálculo equivocado.

Los Crímenes de la calle morgue (COMPLETA)- Edgar Allan PoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora