❑˚ ིྀ Chapter Eight.

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—Buenas tardes. —saludas, sonriendo ligero. El chico te da una mirada antes de sonreír— Mhm.. ¿Cómo se llama esto?

Señalas nuevamente el postre con tu dedo, mostrándole al chico al que te referías.

—Cheese Cake. —te responde, y tú asientes suavemente con la cabeza.

—Oh bien, dame un Cheese Cake y una malteada de fresa. —pides amablemente antes de girar tu cabeza para observar a Souya— ¿Quieres algo? Siéntete libre de pedir lo que quieras.

—Yo... Mhm... —el peli-azul observa los postres con detenimiento, quizá pensando en su mejor opción— Estoy bien con un flan.

—De acuerdo. —afirmas, volviendo a ver al chico de la caja registradora— Entonces sería un Cheese Cake, una malteada de fresa y un flan, por favor.

El muchacho asiente con la cabeza, comenzando clickear algo en la pantalla de la computadora a su costado. Souya y tú deciden pasar a un lado para tomar asiento en una de las mesas del lugar, aquella mesa está ubicada a un costado de la enorme ventana del establecimiento, pero aún así, está en un lugar lo bastante cómodo para ambos.

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—Aquí tienen. —dice el chico, llegando con sus pedidos— Buen provecho.

Él deja los postres sobre la mesa frente a ustedes, tomándose su tiempo para hacerlo, antes de volver a la caja registradora. A ti eso no te importó, pues al instante tu mirada se enfocó en aquel pedazo de pastel frente a ti; pero, a diferencia de ti, aquella acción a Souya le pareció extraña, aunque decidió no prestar atención a eso.

Llevas un bocado a tu cavidad bucal y el de orbes azules puede presenciar como tus ojos brillan de una manera fuerte, con emoción, y aquella expresión hizo que su corazón comenzara a latir con fuerza; sin embargo, él decide ignorar rotundamente aquella sensación.

—Por Dios... —murmuras emocionada. Luego levantas la cabeza y lo observas, tus Lucero que desprenden un brillo de entusiasmo— ¡Souya, ¿Ya has probado esto?!

Tomas una cucharada del pastel y lo extiendes hacia él, Souya no puede evitar avergonzarse por ello y niega con la cabeza.

—Gracias, pero ya lo he probado antes... —susurra, lo suficientemente suave como para que no notes él nerviosismo en su voz.

Haces un puchero por sus palabras, pero no retiras la cuchara de su rostro.

—Vamos, será sólo un bocado. —insistes, parpadeando varias veces de forma rápida y sin borrar el puchero en tus labios.

Souya desvía su mirada de la tuya y suspira resignado, finalmente sus labios se separan leve, dándole paso a la cuchara frente a él. Lo observas atenta, cada acción, cada expresión de su rostro, lo observas con detenimiento; y, por alguna razón, sientes como tus mejillas comienzan a ponerse ligeramente cálidas.

—Acabamos de darnos un beso indirecto. —sueltas de pronto,
y al instante, Souya siente como la comida se atora en su garganta mientras su rostro arde con fuerza.

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Siente como su estómago se revuelve y su pecho se oprime ligeramente, creando una sensación incómoda para su persona. Y es que, sabía que había algo extraño, pero aún así decidió ignorarlo.

Tú ladeas ligeramente la cabeza hacia un lado cuando el chico de la caja registradora extiende un papelito hacia ti.

—¿Qué es eso? —levantas la mirada hacia él y enarcas una ceja en su dirección.

—Mi número telefónico. —responde el chico— Me llamaste la atención, escríbeme o llámame cuando quieras.

Te quedas en silencio, mirándolo fijamente. Tu mirada baja al papel en su mano y Souya siente como su pecho se oprime un poco más, y es que, quizá, realmente no le sorprendería que tomaras el papel.

—Lo lamento. —tus palabras hacen que vuelva a la realidad— Aprecio tu gesto, pero... —haces una pausa y tomas la mano de Souya, impulsándolo a tu costado y le sonríes al chico— Él ya me perteneceny no necesito a nadie más.

Souya siente como sus mejillas se calientan de nuevo, hasta el punto de llegar a arder; baja su rostro, intentando esconder aquel sonrojo tanto de ti como del chico frente a ustedes. Sin embargo, no puede evitar sentirse notablemente más tranquilo por tus palabras.

Siente como entrelazas tu mano y la suya para comenzar a caminar hacia la salida del establecimiento y él tan sólo se deja guiar. Pasan varios minutos caminando por el centro, sin rumbo alguno y en completo silencio, hasta que el peli-azul decide romper el silencio.

—No digas cosas así en público, _______... —musita y tú sólo puedes ladear la cabeza.

—¿Por qué? Eres mío después de todo. —dices y él solo suspira— Aunque... Si realmente te molesta o incómoda, por supuesto que dejaré de hacerlo.

No. No era incómodo ni mucho menos molesto, es solo que... Le causaba mucha vergüenza que esas palabras salieran de tu boca, y es que, tus solas palabras hace que su corazón vaya con un mayor ritmo cardíaco.

Pronto, tus palabras vuelven a su mente y eso es algo que logra emocionarlo, sólo un poco.

No necesita a nadie más...

Souya siente como comienzas a mover sus manos unidas de adelante y atrás, como una niña pequeña. Su rostro se suaviza ligeramente y una diminuta sonrisa boba se crea en su rostro.

Carajo, aún no sabía que sentimiento era ese, pero... Era jodidamente hermoso...

 Era jodidamente hermoso

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