❑˚ ིྀ Chapter Ten.

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—¿Mhm? —ladeas un poco la cabeza, escuchando las palabras de tu acompañante a través del móvil— ¿Que no podrás venir hoy?

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¿Mhm? —ladeas un poco la cabeza, escuchando las palabras de tu acompañante a través del móvil— ¿Que no podrás venir hoy?

Sí, estaré ocupado. —responde Souya— Lo siento...

—Oh no, está bien. —le restas importancia al asunto, acomodándote entre las almohadas de tu cama— Me alegra que llamaras para avisar, aunque, ¿Puedes decirme dónde estarás?

—¿Eh? ¿Para qué quieres saberlo?

—... Curiosidad. —contestas en un aludido, confundiendo a tu contrario con tus palabras.

Mmh... ¿Podemos hablar de esto otro día? Te lo diré, pero no ahora ni por teléfono, ¿Si?

—Está bien.. —respondes, aferrándote un poco más a la almohada atrapada en uno de tus brazos.

—¡Souya! ¡¿Qué estás haciendo?! —escuchas la voz de Nahoya, no muy lejos— ¿Hablas con [T/A]? —ahora escuchas un chasquido de lengua y pasos alejarse— Date prisa y termina de hablar, debemos ir al templo o llegaremos tarde a la reunión.

—Sí, sí, espérame un minuto. —pronuncia Souya, su voz restándole ligera importancia a las palabras de su hermano— Entonces hablamos después, cuídate, ¿Si?

—Tú cuídate. —le devuelves— Yo no creo salir de casa.

—Entiendo, hasta pronto. —se despide y sin más, cuelga el teléfono.

Bajas el móvil de tu oreja hasta que queda apoyado en tu muslo, observas el teléfono en tu mano y no puedes evitar ejercer un poco de presión en el aparato telefónico con tus dedos.

—El templo...

|☘︎|

—Mh... —alzas la mirada, observado el montón de escaleras que hay en el lugar— Así que al final sí vine aquí...

Tomas la correa del bolso que traes puesto con ligera fuerza, estás nerviosa, preocupada, pero sobre todo, confundida. ¿Por qué razón Souya estaría en ese lugar, a esa hora?

Meneas la cabeza, dispuesta a subir los escalones. Pero esto es interrumpido cuando escuchas una voz a tu costado.

—¿Oh, una chica? —giras la cabeza para observar a tu costado. Tus ojos enfocan a una rubia de orbes miel, quien te mira con confusión y curiosidad— ¿Quién eres?

Ambas se quedan en silencio, mirándose mutuamente. Aunque, al ella ver tu silencio opta por continuar hablando.

—¿Buscas a alguien? —cuestiona, y tú, sin dejar de verla asientes con la cabeza— Oh, entonces siento informarte que ahora mismo subir no es una buena idea.

—¿Por qué? ¿Qué sucede allá? —interrogas, confundida por las palabras de aquella desconocida.

Ves como su expresión desencaja en una ligera mueca de confusión y asombro, pero luego te sonríe amablemente.

—Oh claro, debí suponer que no sabías nada cuando estabas a punto de subir. —comenta la chica, aún sonriente— ¿Y si esperas a esa persona conmigo? Te contaré un par de cosas..

Vuelves a ver las escaleras, que son bastantes. Sueltas un suspiro antes de hacer más presión en la correa del bolso para girar a ver a la rubia y asentir con la cabeza a su propuesta.

|☘︎|

—Así que una pandilla... —susurras, escuchando como Emma afirma a tus palabras.

—Y así que una [T/A], ¿Mhm? —murmura Emma y tú sólo asientes con la cabeza— ¿Qué haces alguien como tú en un lugar como este? Creí que no te gustaba nada de esto, siempre te veías tan indiferente en las entrevistas.

—Sí, bueno... —subes tu mano a tu cabeza y acaricias tu cabello— Como ya te dije antes, vine a buscar a alguien, aunque mamá y papá no me dejan salir con mucha frecuencia de casa, por seguridad.. Y la razón por la que muestro indiferencia en las entrevistas es porque realmente no me interesan, pero aún así, debo tener un perfil apto para mantener la reputación de mis padres en alto.

—Wow... ¿Así que esa es la vida de la pequeña [T/A]? —Emma te observa atenta. Tú te alzas de hombros, restándole importancia al asunto.

—Mhm, con el tiempo te acostumbras a estar sola en casa.. —giras a verla y sonríes— Si algo he aprendido con los años es que la soledad nunca me dejará sola, por más que yo así lo quiera, ella siempre estará ahí; esperando y acechando.. Sin embargo, últimamente... No me he sentido tan sola.

Emma te mira, observa la sonrisa que se forma en tu rostro junto al pequeño hoyuelo en tu mejilla y no puede evitar sonreír también.

—Me recuerdas a mí de pequeña.

—¿Es así?

—Sí. —asiente la rubia— Y es por eso, que puedo asegurarte que sé cómo te sientes.

—Ya veo... —susurras, bajando la cabeza para observar tus zapatos.

Llevas nuevamente tu mano a la correa del bolso y haces fuerte presión ahí, sintiendo una sensación extraña recorrer tu cuerpo, desde tu pecho. Una sensación cálida se apodera de ti.

Es... Agradable conocer a alguien que me entienda...

|☘︎|

—¿Y a quién esperas? —pregunta Emma, viendo junto a ti como muchas personas descienden las escaleras para salir del templo.

No le respondes, pues tu mirada está vagando por todo el lugar, queriendo encontrarlo pronto; lo cual afortunadamente sucede ya que lo ves no muy lejos de donde están ustedes dos.

—Vuelvo pronto. —le haces un ademán a Emma con tu mano antes de comenzar a caminar hacia él, evadiendo o algunas veces incluso empujando a las personas que se interponen en tu camino.

No pasa mucho tiempo cuando quedas cerca de él, así que sin esperar más rodeas su cuello con tus brazos, atrayéndolo a ti. No es necesario que Souya se gire para que pueda saber que eres tú, pues a su parecer, él siente que tienes un gratificante y peculiar olor:

Bombones y malvaviscos.

Sin duda es un olor dulce, quizá demasiado, pero con el tiempo ha logrado adaptarse a este.

—¿______-...?

—Souya. —tarareas su nombre en su oído, con aquel leve tono dulce e infantil que tiene tu voz.

—Tú... ¿Cómo llegaste-? ¿Qué haces aquí? —Souya se da la vuelta para verte y miras como su expresión se suavizó notoriamente, una de sus manos viaja a tu mejilla y como si fuera instintivo dejas que tu cabeza se incline aún más contra su tacto.

Sonríes cuando sientes que su pulgar acaricia suavemente tu rostro, desde tu mejilla hasta llegar a rozar la comisura de tus labios, pero sin tocar tus labios.

—Oh, bueno... —comienzas a decir, mirándolo a los ojos— La casa llega a ser solitaria sin tu presencia, ¿Sabes?

 —comienzas a decir, mirándolo a los ojos— La casa llega a ser solitaria sin tu presencia, ¿Sabes?

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