Capítulo 19

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Avanzaba decidida por el pasillo en dirección a la habitación del capitán Levi mientras iba repitiendo una y otra vez en mi cabeza cada una de las palabras que pensaba soltarle en respuesta a aquella carta. No iba a dejar que nuestros sentimientos pasaran desapercibidos, era demasiado tarde para hacerlo.

Cuando estuve delante de la puerta de su habitación me detuve varios segundos, respiré hondo, y sin ni siquiera llamar previamente entré de forma decidida. Le encontré sentado en una silla, con los pies sobre la mesa y leyendo un libro bajo la luz de una tenue vela. Le pegué un buen susto.

Le puse la carta delante de sus narices.

-¿Qué significa esto? -Pregunté, mientras la señalaba con la otra mano.

-Relájate. -Me advirtió.

-¡¿Qué significa esto?! -Repetí.

No se movió. No dijo nada.

-No vuelvas a levantarme la voz. -Soltó firmemente, después de un largo segundo.

Estuve a punto de rendirme, pero persistí. Respiré sonoramente y me obligué a mantener la calma.

-¿Por qué tienes que ponerte de estas formas?

-Contesta a mi pregunta.

-Pensaba que lo había dejado bastante claro. -Se incorporó con una calma exquisita mientras dejaba cuidadosamente el libro que estaba leyendo cerrado sobre la mesa.

-¿Que lo has dejado claro? ¿Qué forma tan cobarde es esta de huir? -Dije, aumentando cada vez más el tono de voz.

-Que no me hables así, muchacha.

Se levantó de la silla y se apoyó en el marco de la ventana que tenía justo al lado. Cruzó los brazos y miró a través del cristal. A pesar de volver de una misión, su aspecto era impecable, y ninguna expresión se asomaba por su rostro. Era inhumano.

Habló sin mirarme.

-No estoy siendo cobarde, Cassandra, estoy mirando por tu bien. El asunto se termina aquí antes de que sea demasiado tarde. No querría verte sufrir.

Avancé varios pasos hasta colocarme a escasos centímetros de él, obligándole a mirarme a los ojos.

-Ya lo es. Es tarde. Muy tarde.

Y volvió, de nuevo, a esquivarme la mirada. Era completamente incapaz de mantener una conversación mirándome a los ojos desde aquella noche en la enfermería. Yo, por mi parte, rezaba con todas mis fuerzas para no perder los nervios frente a aquella situación una vez más, pero no lo estaba consiguiendo.

-Sé que lo ves de una manera muy distinta a la mía, -dijo- pero créeme cuando afirmo que es mejor así. Crees que estoy a la altura de lo que mereces y lo cierto es que la realidad es muy distinta a lo que pasa por tu mente. Cásate con Kirstein, visita a su madre los domingos, aspira a un puesto mejor en un hospital de la ciudad y ten hijos. Vive una vida tranquila y feliz.

Cerré los ojos y apreté los labios.

-No quiero casarme con Jean. -Respondí.

Me miró de reojo y dejó escapar una leve sonrisa.

-Entonces elige a cualquiera de los otros soldados que fingen lesionarse en los entrenamientos y tener una excusa para que les atiendas en la enfermería, y que además se piensan que no me doy cuenta. No lo sé, Cassandra, haz lo que quieras con tu vida, pero no me involucres en ella.

-No lo entiendes. -Dije.

-Eres tú quién no quiere entenderlo.

En definitiva, me estaba diciendo que no quería volver a saber nada de mí y eso me estaba provocando un cúmulo de sentimientos que no hacían más que acrecentarse. En ese momento, confesé lo que yo misma había estado intentando convencerme de que no era cierto, aquello que he estado intentando ocultar en el fondo de mi corazón y que no quería que jamás saliera de ahí, eso que no había experimentado desde hace años y que sabía que, a partir de aquí, iba a cambiar mi vida por completo.

𝐈𝐍𝐃𝐎𝐌𝐀𝐁𝐋𝐄 ·ʟᴇᴠɪ x ᴏᴄ·Where stories live. Discover now