Capítulo 1

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AVISO:

Algunos personajes y sus personalidades, lugares, cargos dentro del ejército y algún que otro dato más son propia invención mía y puede que no sean canon o no sean fieles al manga original para así poder ajustarlos a esta historia.
Todos los personajes son mayores de edad y la línea temporal de esta historia no corresponde con la del manga original.
Cassandra Bennet es un original character creado por mí misma, el resto de personajes pertenecen a Hajime Isayama.

Espero que disfrutéis de esta historia tanto como yo he disfrutado mientras la escribía<3

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En lo alto del muro Rose, de pie y con el suave viento colándose entre los mechones de mi largo y salvaje pelo observaba el horizonte, hasta donde mi vista podía alcanzar, cómo las delgadas columnas de humo que salían de los hogares que los titanes iban destruyendo a su paso ascendían hasta el cielo despejado de nubes hasta consumirse. Era una imagen aterradora, pero, en cierto modo, también bella.

No era más que un día cualquiera, igual que el anterior, y probablemente, similar al de mañana. La noche anterior, el cuerpo de exploración se estaba preparando para salir hacia el muro María cuando un aviso a primera hora de la mañana les obligaba a todos a quedarse dentro del muro Rose ya que un grupo muy elevado de titanes se posicionaron alrededor del portón de salida.
Yo no he salido nunca al exterior. Principalmente me encargo de proporcionar suministro médico, atender heridos y hacer el recuento de cadáveres, que cada vez se convertía en una tarea más pesada. No le tenía miedo a salir, simplemente cedí mi puesto como soldado y me uní al equipo médico del cuerpo de exploración para quedarme en tierra y dedicarme a otras labores. Nunca me arrepentí de aquella decisión, sería útil cosiendo heridas y recogiendo del suelo los miembros amputados de mis compañeros.

Una voz que sonó detrás de mí me sacó bruscamente de mis pensamientos.

-Cassie, nos movemos. Han regresado los soldados.

Se oía como iban subiendo por el lado contrario del muro. Algunos se mantenían en pie mientras se tambaleaban, otros se dejaban caer de rodillas, totalmente agotados, otros... ni siquiera regresaron. El comandante Erwin y el capitán Levi fueron los últimos en llegar, presentando sólo leves rasguños a simple vista.

Me apresuré a asistir a mis camaradas mientras se oían quejidos de dolor, llantos y murmuros llenos de maldiciones. Mi uniforme no tardó en teñirse de rojo con la sangre de todos mis compañeros mientras intentaba curarles las heridas. Me miraban con los ojos muy abiertos y húmedos, como si acabaran de vivir un episodio traumático. De hecho, era lo que siempre sucedía cada vez que nos enfrentábamos a los titanes.

Nos dieron órdenes de desplazarnos hacia el sur. Allí nos encontramos con la misma situación que en la zona en la que antes estábamos.

No lloré cuando identifiqué a Yuko tendida boca abajo en la fría hierba sobre un charco de sangre que no hacía más que aumentar de volumen. Tampoco lo hice cuando Niall murió entre mis brazos mientras llamaba a su madre y no lo hice cuando vi como un titán le arrancaba la cabeza de cuajo a Kali. No lo hice entonces y no lo haré ahora, porque ni siquiera tuve tiempo de parar a asimilar ninguno de aquellos acontecimientos. Más de medio escuadrón ha sido aniquilado por esas miserables y grotescas bestias. En medio del caos por intentar salvar a los pocos soldados que quedaban con vida, me di la vuelta y me topé de bruces con el capitán Levi, con quien he intercambiado dos palabras desde que ingresé en el cuerpo.

-¿Estás herido? -Pregunté rápidamente.

-No. -Contestó.

Lo estaba. Debajo de su capa me percaté de cómo se presionaba con fuerza el costado derecho con su mano izquierda mientras se tambaleaba ligeramente, intentando disimular su dolor. Jamás aceptó mi ayuda, ni la de nadie. Se curaba en soledad, como un gato cuando se lame las heridas escondido en un estrecho rincón.

Aunque me di la vuelta y me agazapé para continuar atendiendo a mis compañeros, noté cómo seguía observándome detrás de mí. No le veía, pero podía intuir perfectamente cómo clavaba su fría mirada en mí mientras permanecía ahí quieto, sin más. Sonreí inconscientemente.

-Necesitamos documentar cuántas bajas hemos sufrido. Cassie, subiremos los cuerpos y los apilaremos sobre aquella zona. Rápido.

Me levanté en cuanto oí la orden de mi compañero, y como el capitán seguía absorto observándome establecimos de nuevo contacto visual que esta vez le hizo reaccionar. Desvió la mirada y se largó, sin mediar palabra. Yo me limité a dirigirme hacia la zona donde colocaríamos los cadáveres para certificar las muertes y hacer los recuentos. Lo mismo de siempre.

-En total, doce fallecidos de veinte. El resto de supervivientes, todos heridos. -Resumí.

El comandante Erwin me observaba con dureza, dolido, esperaba que no fueran tantos los soldados que perdieron la vida aquel día. Desvió la mirada hacia el interior del muro.

-Esto no puede continuar así... -Susurró para sí mismo, pero yo le oí claramente.

Suspiré y me alejé mientras escribía en los informes los nombres de aquellos soldados fallecidos que ya no volverían a prestar ningún servicio. Por el camino, me encontré con Armin.

-Veamos... -le observé mientras rellenaba su informe- un brazo roto, dos costillas fracturadas, un desgarro muscular en el muslo derecho y un tobillo torcido... no está nada mal.

Armin sonrió. Simplemente se sentía feliz de no estar muerto. Desvió la mirada hacia el comandante Erwin.

-No parece de muy buen humor.

-Es evidente, ha perdido a más de la mitad de los soldados de los que ha mandado a luchar. Al resto no le ha dado tiempo a llegar. Para cuando han puesto un pie en el muro, ya estábamos recogiendo los restos mortales de todos los que han caído en batalla.

Armin suspiró, ni siquiera podía mantenerse en pie.

-¿Quién te ha vendado así de mal el brazo? Solo hay inútiles en este equipo, déjame a mí.

Obligué a Armin a sentarse en el suelo, con la espalda apoyada en un barril. Le quité el vendaje y gritaba de dolor mientras yo intentaba colocarle uno nuevo.

-Necesitas varias semanas de reposo. Nada de peleítas hasta que yo lo diga.

-Pero, Cassie...

-¡A callar! -Le apreté la venda en el brazo y gruñó de dolor.

Me golpeó de broma en la cabeza con la mano del brazo sano y dejó escapar una risilla. Yo también reí y le devolví otro suave golpe, esta vez en la frente.

-¿Habéis terminado con los jueguecitos? -Dijo una voz aterciopelada detrás de mí.

Suspiré mientras sonreía levemente y me giré.

-Estoy asistiendo a un herido, capitán, ¿es que no lo ve? ¿ha perdido visión durante el combate?

Armin abrió los ojos como platos y me asestó un rodillazo en señal de que cerrara la boca. Mientras, Levi, de pie y sin ningún tipo de expresión en el rostro, se alzaba como un dios frente a mí, una pobre mortal de rodillas frente a él.

-No estoy seguro de que este sea tu sitio.

-No sabía que había tanta gente peleando por aspirar a mi puesto.

-Cassie, -intervino Armin- será mejor que te calles.

Le ignoré. Levi continuaba en silencio mientras me observaba fijamente.

-¿No tiene nada más que decirme, capitán?

Sin mediar palabra se dio la vuelta y se largó, dándonos la espalda. Le grité:

-Si no te vendas la herida del costado de inmediato, no aguantarás mucho más de pie.

Hizo caso omiso y continuó caminando sin girarse.

-¡Cassie! -Gritó Armin en cuanto el capitán estuvo lo bastante lejos como para poder oírnos- ¡No te reveles así! ¡van a expulsarte del cuerpo!

Me levanté lentamente de su lado mientras miraba a mi alrededor.

-No me importa, Armin. De hecho, a estas alturas, ya no me importa nada.

Eché a andar dejando al chico descansando allí, mientras me dirigía a recibir nuevas órdenes. Las mismas de siempre, una y otra vez.

𝐈𝐍𝐃𝐎𝐌𝐀𝐁𝐋𝐄 ·ʟᴇᴠɪ x ᴏᴄ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora