X. No me iré a ninguna parte

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OMNISCIENTE

Yeimy reunió todo el valor que tenía y se dirigió al departamento de Charly. Le mandó un mensaje durante la tarde que decía: "Charly, pasaré por tu casa a las siete, tengo que ir a buscar unas cosas". Algunos minutos más tarde, que parecieron horas para ella, él le había respondido: "Todo bien, vos sabés que es tu casa y puedes ir cuándo quieras". El mensaje era lo suficientemente respetuoso y seco al mismo tiempo, justamente como para que Yeimy se hiciera mil ideas en la cabeza.

Durante esta semana había tenido que retomar viejos hábitos que odiaba, como desempolvar su auto y manejar a todas partes, cocinarse todos los días -aunque algunas veces la ayudaba Zulma y otras pedía domicilio-, y lo más difícil de la lista; dormir sola. Con esto se había dado cuenta de lo importante que se había vuelto Charly en su vida durante los últimos meses y cómo se habían convertido en el "equipo perfecto" tal cómo él mismo lo decía. Sonrió con algo de nostalgia con ese último pensamiento en su cabeza.

Cuando llegó, intentó golpear la puerta un par de veces, pero su esperanza desapareció cuando nadie salió a abrirle. Por lo que, algo desilusionada buscó en su bolso la llave que aún le pertenecía y abrió la puerta. Cuando ingresó de inmediato se fijó en cómo estaba el departamento, todo yacía pulcro y limpio, y había un olor a lavanda que le fascinaba. Arqueó las cejas mientras dejaba su bolso en la mesada, revisó la cocina, el refrigerador, la habitación y el baño, todo estaba igual: impecable. Su idea mental antes de ingresar ahí había sido todo lo contrario, pero se sorprendió que no fuera así, ¿Sería que lo había limpiado todo justo cuando ella le avisó? ¿Sería que había mantenido ese orden durante todos los días sin ella?  Eras muchas preguntas en su cabeza y ninguna tenía respuesta.

Ingresó a la habitación, todo seguía igual, la foto de ellos dos besándose en el concierto en el velador de Charly, la ropa de ella en el mismo espacio junto a sus perfumes, cremas y todo lo demás. De pronto, sintió un nudo en su estómago, la nostalgia le invadió, por lo que al observar frente a sus ojos, la chaqueta dorada de Charly no pudo evitarlo, simplemente la tomó con sus manos y se la acercó de forma estrepitosa a su rostro, absorbiendo el olor que tenía. Algunos segundos después, una lágrima caía por su mejilla y ella agradecía estar sola entre las cuatro paredes y que nadie observara aquella escena patética que estaba montando.

Agarró un par de prendas que tenía en el clóset, cinco remeras, sus pants, ropa interior, un par de sandalias y su perfume favorito, lo básico que le podría servir durante una semana. No tenía claro que pasaría pero tenía que estar preparada para un par de días al menos. Lo metió todo dentro del bolso, y se quedó un par de minutos sentada en el sillón de la sala, como esperando alguna señal que le indicará que debía irse de allí, aferrada a ese espacio, como un recuerdo de Charly. 

Cuando notó que se estaba oscureciendo el cielo por la ventana del lugar, se paró tomando el bolso. Maldita sea, pensó, mientras cerraba los ojos. Se sentía decepcionada, ya que Charly, su idiota favorito en el mundo, no había captado el mensaje que le había mandado y no había podido verle, pero bueno no le quedaba otras opción más que irse de ahí.

De pronto, mientras observaba por la ventana escuchó el sonido de la puerta. Se quedó quieta algunas segundos, disimulando un retorcijón que dio su estómago, se dio la vuelta y lo miró, ahí estaba Charly parado junto a la puerta tan quieto, y tan malditamente guapo -para sus ojos claro- llevaba un camisa con flores en blanco y rojo y  un jean rasgado. No sabía si era por el tiempo que llevaban separados que le estaba nublando la razón, pero simplemente le parecía más hermoso de lo habitual.

Ramé (Terminada) - Charly & YeimyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora