V. Día de playa

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YEIMY MONTOYA

No sé cómo lo lograba, no se qué clase de hechizo o convencimiento tenía por sobre mí, pero siempre lograba lo que quería. Y aquí estaba junto a Charly camino a la playa. Específicamente iríamos a una cabaña ubicada en Bahía Solano, que no estaba lejana a Medellín, y todo lo había preparado él. La verdad es que aunque tenía camello por hacer desde el momento que me subí a la camioneta olvidé todo y dispuse a relajarme, al final no me quedaba de otra.

Charly era así, continuamente me sorprendía, hacía planes, me cambiaba mis planes originales y si bien, en un principio luche contra eso obviamente, después me rendí, fui cediendo y me entregué. Y en realidad se sentía bien; tener menos peso sobre mis hombros y simplemente no llevar el control de todo lo que sucedía todo el tiempo, aunque seguía siendo algo muy difícil. 

—Estamos a diez minutos -dijo Charly sacándome de mi nube. Mientras él manejaba, yo venía echada en el asiento de al lado, escuchábamos Ocean de Karol G.  Era un momento bastante agradable, me gustaba viajar con Charly, primero porque a él no le molestaba manejar y me dejaba descansar durante el viaje, incluso sabía respetar los momentos de silencio,  en los que iba disfrutando del camino y de las vistas. Además, me dejaba poner la música todo el tiempo y casi nunca se quejaba de mis gustos musicales.

Y lo mejor de todo, casi siempre manejaba con una mano y con la otra me hacía cariño en la pierna o la entrelazaba con mi mano. Me encantaban esos detalles de pareja que surgían de forma natural y que lamentablemente, Juan Camilo rara vez tenía. 

Y la verdad es que viéndolo con distancia con Juancho parecíamos más amigos que pareja, o más bien parecíamos una pareja de ancianos. No pude evitar soltar una risita producto de mi imaginación. Charly me miró extrañado.

—¿Qué te causa gracia?

—Si yo te contara. Prefiero guardármelo...-mencioné intentando frenar el tema.

—Dale amor, no seas así.

Charly estaba todo intrigado con la situación mirándome de reojo con el ceño fruncido. 

—Por respeto al finado no te diré nada aunque insistas.

—¿El finado? -cuestionó entre risas. -No me digas que así le decís a Juancho -soltó otra carcajada y yo lo acompañé. No hacía falta confirmárselo. 

—Ay no... no puedo parar de reír -continuó y a ambos nos agarró un ataque de risa. 

—Ya... Charly -me quejé cuando pude calmarme un poco.

—Pensándolo mejor, no quiero ni pensar como me dirías a mi si algún día llegamos a...- pausó de pronto colocándose serio, me causaba mucha gracia esos pensamientos ocurrentes que de la nada venían a su cabeza. -mejor ni lo digo.

—Vos sos el imbécil, idiota, estúpido, a vos te lo digo siempre en la cara -mencioné levantando los hombros relajada.

—Si es cierto. Mira Yeimy...- me señaló él, fijé mi mirada al frente del vehículo, ingresamos al lugar donde nos quedaríamos, se veía el mar precioso, la cabaña y una pequeña piscina a las fueras. Todo era muy bonito y privado. 

—Realmente está precioso -mencioné cuando me baje del auto, me llegó la brisa marina y me sentí feliz. Estiramos las piernas un rato caminando y apreciando el lugar. Decidimos entrar a la cabaña, tenía un concepto amplio, con una cocina, una barra de bar, una habitación con una gran cama junto a un baño con una ducha y además un jacuzzi.

Ramé (Terminada) - Charly & YeimyWhere stories live. Discover now