33.

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Habían terminado de comer y ahora estaban entrando a la sala común de Slytherin, Draco corrió a Larissa, en el segundo que la vio entrar. Le encantaba abrazarla.

La atrapó en sus brazos, para luego dejar besos en sus mejillas, mientras ella reía. -Draco deja a Larissa en paz, tiene que ir a ayudarnos a escoger vestidos. - se quejó Astoria, mientras jalaba del brazo a Larissa, quien seguía sonriendo por la mueca molesta de Draco.

Draco frunció el ceño y negó con la cabeza. -Es mía, Tori. - se quejó, tomando por la cintura a Larissa y jalando de ella a él. -Ahora vete, escoge un vestido sola. Tienes a Davis. - dijo el rubio, mientras abrazaba a Larissa por detrás y escondía su nariz en el hueco del cuello de la Gryffindor.

Astoria hizo un puchero molesta. -¡Vamos, Draco! ¡Solo deja que venga! - se quejó, mientras cruzaba sus brazos en su pecho.

Entonces Larissa movió su cabeza a Draco y él no tardó mucho en dejar un pequeño beso en sus labios. -Draco, quiero ir con Astoria... - murmuró con una pequeña sonrisa. -Me gustaría estar bonita para ti más tarde. - sonrió dulcemente.

Esa era una sonrisa a la que Draco no se podría negar. -Pero no necesitas esforzarte para hacerlo, siempre eres bonita. - le murmuró, para picotear sus labios, pero Larissa sonrió ladeando su cabeza, como si dijera que estaba emocionada por ir. -Bien, pero solo si prometes divertirte. - le dijo él. -

Astoria jaló a Larissa del brazo, en el momento que Draco soltó la cintura de la chica. -Claro que lo hará, imbécil. - le respondió Astoria, para luego jalar de Larissa y llevarla a su habitación. 

Draco pudo ver como ella se fue, mientras sus ondas se movían, saltando un poco junto a sus pasos; su sonrisa brillante como bonitas perlas y sus mejillas con un poco de color rosa en ellas; sus ojos brillando de felicidad mientras se alejaba; sus caderas moviéndose mientras daba pasos junto de Astoria. 

¿Qué es lo que le estaba haciendo? ¿Qué hechizo utilizó en él para tenerlo así?

Preguntas que quizás nunca se respondería solo.

Podía jurar que nunca la había visto emocionada por algo; ella era el tipo de persona que parecía ser un libro completamente abierto, el cual podrías hojear y leer cada uno de sus secretos, leyendo su rostro, sus facciones, sus ojos, sus labios, sus palabras... pero era un libro completamente cerrado. Tenía sus secretos, sus angustias, sus dolencias. Tenía temas de los que no podría hablar con cualquiera, temas que la lastimaban cada vez que los recordaba, pero Draco los conocía ahora a cada uno de ellos, porque ella le concedió el privilegio de conocer cada uno.

Le dejó estudiarlos con detalle. Le dejó opinar sobre ellos. Porque ella confiaba en él y él en ella.

Draco le había contado tantos secretos sobre su familia. El juicio, su ida a Azkaban, el dolor de la marca, algunos maltratos de su padre, las respuestas a por qué estaban del lado del señor oscuro.

Había sido tan abierto con ella, como nunca lo fue con nadie más.

Era abierto con ella y ni siquiera podía pedirle algo tan simple como hacer oficial la relación que estaban formando.

De alguna forma, agradecí a Merlín que la haya besado en estado de ebriedad, porque si no lo hubiera hecho, él jamás hubiera dado el primer paso. 

Aquella vez que la beso mientras estaba sobrio, lo hizo porque ya lo había hecho una vez y supo que ella no se negó al beso, sino que lo siguió hasta darse cuenta de nuevo de lo ebrio que estaba.

¿Por qué ella tenía que hacer todo tan difícil pero tan fácil?

Al principio, sin duda sentía ganas de gritarle cada vez que ella lo tocaba, porque sino desearía tomar su mano y entrelazar sus dedos, eso sería imperdonable; decirle que cerrara la boca o sino, él mismo se la callaría, juntando sus labios en un eterno beso; decirle que dejara de sonreír o el mismo se encargaría de quitar esa sonrisa, convirtiendo las carcajadas en gemidos llenos de puro placer y lujuria. 

Lo estaba volviendo loco y eso lo odiaba.

Se enamoraba de ella, cada vez que trataba de alejarse y no trabajar en el maldito proyecto de Slughorn.

Draco regresó a los sillones de cuero negro, con el equipo de quidditch, cuando Montague le silbó para que fuera a unirse de nuevo.

Entonces recibió esa mirada burlona de todos. -¿Han domado a Malfoy? - se burló Terrence, el golpeador del equipo de quidditch.

Montague le dio un golpe juguetón a Terrence y volvió sus ojos a Malfoy. -¿Desde cuándo son novios?.. Astoria me ha contado algunas cosas, pero quiero oírlo de ti. - dijo, mientras lo señalaba con su vaso, en el cual cargaban un poco de whisky.

El rubio negó con la cabeza, le avergonzaba decirlo si era sincero consigo mismo. -No estamos saliendo. - dijo en un tono bajo.

Todos estallaron en risas. 

¿Qué les parecía gracioso?

 Para esto, Montague habló ahora. -Pero si la metes a tu cuarto cada vez que la vez. - señaló la puerta que daba dirección a las habitaciones. -No me digas que es solo un coño que vas a abandonar, como a la sangre- como a Granger. - se burló.

Tenían prohibido decir la palabra "Sangre sucia", en especial los Slytherin, ya que ahí estaban la mayoría de los hijos de familias con ideas de la supremacía de sangre.

Draco negó con la cabeza. -Ella no es eso. - dijo con seguridad, para beber de su taza. -Creo que esto es más serio que cualquier otra cosa. - señaló, para luego mirar su taza.

Terrence se burló. -¿Entonces es algo serio, pero no le has pedido salir? 

Draco asintió. -No encuentro el momento, ¿esta bien? - dijo de la nada, como si eso le molestara. -Quiero hacerlo, pero... ella terminó una relación hace poco. No quiero que me rechace. - admitió.

Era tan extraño hablar con ellos, pero no podía hablar con Larissa de ella.

Terrence asintió. -¿Sabes que si hoy en la fiesta la veo la puedo besar? 

Draco lo miró molesto. -No. No puedes. - escupió a la defensiva.

Terrence levantó ambas cejas y le sonrió. -Puedo. - afirmó. -Porque no esta saliendo contigo. - chasqueó la lengua.

Montague asintió. -Tiene razón, debes darte prisa antes de que alguien más intente conquistarla. - señaló a Draco con su vaso.

Entonces Draco talló su cara con desesperación. -¿Cómo?.. la única persona que ha sido mi novia es Pansy y... bueno, nunca le pedí salir. - dijo con desagrado.

Entonces uno de sus compañeros de quidditch habló. Edward Craggy. -Dile: oye, eres tan caliente que cuando te veo mi polla se pone dura y te quería preguntar, ¿quieres salir conmigo? - al terminar de pronunciar eso todos comenzaron a reír.

Montague se acercó a Draco y colocó su mano en el hombro del rubio. -Solo dile... habla sobre como te sientes. Hombre, eres Draco Malfoy, una chica no te puede poner tan nervioso. - se burló.

Draco ladeó la cabeza y asintió.

Entonces continuaron con su conversación, mientras las chicas y los chicos que no jugaban arreglaban la sala común y colocaban hechizos silenciadores.

Draco tenía que volver a su habitación a darse una ducha y poner otra ropa que no fuera su uniforme de quidditch. Si Larissa planeaba verse bien, entonces él también lo haría.

Además, tenía que prepararse, se estaba hartando por completo de eso. 

¿De qué? De no tener nada formal con ella. Deseaba poder llamarla su novia. En serio lo deseaba y esa noche lo haría, se lo pediría... en privado por supuesto, no deseaba meterla en presión social, haciendo que todos a su alrededor le pidieran que dijera que si.

Deseaba que ella fuera sincera con él.

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¿Volviendo a los viejos hábitos? El capítulo quedo corto, porque el siguiente sin duda será MUY largo y DIVERTIDO.

Que emoción, la verdad.

Att: —F💖.

DRACO'S SECRETS ✧ draco malfoy [✓]Where stories live. Discover now