12.

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Larissa sonrió ante su comentario y asintió. -Como digas. 

Malfoy se mofó una vez más. -Si tuviera conquistas, ahora mismo estaría casado, créeme. - dijo mientras acomodaba los materiales de su poción entre ellos.

La castaña se burló. -¿Y qué hay de Astoria Greengras? - dijo mientras lo codeaba de forma delicada. 

Malfoy frunció el ceño al ver que hacia falta un material y la miró. -Entre Astoria y yo han habido encuentros... nada formal o serio. - murmuró con sus cejas fruncidas, estaban casi juntas. 

Larissa asintió y cambio el tema, sin querer sonar muy entrometida. -¿Qué buscas? - murmuró.

Draco la miró, dejando de buscar lo que sea que hiciera falta. -Me faltan algunos materiales, pero estoy seguro que esta en mi habitación. - mencionó.

Larissa asintió. -Podemos ir a la biblioteca y...

El rubio la interrumpió. -Ve a mi estúpida habitación y escribe lo que necesites. - dijo sin importancia, pero cuando notó los ojos sorprendidos bronceados cambió de opinión. -Solo si quieres- quiero decir, solo si te sientes cómoda. - balbuceó y se maldijo por dentro aquel platinado.

Larissa sonrió y asintió. -Esta bien, tu habitación será. 

Draco asintió y se sentó de nuevo, colocando su cabeza en la palma de su mano. Ella se sentó junto a él, donde estaba su silla.

Estaban en un silencio absortó. Mientras Larissa comenzaba a mirar al chico junto a ella. Observando su perfil perfecto; su mandíbula marcada y puntiaguda; aquellos rubios y platinados cabellos cayendo de forma suave y desordenada por su frente, mientras que los ojos grises miraban un punto fijo en la habitación. Seamus.

Draco miraba a Seamus, quien lo asesinaba con su mirada, desde hace rato. Ella solo se concentraba en las mejillas rosadas de Draco y su piel perfecta, observó cada parte de él, sin dejar ni una pestaña sin mirar, mientras el hormigueo de su estomago se hacia más fuerte mientras miraba. 

Draco sonrió de forma burlona, mirando a Seamus. -Deja de verme... a tu pequeña excusa de novio no le parece correcto. - se burló sin gracia.

Larissa negó con la cabeza y seguido de eso, la agachó. -Yo no estoy mirando a nadie... solo, comienza con el libro. - bufó molesta, intentando ocultar el rubor que subía por sus mejillas sin parar.

Pero la oleada de confianza que la había invadido por un par de horas, estaba disminuyendo. Sus manos comenzaron a temblar y su estomago de contrajo cuando recordó con quien estaba sentada. Actuando como si nada hubiera ocurrido.

Draco la miró. Ella temblaba y estaba pálida, sus manos sudaban y la pluma entre sus dedos se movía de una forma ligera y poco normal. -¿Estas bien? ¿Te hizo algo? - preguntó Draco con un toque de preocupación. 

Ella negó con la cabeza y miró su papel. Ella tenía miedo de Draco, un miedo insoportable. Miedo de que la lastimara de alguna forma, él era un mortifago retirado, después de todo. 

Draco miró al frente, Seamus había quitado al fin sus ojos de ellos y había comenzado a trabajar; él la tomó por la barbilla y la examinó. 

Esa mirada. Él la había visto. Era la misma maldita mirada que le dio cuando estaba asustada en el Gran Comedor, pudo haberle dado una mirada de disgusto, una que respondería levantando su dedo medio en su dirección; en su lugar, decidió usar esa maldita cara asustada. 

Como si ella regresara a recordar; pareciera que le dieron una bofetada, regresando su mente y cuerpo a la realidad. Que estaba sentada junto a un maldito mortifago. 

Draco acercó su mano a la de ella de forma lenta; su mano estuvo sobre la de ella, sintiendo como temblaba ligeramente. Ella no lo miró, sin embargo, él comenzó a intentar calmar sus nervios. -Smirnov, necesitas calmarte o pensaran que te lastime e iré directo a Azkaban. - susurró con dureza, pero la preocupación se denotaba. 

Azkaban.

Draco había estado en ese lugar, mientras se volvía loco.

Ella era dulce y pura; ella no estaría en un lugar como ese jamás. 

Ella asintió en respuesta a Draco y forzó sus ojos a ver los grises. -Es solo que me pones... un poco nerviosa. - murmuró.

Malfoy levantó ambas cejas y regreso a su semblante habitual. Estaba molesto ahora. -No puedo creer que seas tan patética. - murmuró, para luego dejarse caer contra su respaldo en la silla. Comenzó a garabatear en su pergamino, cosas estúpidas mientras ella lo miraba, temblando ligeramente. 

No tenía idea de donde provenía ese miedo por el chico rubio, había estado actuando tan natural y un poco más amigable de lo habitual, de pronto, ella solo se sintió así. 

Ella no supo cuanto tiempo estuvo congelada en su lugar, teniendo más frío de lo habitual, miedo y ganas de echarse a correr en ese mismo momento. Hasta que Draco solo dijo. -Nos vemos en mi habitación. - sus murmullos fueron tan pesados y bruscos que ella ni siquiera se atrevió a mirar en su dirección. Simplemente pudo sentir como el aliento tibio de Draco, aquel mentolado que la hacía flotar, golpeó sus mejillas mientras él se estiraba para tomar el libro junto a ella. 

Pronto aquella presencia, hizo una extraña falta en su interior y deseó no ser tan patética.

Las personas salían mientras esquivaban su escritorio, poco a poco, el salón fue quedando vació. Hasta que ella se dignó a guardar sus pertenencias en su bolso y salió del aula, suspirando de forma temblorosa. 

Había sido tan estúpida por haber hecho algo así. 

¿Cómo es que sucedió? ¿Por qué Draco la hacía sentir así? Era una terrible mezcla de miedo y confianza, una confianza que llegaba como la lluvia a cantaros en invierno. Casi nula, algo minúsculo, pero las probabilidades nunca eran un cero.

Ella misma se odio, maldiciendo en voz baja a su persona, por ser así, mientras caminaba por el pasillo de Hogwarts. Ella levantó la vista y lo notó. Lo estaba comenzando a hacer a menudo, llegaba de alguna forma al pasillo con grandes ventanas y vista al bosque prohibido desde un tercer piso. Su lugar favorito. Bueno, el lugar favorito de Luna y ella. Su lugar.

Larissa sonrió con melancolía. Recordaba como Luna decía que temía que aquel pasillo fuera destrozado en medio de la guerra, diciendo que no tendrían una vista más bonita para apreciar luego de clases, sin saber, que la única persona que se quedaría sin vista bonita era Larissa, porque no estaba más su pequeño y primer amor. 

Su mejor amiga no estaba más con ella.

Luna seguramente habría comenzado a hacer especulaciones graciosas sobre que Larissa y Draco se atraen, Luna siempre decía esas cosas cuando Larissa conversaba con cualquier chico; justo ahora, comenzaba a creer que Luna lo decía porque de alguna forma la quería lejos de Seamus. 

Tenía razón. Seamus nunca había sido el mejor novio... pero, él podía ser peor ¿no? 

Era malvado de alguna forma, pero al final del día era Seamus Finnigan y ella Larissa Smirnov. Eran un par de novios. Algo muy en lo profundo, le decía que si tal vez soportaba un poco más, ella sería feliz con Seamus, solo tal vez, en algún lugar, algún universo, alguna galaxia, ella estaba siendo feliz con aquel Gryffindor.

Seamus no solo explotaba calderos, también explotaba él mismo.

Larissa se sentía identificada con Seamus: mientras que Seamus explotaba calderos y toda aquella mezcla le daba en la cara, Larissa sentía que explotaba a Seamus y aquella furia le daba directo en la cara... y su corazón, el cual se encontraba tristemente remendado, debido a las diversas palabras que Seamus dijo en millones de ocasiones.

DRACO'S SECRETS ✧ draco malfoy [✓]Where stories live. Discover now