-Nos tocará protegerlo, aunque él no nos corresponda.

-Tú apóyate en los demás, que de Combs me ocupo yo.

Cuando volvemos al interior de la habitación, los SWAT ya se han ido a sus propios cuartos, y los nuestros se están despidiendo. Al parecer, será mañana a primera hora cuando viajemos a nuestros respectivos destinos. Fisher habla con Simmons antes de que se dispersen.

-Por mí no hay problema -dice Harper ante mi idea.

-Yo voy con vosotras -se apunta Cornell, tal y como esperaba.

-En ese caso, Doc y Loman se vienen con nosotros -Simmons nos reorganiza-. Siete en cada equipo. Así cubriremos con rapidez cualquier inconveniente que pueda surgir.

-¿Quién se lo dice a los SWAT? -pregunta Loman.

-Ya se enterarán mañana -responde Harper antes de que Simmons pueda decir nada-. No quiero que Combs pida el cambio de equipo.

-¿Quieres trabajar con él? -se sorprende Archer.

-Quiero darle una lección -sentencia, a lo que nadie se opone. Yo sonrío porque, en el fondo, esperaba que eso pasase. Si hay alguien capaz de cerrarle la boca a Combs sin decir ni una sola palabra es ella.

Después de acordar el cambio, cada uno se va a su cuarto. Fisher y yo compartimos uno, así que caminamos de la mano hasta él. Antes de abrir la puerta, tira de mí y me besa en cuanto nuestros cuerpos colisionan. 

-Tenemos una noche para nosotros solos -susurra.

-Deberíamos descansar -digo, pensando justamente en lo contrario-. Mañana será un día duro.

-Sí -asiente-, deberíamos descansar.

Sus labios se apoderan de los míos nuevamente y abre la puerta sin mirar, mientras me encierra entre ella y su cuerpo. Al sentir que me falta el apoyo en la espalda retrocedo un paso, pero el brazo de Fisher me impide caer. Cierra la puerta detrás de él sin dejar de besarme y camina hacia la cama, guiándome al mismo tiempo. No puedo ver por dónde vamos porque estoy de espaldas, pero confío ciegamente en él y me dejo arrastrar hasta que mis piernas chocan con el borde de la cama.

-Quítate la ropa -me pide-. Iré a por el condón a mi bolsa.

-Siempre preparado -río, pero le hago caso.

En menos de un minuto estamos nuevamente juntos, solo que esta vez nos tocamos piel con piel. Me estremezco cuando sus manos masajean mis pecho y dejo escapar un largo suspiro al tiempo que mi cabeza cae hacia atrás. Fisher me ayuda a tumbarme en la cama mientras su boca devora mi cuello y nada más tocar las sábanas con la espalda, va bajando por el esternón, dejando besos húmedos en mi piel. Sigo en el borde de la cama, así que cuando alcanza mi estómago con sus labios, está de rodillas en el suelo. Me levanta las piernas y las coloca sobre sus hombros. Me siento expuesta a su mirada, pero me excita ver el hambre en sus ojos. Y sin embargo, cuando su boca se posa en mi feminidad, cierro los ojos y aprieto los puños contra las sábanas. He descubierto que si me impongo no tocarlo mientras me saborea entre las piernas, mi orgasmo es más fuerte, así que continúo arrugando las sábanas mientras mi respiración es cada vez más errática.

-Más rápido -le pido cuando me siento al límite.

Sus manos me sostienen las caderas para que no me mueva y su lengua juega conmigo hasta que me envuelve una nube de éxtasis que me hace gritar su nombre, tal vez, demasiado alto. Pero no me importa porque, de no hacerlo, seguramente habría muerto por reprimirme.

-Te amo, Joy -me dice mientras se introduce dentro de mí con tal lentitud, que me desespero.

-Yo también te amo, pero dame fuerte, Biff -todavía estoy sensible por el orgasmo y necesito que sea más rudo para llegar de nuevo.

Su risa me provoca un escalofrío placentero en la ingle, pero cuando empieza a moverse más rápido y con más fuerza, se me olvida hasta mi nombre y solo puedo gemir el suyo mientras me aferro a él como si fuese lo único que queda en esta vida. En este momento así lo siento.

-Quiero más -le exijo. O tal vez estoy rogando, no lo sé, pero necesito que me lo dé todo. 

-Tenemos toda la noche -me dice, justo antes de salir, dejándome a medio camino.

-Maldito -protesto, pero ya me está dando la vuelta para dejarme boca abajo en la cama.

Me levanta las caderas y busca mi entrada para montarme por detrás. Le ayudo con una mejor postura, cómoda para los dos, y cuando empieza a bombear contra mis nalgas, siento cómo mi cuerpo va perdiendo la batalla contra el placer. Segundos después estoy volando una vez más en una nube de éxtasis que me deja exhausta. Apenas consigo mantener la postura, pero Fisher es fuerte y me sostiene el tiempo que necesita para alcanzar su propia liberación.

-Mmmmmm -aunque estoy agotada, protesto cuando dejo de sentir su peso sobre mí.

-No tardo -deja un beso en mi espalda y se dirige al baño. Ni siquiera tengo fuerzas para levantar la cabeza para verlo caminar, desnudo, por la habitación-. Vamos, preciosa, métete bajo las sábanas.

Me ayuda a acostarme y me abraza por detrás cuando se tumba a mi lado. Por un momento, ninguno habla, simplemente disfrutamos de nuestros cuerpos unidos en un abrazo que lo dice todo. He tenido que sufrir años de frustración por no poder estar con él, pero ahora está superando todas mis expectativas. Y eso que estas estaban muy altas.

-No eres perfecto -le digo, finalmente-, pero te acercas mucho a mi idea de la perfección, Biff.

-Lo intento, cariño -noto cómo ríe.

-Lo haces, amor -le respondo-. He tenido que esperar muchos años por ti, pero, sin duda, ha merecido la pena. 

-Pues para mí ha sido una mierda esperarte -su rotundidad me hace reír.

-¿No ha merecido la pena?

-Por supuesto que sí, pero si tuviésemos que repetir, habría hecho las cosas de otra forma.

-¿En serio? -me he despejado y me giro hacia él para mirarlo a los ojos.

-No habría sido un gilipollas contigo aquella vez en la playa, ni me habría negado mil veces lo que sentía por ti -me dice-. Te lo habría dicho y habría esperado lo que hiciese falta para poder hacerte mía sin que tu padre me cortase las pelotas por pervertir a su niña. Habría querido ser el primero para ti, Joy. No sabes lo que me jode que ese capullo mentiroso se llevase un momento tan especial en tu vida. No se lo merece y estoy seguro de que no supo darte lo que tú sí te merecías.

-No quiero hablar de quién es mejor en la cama -sonrío, aunque estoy tan emocionada por sus palabras, que me cuesta no soltar alguna lágrima-, pero tampoco fue una primera vez tan mala. Claro que me habría gustado compartirla contigo, pero si me das a elegir entre que fuese el primero o que seas el último, prefiero lo segundo.

-Yo habría querido ser las dos cosas.

-Acaparador -río.

-¿Contigo? Siempre -me besa y consigue arrancarme un suspiro de amor.

-Te amo, Biff -le digo después.

-Yo también te amo -me rodea con sus brazos y se acomoda en la cama-, pero ahora sí que tenemos que dormir o mañana no rendiremos. Tenemos en el equipo a un descarte, así que nos necesitaremos más que nunca. Hay que estar despierto para proteger a quien quieres.

Su última frase se gana un beso y, aunque se disponía a dormir, terminamos haciendo el amor de nuevo. Esta vez nos tomamos nuestro tiempo en prepararnos, no solo porque Fisher ha hecho un gran esfuerzo antes y necesita recargar, sino porque quiero sentir todo el amor que siente por mí y que ha tenido que ocultar tantos años. Quizá él cambiase algunas cosas sobre cómo ha sido nuestra relación, pero yo no lo haría. Tanto los logros como los fracasos forman parte de nuestra historia y creo que fueron necesarios. ¿Me arrepentiré de no haber esperado por él? Es posible, pero eso no cambiará que ahora lo tengo a mi lado y que no quiero que eso cambie jamás. No será el primero, pero tengo la firme intención de hacer que sea el último. Y cuando algo se me mete en la cabeza... tiembla Fisher, porque no te librarás de mí nunca más.

Joy (Saga SEAL 8)Where stories live. Discover now