Iᑕᗴ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 39

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Jungkook y yo tocamos cada tabla bajo el puente peatonal.
Comprobamos nuestro trabajo. Pero cada tabla estaba firmemente
clavada.

-Jungkook: Él mintió —dijo Jungkook—. No hay nada aquí.

-T/N: ¿Por qué mentiría?

Jungkook y yo nos miramos entre sí. Y entonces corrimos por la
escalera, elevándonos fuera de la zanja lo más rápido que pudimos.
Llegué a Idlewilde primero, corriendo hacia la cocina donde
habíamos dejado a Yoongi atado a la silla. Mis pies dejaron de funcionar
ante la vista de Yoongi balanceándose descuidadamente del cuello del
candelabro de la cocina. Detrás de mí Jungkook maldijo, y se apresuró hacia adelante, enderezando la silla volteada debajo de los pies llenos de
espasmos de Yoongi, saltando sobre ella para bajar el cuerpo.

-Jungkook: ¡Cuchillo! —ordenó.

Agarré uno del cajón y Jungkook lo arrebató de mi mano, acerrando
brutalmente la cuerda. Las últimas fibras se rompieron y Yoongi cayó al
suelo, con las extremidades extendidas.
Busqué el pulso en su cuello. Nada. Intenté con sus muñecas, y
luego volví a su cuello, presionando mis dedos contra la barba bajo su
garganta. Por fin sentí un débil pero constante latido.

-T/N:  ¡Está vivo!

Jungkook bajó la mirada hacia los ojos abiertos pero vacíos de Yoongi.
Ambas pupilas estaban completamente dilatadas, haciendo que sus ojos parecieran casi totalmente negros. Un desarticulado y ruidoso lloriqueo salió de sus labios. Un claro fluido drenó por su nariz.

-Jungkook: Creo que no llegamos a él lo suficientemente rápido —dijo Jungkook, de rodillas a mi lado y girando gentilmente mi cabeza hacia un lado.
Lágrimas rodaron por mis ojos.

-T/N: ¿Qué pasa con él?

-Jungkook: Daño cerebral, creo.

-T/N: ¿Va a estar bien? —pregunté, llorando más fuerte.

-Jungkook: No —respondió Jungkook con sinceridad—. No, no creo que lo esté.

El tiempo pareció expandirse, desacelerándose hasta casi
detenerse, y mientras miraba el cuerpo de Yoongi convulsionar en el
suelo, una oleada de recuerdos llegó a mí.
Dicen que cuando estás a punto de morir, tu vida parpadea ante
tus ojos. Ellos nunca te dirán que cuando observas a alguien a quien
una vez amaste morir, flotando entre esta vida y la siguiente, es dos
veces más doloroso, porque estás reviviendo dos vidas que recorriste en un mismo camino, juntos.
Un parpadeo después, el tiempo contrayéndose, me llevó de golpe
de regreso a la cocina. Recordé porque el clap, clap, clap ensordecedor de un helicóptero retumbaba por encima.

Recordé porque mis manos y
pies palpitaban por el frío, porque la sangre de Jungkook se extendía por las mangas de mi chaqueta.
Agarré la mano de Jungkook y juntos corrimos hacia afuera, entrecerrando los ojos contra los vendavales soplando hacia abajo desde
el helicóptero cerniéndose sobre el espacio abierto detrás de Idlewilde.

-Jungkook Parece un helicóptero privado —gritó Jungkook por encima del chirrido del motor.

-T/N: ¡Ese es el helicóptero del Señor Versteeg! —grité en respuesta.

-Jungkook: Veo dos voluntarios de búsqueda y rescate en el terreno y un hombre con un rifle. —Señaló hacia las sombras al otro extremo del
patio, justo debajo del helicóptero—. Debieron haber descendido en
rappel.

Dos figuras envueltas en rojo y usando cascos blancos, corrieron
a toda velocidad por el césped nevado de Idlewilde. Reconocí al hombre
detrás de ellos, el hombre llevando el rifle. El comisionado Keegan. Él y
el Señor Versteeg cazaban alces juntos todos los años en Colorado.
Lloré de alivio, agitando frenéticamente la mano. No podían
escucharme por encima del sonido del helicóptero, pero tenían
linternas. Nos verían de un momento a otro.

~❄︎ ICE ❄︎~ // Imagina Con BTS Where stories live. Discover now