Capítulo 12

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La familia de Luna pasó la noche en la casa, a pesar de haber dicho que solo estaban en una corta visita

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La familia de Luna pasó la noche en la casa, a pesar de haber dicho que solo estaban en una corta visita. Probablemente el hermano de Luna quería vigilarme. ¿Por qué dije que era su novio? Porque se me estaban contagiando la estupidez e impulsividad humanas. Solo eso podía ser. Nada tenía que ver el hecho de que me sintiera algo sobreprotector hacia la chica, llegando al punto de salir a exterminar un grupo de demonios, solo porque estos la miraban con insistencia desde el exterior de la casa.

Luna había querido hablar de lo que habíamos dejado pendiente, pero para mi fortuna, no hubo tiempo en toda la tarde, y en la noche la chica estuvo muy cansada. Sin embargo, tras la partida de los visitantes no había nada que nos impidiese el debate. Por eso invoqué a Samsaveel, para que sirviera de excusa mientras yo organizaba mis pensamientos y me escondía como un cobarde.

—A ver si entendí bien... —comenzó a decir Luna— ¿Tu amigo es mi niñero?

—Guardián suena mejor —aseguró Sam, echado sobre uno de los sillones con total despreocupación.

—Y me dejas con él solo para preguntarle unas cosas a tu otro amigo caído, ese que está enamorado de ti.

—¿Quién? —pregunté desconcertado, mientras Sam soltaba una carcajada y asentía mostrándose de acuerdo—Nadie está enamorado de mí.

Otra vez con la misma tontería. Desde que nos habíamos cruzado con Ramuel, Luna insistía en que mi antiguo jefe estaba interesado en mí de manera romántica. Tal vez lo decía por molestarme, pero con ella nada era seguro. Podía ser que su cabeza llena de fantasías eróticas de toda clase, imaginara esa situación. Nada pura me había resultado la humana.

—Tienes razón —comentó, venenosa—. Nadie podría amarte porque eres insoportable.

—Y tú un desastre ambulante.

—Ustedes son adorables —intervino Sam, con una sonrisa.

—¡Cállate! —gritamos a una voz.

Samsaveel no se sintió ofendido, sino que se sumió en una carcajada que logró hacerle mostrar sus alas. Luna retrocedió asustada, pero entonces pareció recordar con quienes estaba tratando. Su vida ya no era la de una humana común. No lo era desde el momento en que un ángel decidió utilizarla para invocarme. La vi rascarse bajo la escayola con un palillo de dientes de manera compulsiva.

—Te vas a hacer daño.

—¿Qué te importa?

—Me voy.

—Bien. Llevo años esperando que te vayas de una vez.

Desde el sillón, Sam se atragantaba divertido ante nuestro intercambio. En lo personal, no veía nada de gracioso en que Luna me estuviese desafiando de aquel modo. Me llenaba de rabia, y de unas primitivas ganas de azotarle el trasero. El mismo se apretaba bajo unos pantalones ajustados, los que utilizaba para hacer un tipo de ejercicio que llamaba "yoga". Me estaba distrayendo pensando en las posiciones que adoptaba para practicarlo mientras ella me miraba con rencor. Por desgracia, debido a la fractura en su brazo no podía ejercitarse.

Un demonio entre recetas [I]Where stories live. Discover now