Capítulo 20: La Última Llamada - Parte 1

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Cuando la escuela finalmente terminó, Justin dijo que tenía una sorpresa para mí. La paciencia no era uno de mis fuertes, así que me la pasé todo el camino a su moto preguntándole como un disco rayado qué era. Él me ignoró todas las veces y ya cuando estuvimos sobre su moto no pude seguir intentando.

Al llegar a casa, me dijo que teníamos que entrar primero. Para esa altura yo estaba comenzando a desesperarme. Él se metió a su habitación durante unos segundos antes de salir con lo que parecía un celular antiguo (de esos con tapa que se abren y se cierran). Me tomó unos segundos darme cuenta de para qué era, y cuando lo hice, mis ojos se abrieron a tamaños desmesurados.

—¿Cher y Luce? —pregunté, mi voz en un susurro.

Justin me sonrió dulcemente y asintió.

Fue un momento difícil ahí, tratando de no saltar y arrebatarle el aparato de sus manos.

—Sé que estas ansiosa, pero hay dos cosas que necesitamos a hacer antes de que puedas llamarlas.

—¿Qué? —solté aceleradamente.

—Primero vas a tener que darme un beso en agradecimiento, uno que real, realmente valga todo el trabajo por el que tuve que pasar para conseguir esto.

Lo miré con indiferencia, pero no pude evitar que una sonrisa luchara por aparecer en mis labios.

—¿Estás de broma?

—No —me sonrió ladeadamente.

Rodé los ojos, pero en realidad tuve que detenerme a mí misma de saltar a sus brazos como si estuviera desesperada por besarlo —y sí que lo estaba—. En cambio, di pasos perezosos hasta que estuve lo suficientemente cerca como para tirar de su chaqueta y atraer su boca a la mía.

Últimamente trataba de que no se me fuera de las manos cuando lo besaba, porque entonces Justin me detendría y eso solo dañaría mi orgullo, por lo que recientemente había decidido que era mejor si él no tenía nada que detener, pero extrañaba un poco de acción así que mandé todo al demonio e hice que el beso simplemente se me escapara de las manos. Amarré mis brazos a su cuello para atraerlo más a mí, hasta que nuestros cuerpos y labios no pudieron estar más cerca. Sus labios se entreabrieron levemente y enseguida tomé mi oportunidad. Introduje mi lengua en su boca y exploré cada milímetro de ella con frenesí, y créanlo o no, jamás había sido capaz de hacerlo. La mayoría de las veces Justin llevaba el control cuando nos besábamos, y me encantaba tanto que simplemente no me importaba si era de esa manera, pero tenía que admitir que tener el control se sentía increíble.

A Justin no pareció desagradarle el cambio. A juzgar por el sonido que se escapó de su boca, fue exactamente lo contrario. Sus manos rápidamente buscaron mi cintura y se aferraron a ella. Las yemas de sus dedos enterrándose en mi piel por debajo de mi sweater, y de pronto me había olvidado de todo lo demás.

Me arrimé más contra él, deseando que nuestros cuerpos se tocaran por todas partes. Justin no hizo nada al respecto y esa fue mi señal para seguir adelante, así que lo hice. Retuve su labio inferior entre mis dientes al mismo tiempo que mi mano se colaba por debajo de su chaqueta y se deslizaba por los duros abdominales, y fue… wow.

Sí, era la primera vez que hacía esto. Sabía que Justin tenía músculos, incluso los había sentido muchas veces, pero nunca tan directamente. Era como si alguien hubiera puesto cuadritos de acero y luego le hubieran plantado piel encima. Cada dura ondulación acarició mi mano como el mejor de los placeres y Justin gruñó algo entre dientes. Sentí su cuerpo tensarse, pero no me detuve. Él tampoco lo hizo, así que seguí recorriendo cada centímetro de su piel, a través de su pecho, su estómago, su espalda, memorizando cada pulgada de piel y cada músculo tenso en anticipación.

De alguna manera terminamos en el sillón. Creo que sucedió luego de que yo lo empujara suavemente y Justin se dejara llevar por la gravedad sin soltarme. Puede que yo lo haya empujado, pero si no hubiera sido por él no hubiera surtido efecto alguno, así que lo estaba culpando.

Era su culpa.

Me estaba molestando el hecho de que luego de meses de estar con él todavía no había conseguido avistar algo más allá que sus brazos desnudos. Culpaba al invierno, pero ahora que había sentido el resto de su cuerpo necesitaba verlo o iba a enloquecer.

Utilizando cada resto de valentía que me quedaba, deslicé ambas manos por su estómago antes de levantar su polera. No estaba segura de si me dejaría quitarla o no, y mi orgullo estaría muy herido si no lo hiciera —que era lo más probable—, pero milagrosamente cedió y nuestro beso se rompió en cuanto la playera se deslizó fuera de él.

—Qué demo…

Creo que mi aliento se atascó en alguna parte de mis pulmones, y ya habíamos hablado sobre lo mala mentirosa que era, ¿no es cierto? Bueno, agreguen nada disimulada para mirar a la vista… digo lista. Oh Dios mío.

Qué vista.

—_________ —me llamó Justin. Su voz más ronca de lo normal… y también sonaba divertido. Probablemente tenía que ver con el hecho de que estaba sobre él, distraída con los mejores abdominales que haya visto en mi vida.

—Esos no son normales —mis ojos estaban abiertos, y mi interior comenzó a revolverse. Oh Dios—. Hablo en serio.

Él rio.

—Ven acá —me atrajo de nuevo hacia él, ignorando que me estaba literalmente babeando. Esta vez él llevó el paso del beso, pero solo lo dejaba única y exclusivamente porque mi cabeza seguía dando vuelta alrededor de sus abdominales. Marcados. Duros. Sexys.

Sé que algunos hombres no creerían que nuestras mentes son igual de sucias que las de ellos, solo que lo mantenemos para nosotras mismas. La verdad es que somos unas pervertidas de primera, y los abdominales de Justin eran para mí lo que equivalía el par de tetas más perfectas para un hombre. No estaba exagerando.

Era delicioso.

Y quería pasar mi lengua por ellos.

Y mis uñas.

Y muchas cosas más.

Entonces su lengua se introdujo en mi boca y me olvidé completamente de los abdominales (bueno, casi completamente), y en ese momento entré en mi paraíso personal, que era creado simplemente en dos simples pasos. Justin, y luego un beso apasionado. Síp, eso era todo, ¿bastante simple? Bueno, era simple, pero cuando los besos apasionados nunca estaban en la lista de por hacer, había que atesorarlos, y desear cada vez que Justin no retomara su control.

A mí no me importaba en absoluto. Puede que diga oh mi Dios un montón de veces al día, pero la verdad es que no soy realmente creyente. Estoy totalmente a favor de la lujuria y el sexo placentero, esa es la verdad. ¿Mi virginidad? Tampoco creo que sea algo realmente grande para mí… bueno, las primeras veces son importantes, pero jamás he sido de esas chicas que hacen un lío de ello. Si tiene que suceder, y si quiero que suceda, entonces que así sea.

Pero Justin no piensa de la misma manera. Para él soy virgen y además menor de edad, como si no pudiera ser peor, por lo que la restricción de solo besos es altamente importante para él, pero debo admitir que no me siento culpable cuando trato de corromperlo como lo estoy haciendo ahora, incluso si él después me acusa de seducirlo descaradamente mientras me frunce el ceño. Eso también me gusta.

Ahora el por qué no me ha detenido, no estoy segura, tampoco me importa.

Pero no crean que he olvidado la llamada y ahora me siento un poco bastante vengativa por todas esas veces que él me detuvo.

Ángel Guardián [Proyecto 127 #1] (Justin Bieber Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora