Capítulo 27: Reencuentro

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Me intrigaba un poco esa tal sorpresa, en ese momento tenía tantas cosas en la cabeza que lo que menos necesitaba era una nueva. En lo único que quería enfocar mi atención ahora era en volver a ver a mis padres.

De camino a nuestro destino, solo me dedicaba a observar la ciudad de noche. Todo lucía hermoso, la gran diversidad de luces en los edificios se reflejaban en el océano creando un ambiente moderno pero mágico.

—Serenity ¿Estas bien? Te noto un poco rara, en todo el trayecto no has dicho una sola palabra, eso no es normal en ti. ¿Te sucede algo?— Mamoru preguntó colocando sus manos sobre las mías.

—No. Todo está bien, es solo que estoy nerviosa— mentira, eso era una gran mentira. Muchas veces mamá y yo acompañamos a papá a sus cenas de negocios, así que sabía perfectamente a lo que me iba a enfrentar, lo que me tenía inquieta era el que mi padre me estuviera buscando, y que ya sabía en dónde hacerlo. Solo era cuestión de tiempo para que viniera por mí.

—No tienes nada de qué preocuparte, ya te lo había dicho, no tienes que hablar, solo hacerme compañía. Te aseguro que en cuanto pactemos todo, volveremos al palacio— me expreso él con mucha tranquilidad. —Te aseguro que el lugar al que vamos te va a encantar— agregó con esa ya tan agradable sonrisa.

En efecto, nuestro destino, desde afuera era increíble. Su nombre era "Sansation", un lugar que se especializaba en comida libanesa en el que, para tan ansiada reunión, se había reservado la terraza del establecimiento.

Desde nuestro arribo, Mamoru cumplió con todo lo que había prometido. Como todo un caballero occidental, bajó del auto, abrió la puerta, me ofreció su mano para que yo bajara, y posteriormente, su brazo para que yo caminara a su lado, ante las miradas atónitas de todos los presentes en el lugar.

—¡Buena noche tengan Emir Chiba!— el encargado del lugar nos dio la bienvenida acompañada de una reverencia, señal de respeto. —Su reservación está lista. Sus invitados ya lo esperan— fueron las palabras nerviosas del pobre hombre, y es que con Mamoru había que tener bastante tacto. Todo el mundo le temía, solo yo era la única afortunada que conocía su personalidad más humana y bondadosa.

—Kunzite, adelántate. Verifica que todo esté en orden por favor— fue la indicación de Mamoru. —Hay mucha gente que me quisiera muerto y no conozco a esos americanos. No quiero que vaya a ser alguna trampa y que todo esto termine mal. Me moriría si algo te sucediera— Mamoru expresó su preocupación hacia mí, pero en ese momento no me importó. En mi mente solo se repetían como eco, una y otra vez, las palabras "esos americanos".

Sin saber por qué, mi corazón comenzó a latir de forma acelerada, mis manos comenzaron a sudar y en vez de respirar comencé a hiperventilar con gran fuerza como si presintiera que mi más grande deseo estaba por cumplirse.

—¡Serenity! ¿Te sientes bien?— pregunto preocupado.

La adrenalina que corría por mi cuerpo en ese momento era tanta que no pude más que asentir con la cabeza.

Con tan solo un chasquido de dedos del príncipe de medio oriente, el encargado del lugar corrió hacia nosotros con un pequeño botiquín del que Mamoru tomó un poco de algodón, lo empapó con suficiente alcohol y comenzó a pasarlo alrededor de mi nariz.

Poco a poco, el oxígeno fue entrando a mi cuerpo y pude recuperar la respiración normal.

—Señor, todo está bien— habló Kunzite mientras le daba a Mamoru la señal para entrar sin preocupación. —¿Sucedió algo?— cuestionó Kunzite al percatarse de que aún me estaba recuperando de mi reciente ataque de pánico.

—Kunzite, creo que Serenity está muy nerviosa, lo mejor será que la lleves de vuelta al palacio. Yo trataré de apresurar las cosas para volver lo antes posible. Dile a los empresarios de Black Moon que en un minuto estoy con ellos

¿Qué había dicho? ¿Los empresarios de Black Moon? Esa era la firma de las discotecas de mi padre. Por fin, después de seis meses de encierro y alejada de ellos, había venido por mí. Era hora de volver a casa y estaba feliz por ello, aunque en el fondo me dolía tener que dejar atrás a Mamoru, su nueva personalidad, y todo ese amor que me había confesado y al que debía renunciar al volver a casa.

—¡No! Estoy bien— dije incorporándome de inmediato —No quiero que arruines tu cena por mi. Ya me siento mucho mejor— debía sonar bastante convincente si quería entrar a esa reunión y encontrarme con los enviados de mi padre para ser rescatada.

—¿Estás segura?— preguntó Mamoru, cosa a la que yo asentí con la cabeza.

En cuanto Mamoru me ofreció su brazo de nueva cuenta, caminamos con rumbo a la terraza. Los pasos se hacían cada vez más incontables, mi corazón latía a mil debido a la adrenalina de lo que iba a encontrar tan pronto como nos integráramos a la reunión, pero más por la incertidumbre de no saber cómo reaccionaría Mamoru. Si bien era cierto que era un hombre totalmente diferente, yo había traicionado su confianza, y me había aprovechado de sus confesos sentimientos.

—¡Buenas noches caballeros!— saludó Mamoru de forma cortés, pero este no obtuvo una respuesta favorable de parte de ninguno de los hombres que lo esperaban ansiosos.

Mientras él esperaba alguna palabra de cortesía, yo solté su brazo para correr a los brazos del hombre que sí bien no me había dado la vida, me había tratado como a una verdadera hija.

—¡Papá!— grité en medio de lágrimas de emoción.

—¡Serenity!— Mi tan ansiado reencuentro se había logrado, pero salir de aquí no sería tan fácil. Sin duda, necesitaríamos bastante ayuda.

EL PRÍNCIPE DE MEDIO ORIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora