Capítulo XI - El lamento de Marie (La canción de Callie)

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Todo terminó... fueron días y noches largos, mi recuperación debió posponerse para cuando regresáramos a Cromópolis, para ese momento yo llevaba varios días sin poder comer o dormir y mi tristeza claramente estaba afectando al resto del grupo, me sentía débil, cansada, abrumada, y creo que las demás chicas sentían lo mismo.

Como lo prometimos, dejamos la casa de Gontaro en orden y la ocultamos de nuevo en la arena, perla viajó en su helicóptero y trajo muchas flores, hicimos una corta ceremonia alrededor del agujero donde desapareció Callie, lloramos mucho ese día, arrojamos una a una las flores allí dentro, recogimos todo y nos despedimos de aquel lugar, yo no sabía cómo iba a decirle al abuelo las malas noticias, no sabía si sus corazones iban a resistir la tristeza, y lo menos que necesitaba en ese momento era que le pasara algo a él también, pero si alguien iba a decírselo, esa debía ser yo.

Regresamos todas en el helicóptero de Perlita, una vez en Cromópolis me llevaron al hospital porque tuve mucha fiebre y debía reposar, mi cuerpo estaba muy lastimado, y fua allí donde mi calvario continuó, pues el abuelo llegó a visitarme, las demás agentes se habían encargado de calmarlo y contarle la triste noticia, él solamente entró en la habitación, tenía su uniforme de gala y se retiró el sombrero, no dijo nada, solamente me abrazó e intentó llorar, pero debido a su edad y a lo que sufrió durante la guerra territorial él ya no podía hacerlo, solamente jadeaba y se esforzaba por respirar, yo lloraba a cántaros, las demás llegaron allí para acompañarnos, era un ambiente muy depresivo y no era para menos, pronto toda la ciudad debía enterarse de la triste noticia.

Esa noche me dieron de alta, me llevaron a casa y me recostaron en mi cama, Meggy, Erune y Bridgette se quedaron allí a cuidarme, yo quería dormir, pero las cosas se complicaron aquella noche, tuve una horrenda pesadilla donde nuevamente Callie moría, pero esta vez vi cómo ella caía desde un lugar muy alto, su cuerpo se estrellaba violentamente contra el suelo y yo corría a socorrerla, ella abrió sus ojos y me dijo "Qué lugar tan extraño, Marie ¿has visto las plantas del desierto? ¿esas que crecen junto a la entrada?" luego ella... ella sangraba por su nariz, por su boca, por sus oídos, yo intentaba ayudarla pero al final moría en mis brazos... yo desperté y comencé a gritar como loca, me puse violenta y tuvieron que llamar a los médicos, me sedaron, me llevaron de nuevo al hospital, pero lamentablemente aquella noche no regresé a casa.

Me internaron en una clínica de reposo, para personas con condiciones mentales, todo lo que pasó destruyó mis nervios, y mi cabeza, las personas me miraban como a una loca peligrosa, me sentía tan sola, tan miserable, tan impotente, lo único que me mantenía con ganas de vivir eran mis memorias, la sonrisa de mi prima, nuestras canciones, recordaba aquellas cosas sencillas que hicieron grande mi vida en el pasado, levantarme de mi cama, apurar a Callie en el baño, desayunar junto a ella, regañarla porque tenía el mal hábito de reír y hablarme con la boca llena, por el desorden y porque a veces no le gustaba lavar su ropa o bañarse y apestaba un poco, nuestras tardes viendo la tele, sin hacer mucho, las idas al estudio a grabar, los conciertos...

Me encerraron, me despojaron de mi dignidad, lo único que tenía allí era un lápiz de seguridad y algunas hojas de papel delgado, por días dibujé mis pesadillas, mis alucinaciones, todas ellas eran de Callie, debí dibujarla muriendo de mil formas diferentes durante días, hasta que finalmente comencé a aceptar la verdad, y comencé a dibujar otras cosas, paisajes, música, flores, agua, montañas, animales, las chicas me visitaban constantemente, fueron un gran apoyo en esos momentos, yo les debía mucho a todas ellas, fue muy duro verlas ir y venir entre lágrimas al ver mi estado, pero se esforzaron mucho para que los medios no se enteraran de mi situación.

Tras unos largos meses allí, finalmente me dieron de alta, debía mantenerme medicada para controlar mis nervios, tal vez por el resto de mi vida, y yo apenas tenía 20 años, tenía todo un futuro por delante, pero no quería hacer mucho en ese entonces, solamente quise regresar al Octocañón, estar allí en calma con el abuelo, y con Octavio, aquel regordete pulpo se había convertido en parte de la familia con el tiempo, pues en la jaula donde el abuelo lo tenía no había mucho más por hacer, a pesar de su maldad y su locura, al verme regresar se conmovió y de una manera increíble me dio hasta unas palabras de ánimo, yo me sentí tan mal por haberlo tratado en la manera que lo hice antes de empezar el viaje, por no haber confiado en sus palabras, tal vez, de haberlo hecho, hubiéramos podido hacer más por Callie, pero para ese entonces ya no había nada por hacer.

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