Algo inesperado.

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Para Sara la semana siempre se terminaba rápido. Ella hacia todas las tareas del hogar, ya que así lo había determinado. Ella e Ilay estaban prácticamente solas al no ser por Gregorio, el guardaespaldas que Alex le había impuesto.
-Ilay nena, ayudame a recoger todos tus juguetes- Le dice a la pequeña. Ilay había tirado su juego de cocina en la sala, por todas partes.
La niña comienza a recoger los juguetes y los pone en el bolso que Sara sujeta.
En unos minutos ya la sala estaba recogida.
-Yaaaaaa!!-Grita la niña , levantando las palmas para que su mamá se las choque.
-Bien hecho preciosa, ahora a preparar tu equipaje, que de seguro tío Daniel esta de camino -Le dice chocandole las pequeñas palmas.
Las dos suben los escalones hacia las habitaciones.
Ilay estaba más que emocionada. Visitar a su padre significaban horas de juegos y de consentimiento, para ella Alex era el mejor padre del mundo.
Sara con bastante dedicación , le busco las mejores ropa, todo que combinara. Alex le había hecho saber por Daniel, que él era un modelo demasiado importante para andar con una niña que se vea mugrosa, por lo tanto tenia que esmerarse en arreglar a la pequeña.
Una vez hecho el equipaje se puso a bañar a la niña.
- Mamita porque papito no viene para la casita?-Pregunto la nena.
Sara odiaba aquellas preguntas. Ilay resultaba demasiado curiosa.
Sara busco en su cabeza la mejor forma se responder.
- Pienso que tu papito esta demasiado ocupado para venir, además estamos un poco retiradas de la ciudad - Le responde mientras le enjabonaba la pequeña espalda.
-No lo creo mamita, papito me lleva a la casa de su amiga linda, en un hequicotero- Dice la niña.
Sara fruncio el ceño. La niña nunca le había dicho eso. Como que a casa de una amiga?!. Dios! Sera que Alex planea quitarle a la niña.
Sara empezó a hiperventilar. Que estaba tramando Alex?! Porque se llevaba a la niña a casa de otra mujer, sin su consentimiento. Sara respiro profundo.
-Helicóptero nena, se dice helicóptero- La corrigió. Siempre lo hacia cuando la nena decía alguna palabra mal, por eso Ilay sabia tanto.
En unos minutos ya Ilay estaba cambiada con un bonito vestido rosa, y un gran lazo rosa que le recogía el cabello en una linda cola.
Suena el timbre.
-Bajemos que ya ha llegado Daniel- Dijo. No podía ser nadie mas. Gregorio solo dejaba pasar a personas conocidas.
La niña bajo apresuradamente. Sara cargaba el pequeño bolso de "PeppaPig" que el padre de la niña le había comprado. Eras las caricaturas favoritas de la niña.
-Ilay yo abro!- Le dice a la niña. Ilay se detiene y espera que su madre abra la puerta.
Sara tomó el pomo de la puerta y le dio la vuelta. Abrió la puerta, el bolso de la niña cayó al suelo.
Su respiración casi se ausenta y sus ojos volaban de forma rápida al hombre que tenia en frente.
Alex levinson.
-Que....haces..aquí?-pregunto Sara con bastante muestras de nerviosismo.
-Vine en busca de mi hija. Haydeen Ilay, vámonos!-Le dice a la pequeña , que ya corría tras él.
La presencia de Alex siempre la había superado. La picazón tras las orejas se le hiso palpable. Siempre sucedía cuando Alex estaba cerca. Esa maña le comenzó después de la boda. Con disimulo se la rasco.
Alex se abajo en busca del bolso de la niña. Sara le temblaba hasta el ultimo pelo de la nuca. Era demasiado conciente de su precencia. Ella podía percibir, la suave flexión de sus rodillas, la dureza de sus brazos, la altivez de su cuello, sus piernas firmes, la suavidad con la que recogió el bolso... Cada detalle hizo que los pezones de Sara lo notaran así que desidieron erguirse en el momento más incómodo: donde él se levantaba y casi rozaba su pecho. Sara tragó saliva y lo miró con sus grandes ojos.
-No vuelvas a vestirte sin ropa interior, no es un buen ejemplo para Haydeen Ilay- Dijo con voz grave.
La observación de Alex hizo que el pálido rostro de Sara se tornará rojo, muy rojo.
Las orejas le picaban en cantidad. La vergüenza le impidia si quiera discurpalse. La mirada clavada en el suelo le impedía mirarlo.
-Papito, quedemonos hoy aquí!- Le pide la niña. Sara al escuchar aquella inocente proposición, se puso aún más nerviosa. Sostuvo su mano con la otra, para que nadie pudiera percatarse de lo nerviosa que estaba.
-No princesa, quizás otro día. Despidete de tu madre-Le ordena Alex.
La niña estaba enojada. Es una niña mimada y no le habían cumplido su deseo, y era la primera vez que su padre le negaba algo.
-Adios mamita, te amo!-Le dijo tirándose a ella para abrazarla. El cuerpo de Sara rozó el de Alex, la conexión fue de inmediata, la tenue sensación hizo estragos en el cuerpo de Sara, tanto que esta pensó en cubrirse los pechos con las manos.
Alex se dispuso a marchase con la niña en brazos, hasta que Sara reaccionó con una pregunta.
-Donde esta Daniel?-Pregunto algo cohibida. Desde aquella noche nunca había hecho una pregunta tan directa.
Ni siquiera hablo con él, cuando Ilay llegó al mundo.
Fue algo desastroso. Sara estaba sola en casa. Gregorio estaba para la ciudad en busca de provisiones. Sara se había sentado en el mueble pero se paró de inmediato al sentir el mueble mojado, en cuestión de segundos los dolores fueron insoportables. Sara se arrastraba por el piso en busca del teléfono. No lo encontró. Entonces recordó que Gregorio había puesto su celular a cargar en la cocina. Con el rostro mojado de lágrimas y sangrando se arrastro hasta el celular. Al cogerlo le dio gracias a Dios de que no tuviera contraseña , solo le dio al botón verde para remarcar el ultimo número. No le importaba que no la conocieran solo pediría ayuda. Sara agarraba su barriga con fuerza, el dolor arremetía demasiado fuerte, su mente estaba nublada, sus dientes apretados.
El celular timbro dos veces hasta que una voz profunda que ella conocía muy bien contesto secamente.
-Que pasa Sanchez?- preguntó. Era el apellido de Gregorio.
Sara no sabia que decir. El dolor no le dio oportunidad de pensar. Solo soltó un gran aullido cuando otra contracción la cruzó.
-Sara que diablos te pasa?-Preguntó Alex.....asustado?!.
-Bebe, ahahahhahahah! La bebe viene, ven ayuda!-Solo dijo antes de que la llamada se cortara.
No pasaron cinco minutos cuando Alex habia tumbado la puerta. Sara estaba en el piso de la cocina respirando agitadamente. El sudor de su frente llenaba su cuello y sus diminutos senos, casi inexistentes.
Alex la cargó en brazos y se la llevó fuera. Había traído con él al doctor que la había atendiendo durante el embarazo. Cuando llegaron a la clínica , la niña ya había nacido. Sara lloró de felicidad. Alex solo miró a la pequeña intrigado.

En el silencio de 4 paredes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora