- ¡Fantástico! Ahora la cosa está un poco movidita por aquí, pero el tráfico aéreo se reanudó hace tiempo. ¿Y cuándo sería eso? No es por nada, pero tengo que hacerme mis cálculos.

- Bueno... es Laura la que lleva el tema, tendría que preguntarle, pero... quizás en un par de semanas.

- Estupendo, todos nos alegraremos mucho de volver a tenerte por aquí.

Natalia guardó silencio deseando preguntarle si Alba también se alegraría, pero no se atrevió a hacerlo.

- Bueno Germán, que... solo quería deciros eso.

- Muy bien, creo que ahora que lo pienso en mi planning no tenemos viaje a tu clínica hasta dentro de tres emanas.

- Y yo... ahora que pienso también... no sé si yo podré en tres semanas, pero si no es así quizás me escape en las vacaciones unos días.

- ¿Ya te estás rajando?

- No, no es eso. Es que... me acabo de acordar que en tres semanas reabriremos el campamento y... tendré que organizar un montón de cosas.

- Vienes cuando tú quieras, aquí sabes que estamos encantados de verte, pero si lo dejas para vacaciones avísanos con tiempo que nos cojamos unos días también nosotros, ya sabes cómo es esto.

- Claro, claro, ya... ya os lo diría con tiempo y... bueno que... ¿cómo sigue el tema por ahí?

- Cada vez peor. Hay asaltos cada dos por tres. Lo que yo te diga esta tregua es una auténtica mierda. Pero tú tranquila que si quieres venir André te recoge en Kampala y te escolta hasta aquí.

- No si... ya te digo que lo más seguro es que no pueda ahora y... vosotros tened cuidado.

- Sí, le diré que tenga cuidado – respondió burlón.

- Me refiero a todos - saltó molesta al verse descubierta.

- Ya lo sé – soltó una carcajada – ¿no me preguntas por ella?

- Eh... sí... ¿cómo está?

- Está bien, triste, pero bien, centrada en el trabajo, como siempre, no para.

- Cuídala.

- Sabes que lo hago.

- Sí, lo sé.

- Cuídate tú también.

- ¡Germán! no cuelgues.

- Dime.

- ¡Gracias! gracias por... salvarme la vida.

- Otra vez con eso? ¿cada vez que llames me lo vas a decir?

- Es que si no llega a ser porque tú te das cuenta...

- ¿Con quién me iba a meter yo si no? – bromeó – eso sí, me debes una pasta, ¡que me gasté en llamadas lo más grande!

Natalia escuchó su risilla característica y suspiró. Apenas recordaba nada de los días en Jinja, no recordaba su reconciliación con él, pero se lo había contado Adela y se alegraba de poder hablar con él.

- Bueno Lacunza, si no quieres nada más...

- No, gracias por ponerte.

- De nada. Ya le cuento yo a Alba lo del juicio, aún tardará en regresar.

- Gracias.

Colgó decepcionada y abatida. Había esperado hablar con ella y ahora la poca alegría que sentía por lo del juicio se había esfumado. Era consciente de que debía estar contenta, alegre, de que quizás debería haberle hecho caso a Claudia y Adela y salir de esas cuatro paredes, irse a celebrarlo, pero algo en su interior se lo impedía, sentía que ese día, como todos desde que ella se marchara se le hacían eternos. ¡La sentía tan lejos! "Está en tus manos, no desistas de lograr tu sueño, ella te ama inmensamente, un amor limpio... su corazón late por ti" "Y el mío por ella" se dijo, con un profundo suspiro. Las palabras de María José la martilleaban, ¿qué podía hacer para aminorar esa angustia, esa sensación de soledad? Sus ojos se clavaron en el escritorio del dormitorio y una luz iluminó sus ojos "¡Ya sé lo que haré!" "Te escribiré una carta todos los días, hasta que te convenzas de que te amo, de que mi vida está a tu lado" Se dirigió hacia allí con una leve sonrisa en los labios y se dispuso a abrirle su corazón una vez más, y pensaba hacerlo así, día a día, aunque no obtuviese respuesta.

La ClínicaWhere stories live. Discover now