Etherias Natsu Dragneel: El Nuevo Emperador

Capitulo 14 - La Reina de los Dragones

*sonido*

-dialogo normal

-susurro

-pensamiento/dialogo de telepatía

-dialogo de lacrima

-ataque mágico/hechizo

CAMBIO DE ESCENA/FLASHBACKS

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NARRA IRENE

Todo comenzó cuando yo aún era humana... solía ser la reina de un reino llamado Dragnof, en el cual tanto humanos como dragones vivíamos en armonía; no había discriminación, miedo o disputas sobre quien debía estar por encima de quien.

Un día mi amigo Belserion, el Dragón Sabio trajo noticias cobre el continente del oeste, donde, según él, los dragones comían humanos; aquello no fue del agrado de nadie, pues todos los dragones que habitaban ahí eran pacifistas y creían firmemente en que todas las especies podían coexistir.

Belserion me alerto sobre que era cuestión de tiempo para que aquellos dragones llegaran a Ishgar, y, aunque eran fuertes los que habitaban ahí no serían suficientes para detenerlos, entonces, fue cuando se me ocurrió una idea. Yo recién comenzaba a usar magia de encantamientos y, pensé, "si puedo hacer que una rama tenga las mismas cualidades que una espada, ¿Por qué no hacer que un humano tenga las mismas cualidades que un dragón?"; le comenté mi idea a Belserion y él tras pensarlo un poco decidió que era una buena idea. Él me enseñaría a usar las mismas habilidades de un dragón, el poder para vencer a un dragón: la magia Dragon Slayer.

Después de todo, lo único que puede vencer a un dragón es otro dragón.

Fue así que yo me convertí en la primer Dragon Slayer de la historia... o en palabras de otros, la madre de los Dragon Slayers.

El tiempo paso y yo me uní a la pelea que pronto nos azoló.

Peleábamos ferozmente contra los dragones enemigos, pero conforme pasaba el tiempo eran más los que venían y los de nuestro lado comenzaron a perder; todo se estaba poniendo en nuestra contra así que se me ocurrió que, así como Belserion me enseñó a mí su magia, los otros dragones le enseñaran a usar la suya a otros humanos para poder igualar la balanza de números.

Mi madre, que en ese entonces se había convertido en mi consejera tras cederme el trono, tenía sus dudas sobre si esa idea realmente fuese a convertirse en la solución; aun así, estuvo de acuerdo.

Se inició una "escuela de Dragon Slayers" donde todo aquel que quisiera ofrecerse a pelear era bienvenido; fuese un soldado o un civil.

En pocos meses los nuevos Dragon Slayers comenzaron a marcar la diferencia entre el enemigo y nosotros, pero hubo uno en particular que destaco por encima de todos incluyéndome a mí, un joven sin nombre que llego de la Tierra Oculta, poseía un talento sin igual y aquello que lo impulsaba lo llevo a masacrar a todo dragón que se le pusiera enfrente. Él empezó a beber la sangre de sus víctimas como si fuera agua fría tras varios días de caminata en el desierto y cada vez que lo hacia su poder crecía desmesuradamente.

Al principio no le dimos mucha importancia, pues solo lo hacía con los enemigos y esa ferocidad suya fue lo que nos guio hacia la victoria.

Un día, él comenzó a atacar a los nuestros.

En un intento por detenerlo, lo confrontamos, pero de nada sirvió; se había hecho tan poderoso que no venció a todos sin esforzarse.

A los dragones los mataba y bebía su sangre, a los Dragon Slayers los mataba solo porque sí. Mi madre intento dialogar con él y hacerlo entrar en razón, pero de nada sirvió. Cuando alcé la vista vi algo que me hizo entender que él ya no era humano: frente a mi estaba él parada con el brazo extendido...