-Tienes que ir al Imperio Álvarez a una misión diplomática.
-¿Qué? ¿Por qué yo?, cualquiera del gremio sería mejor opción para eso... incluso Asuka.
-Ciertamente, pero en la carta el consejo menciona que fue el mismísimo emperador de Álvarez quien...
Una vez que Invel salió de la sala del trono este se dispuso a localizar a los demás miembros de los nombrados Spriggan para dar comienzo a la reunión que, sin duda alguna, cambiaria no solo la vida del imperio, sino que cambiaría por completo al mundo.
Una vez reunidos todos, se puede a preciar a 13 personas sentadas alrededor de una gran mesa redonda y cada uno se encontraba en lo que parecía ser su silla especifica. Todos y cada uno de ellos lucían de manera diferente ya sea en apariencia física como en vestimentas. Algunos de ellos compartían similitudes en sus ropajes, ya sean pantalones cortos que llegaban debajo de las rodillas con sandalias y prendas superiores bastante ligeras o nulas, hasta algunos que llevaban túnicas de cuerpo completo que solo dejaban al descubierto las manos y la cabeza; pero había un distintivo en común que todos ellos llevaban ya sea a modo de marca o tatuaje en la piel o como un bordado/logo en la ropa. Dicho distintivo no era otro más que el emblema mismo del imperio.
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En una silla de apariencia sumamente ostentosa y ligeramente apartada de las demás se puede apreciar al emperador esperando a que los demás guarden silencio para poder dar inicio a su inesperada reunión.
En el asiento a su derecha inmediata se puede apreciar al joven peli azul de anteojos, el mismísimo Invel quien le estaba mostrando algunos documentos de asuntos políticos que debían tratar, una de las cosas por las que ya se había aburrido de ser emperador: mucho papeleo.
- Majestad, ¿para qué nos ha mandado a llamar tan repentinamente? –pregunto un hombre de edad avanzada, una larga cabellera y barba canosa, con ojos negros el cual vestía una larga túnica color blanco junto con una capa morada, llamando la atención del emperador y de los demás presentes.
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- Cierto, es muy raro que llame a los doce escudos a una reunión así de espontanea, siendo que apenas nos llamó hace no menos de dos semanas cuando regreso de su viaje –esta vez hablo una mujer con una abundante cabellera de un profundo color escarlata recogida en 4 tranzas que le llegaban a la cintura, con ojos color chocolate, edad media pero madura que rondaba los cuarenta; pese a su edad, era de complexión delgada, pero tenía grandes atributos y una vestimenta color negro con detalles en dorado y rojo con bordes blancos bastante reveladora que hacia resaltar ciertas partes de su inigualable figura. Por encima de su cabeza llevaba un gran sombrero con cuatro protuberancias que colgaban hacia atrás, dándole un aspecto de bruja.
